Nothing but a woman [L.M & J.JK] ✅

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Sus ojos se abrieron lentamente con el movimiento ligero de la cama; el que el azabache había provocado al levantarse.
Su cabeza dolía y su estómago también, al igual que sus piernas. Dios. ¿Por qué no era capaz de hacer nada?
Volvió a cerrar rápidamente sus ojos, las persianas aún seguían bajadas y hoy no le apetecía ver la luz del día.
Se sentía tan cansada que le costaba respirar en cierto modo.
Cuando sus ojos se volvieron a abrir un cuerpo esbelto y bien trabajado apareció ante ella. Sin siquiera moverse escuchó como el azabache le daba los buenos días, y aunque no respondió sabía que el chico no quería una respuesta, pues salió de la habitación instantes después, antes avisandola de que Roseanne llegaría sobre las diez.
Su cuerpo se tensó y revolviendose entre las sábanas, aún desnuda y sin ninguna prenda encima sujeto la cabeza, reprimiendo las ganas de llorar que se apoderaban de ella en ese momento, porque dios, esa situación, su vida en esos instantes, ya no tenía sentido.

Jungkook no la quería.

[...]

—¡Lalis!

El grito fue tan alto que la rubia cerró uno de sus ojos y sonrió algo triste ante la llegada de su amiga, la cual caminó rápidamente hasta llegar hasta ella para abrazarla.
Y una alegría se apoderó de ella por primera vez en mucho tiempo desde que la pareja Park se había ido de luna de miel.
Estaba tan contenta por su amiga...el simple hecho de que su marido fuera atento y encantador con ella, que la besara y le cogiera la mano como tantas veces ella había soñado que Jungkook hiciera con ella...

Sus ojos buscaron los suyos y la invitó a pasar a la estancia para sentarse en el sofá.
Largos minutos pasaron hasta que Roseanne decidió entablar una conversación.

—¿Qué tal estás, Lili?

Su voz sonaba tan tierna, que sabía que ella lo había pasado de maravilla de viaje.

—Normal— respondió cortante. Rosé frunció el ceño. —¿Qué tal tu luna de miel, Ro?

Los ojos de la chica empezaron a brillar ante esa pregunta, pareciera como si le hubieran dado un caramelo a un niño pequeño en su cumpleaños.

—Fenomenal, ¿sabes?, Jimin es el mejor hombre que he conocido jamás...

Jimin. Uno de los mejores amigos de Jungkook se había casado con su mejor amiga, y era uno de los hombres más divertidos y carismáticos que había visto jamás. Rosé y Jimin eran tal para cuál.

Y tras esas palabras todo el día transcurrió en escuchar a Roseanne hablar de su viaje, porque tenía tantas cosas que contarle a Lisa que se había olvidado que ella también vivía, que tenía problemas y que aunque Lalisa tuviera pánico a hablar de ello en voz alta, una mínima voz quería que la escuchara en su interior. Aunque tampoco podía culpar a la pobre chica, ya que cada vez que intentaba pasar su coraza lo único que hacía era construir un pequeño muro por el que si no dabas con la palabra clave...ni un alfíl podría traspasar.
Cuando la tarde había caído y Roseanne se había ido a su casa Lisa se encontraba perdida. No sabía que era lo que tenía que hacer, estaba viendo como su matrimonio estaba hundiendose en unas gélidas aguas y el de su mejor amiga navegaba hacia las costas del mediterraneo.

¿Era tan difícil quererla?

Pasó una de sus manos por su pelo intentando quitar esos pensamientos de su mente en ese instante, no quería pensar en nada. Minutos atrás había estado buscando como loca las pastillas en el armario, hasta que se había dado cuenta que hacia meses que ya no se encontraban en el domicilio, su cuerpo se había encogido y los recuerdos habían vuelto a aparecer.
Como Jungkook le cruzaba la cara, como casi la estrangulaba, sus manos en su cuello, imaginarse eso fue suficiente para ella para volver a casi tener un ataque de ansiedad.
Ahora se encontraba dando vueltas por la habitación, esperando que el pequeño test que había dejado en la mesita diera negativo, porque si saliera positivo su vida se hudiría más. Si ella no podía casino respirar, ¿cómo iba a proporcionar oxígeno a otra vida dentro de ella?

Un pitido hizo saber que ya había un resultado presente en la prueba, y cuando su mano se estiró para cogerlo dudó unos segundos, ¿y si la tiraba? ¿y si no veía el resultado y ya está?
Pero nada era tan fácil. Ante la tentación cogió el test en sus manos y respiró hondamente cuando vió que la prueba daba negativo.

Su pequeña tranquilidad fue interrumpida otra vez cuando supo que el chico había llegado a casa minutos antes, y encerró la prueba en sus pequeñas y largas manos para dirigirse a la cocina y sentarse frente a él, empezando a digerir la cena; la cual sorprendentemente él había traido de fuera.

Muchas veces se preguntaba si Jungkook la engañaba, porque ¿por qué no iba a hacerlo? Ella no significaba nada para él, y teniendo tantas personas a las que ver día tras día fuera de ahí... La curiosidad la hinundaba respecto a ese tema, porque ella creía saber que había alguien más. Debía haberlo. ¿No?

—¿Lisa? — la chica levantó su rostro.— Una servilleta...— la vista de Lisa se movió de lado a lado, intentando procesar la información y poco después le entregó la servilleta que reclamaba, la cuál parecía haber quedado en su lado de la mesa.

Su hambre empezó a disminuir, era como si su estómago hubiera decidido que no reciviría nada más en todo lo que restaba de día, porque sabía que dentro de poco vendría la parte más dificil del día.

—¿La prueba, Lisa? — Su voz era precisiva y no mostraba ningún signo de nerviosismo, aunque sabía que para él esto solo era un juego, era como el futbol para él, dejarla embarazada era marcar un gol, significaba que había ganado el partido, pero aún iban iguales. Por ahora.

Su rostro, dudoso, bajó hasta su mano izquierda, la cuál había mantenido escondida debajo de la mesa toda la cena, porque no quería que lo viera, no quería que supiera que había perdido.

—Lalisa.

Su mano, algo temblorosa, subió poco a poco hasta la mesa y la extendió ante el chico, aún encerrada en sus manos y miró fijamente el plato delante suya. Evitando cualquier tipo de contacto visual con el chico.
Al final, su mano acabó soltando la prueba con rendición, llevando esa misma mano a su cabeza y esperó cualquier cosa. Que se fuera, que la pegara, que le fuera a gritar, que la insultara, pero un silencio se hizo presente.

Y de repente, un suspiro, un susurro.

—Mierda — demasiado alto para uno mismo.

Su rostro, concentrado en mirar sus manos bajo la mesa, nerviosa, dejando que su cabello tapara su cara a ambos lados.

—Ni siquiera puedes quedarte embarazada. — escupió, practicamente.

Era verdad. No servía siquiera para quedarse embarazada.

Otro de sus muchos fallos.

Esa sensación de invalidez, la que sentía todos los días. No servir para nada era su peor fallo, porque no sabía cocinar; aunque lo hiciera igual. Porque no podía quedarse embarazada después de meses intentandolo, porque no era suficiente para Jeon Jungkook. Ni siquiera para ella misma.