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Su cuerpo resbalaba por el frio material de la bañera hasta llegar al fondo. Era la sensación más cercana a la libertad que tenía y podía conservar.
Aunque no estuviera sola en casa, podía sentir como su cuerpo se desconectaba de todo, porque el agua, recorriendo su cuerpo, limpiandola, le hacía sentir bien. Porque se sentía sucia, muy sucia.
Su cuerpo dolía desde la noche anterior, un suspiro aspero salió de su garganta, porque en ese instante no sentía nada, no podía hacerlo, sus dedos se arrugaban con el paso de los minutos en los que restaba en el agua y entonces podía creer que algo cambiaría.
Porque se sentía mal, ni siquiera podía llamarlo sexo, porque tanto ella como el azabache no disfrutaban, o eso creía ella, porque no se conectaban, porque cada vez que ella se encontraba en esa situación no era lo que ella queria.
No queria que la tocara.
Quería que se apartara de ella.
Y cuando sus manos recorrian su cuerpo quería creer que lo hacía por placer, porque en realidad lo hacía por obligación.
Pero ya ni siquiera era capaz de llorar. Ya no tenía lágrimas con las que llorar, ni las que dejar caer por su rostro. Se habían agotado.
Echó Su cabeza hacia atrás pensando en lo que pasaría si se quedaba toda la tarde metida en esa bañera, resguardandose del apocalipsis. Sin mantener ningún tipo de contacto con el exterior, simplemente ella.

Minutos después, cuando el agua ya empezaba a enfriarse y ella a temblar decidió que era hora de salir.

Su mente volvió a nublarse.

[...]

El azabache restaba en el salón, charlando con uno de sus amigos por videollamada, la cuál siempre parecía ser el msimo asunto a tratar y simplemente suspiró, caminando hacia la habitación.

Sus piernas eran incapaces de estar un minuto más en pie, sosteniendo su cuerpo y se dejó caer en la cama, mirando el techo blanco que siempre le recordaba al cielo.

¿Cómo se sentiría ser libre?

¿Ahi arriba?

Un suspiro salió de sus labios rojizos y ladeó la cabeza, metiendose en la cama y cerrando sus ojos, porque aunque apenas fueran las ocho de la tarde para ella había sido suficiente.

Y poco a poco el sueño se fue apoderando de ella y fue cayendo en los brazos de morfeo.

[...]

Un estornudo la hizo despertar de repente. Su cuerpo se encogió y notó como el contrario se revolvía en las sábanas, pero con miedo a despertarlo miró su despertador.

Las 7:54 a.m

Estiró sus piernas y se sentó en el borde de la cama para intentar pensar, pero su cabeza dolía, demasiado a decir verdad y no pudo evitar recoger su pelo hacia atrás para que el calor no se apoderara de ella.

Se levantó algo mareada y caminó hasta la cocina para tomar un poco de agua. Tragó lentamente, sintiendo su garganta arder y buscó unas pastillas en el armario, aunque solo había encontrado una creía que sería suficiente para menguar ese dolor de cabeza.

—¿Qué crees que está haciendo?

Su mano se quedó quieta en el sitio y sus pies, inmóviles se clavaron en el suelo, tensando sus músculos y con mirar un momento al chico se derrumbó por dentro.

—Yo—

—¿Crees que eres lo suficientemente lista como para tomarlas a mis espaldas? — su tono de voz se había elevado, y sus pasos ahora se dirigían hacia ella, tomando su muñeca.

—Jungkook es—

—¡Contestame! — un pequeño jadeo salió de su boca ante la fuerza que el chico estaba aplicando en su muñeca.

—Jungkook me haces daño.

—¡Quiero una respuesta! —La vena que solía marcarse en su garganta había salido, y supo entonces que no le importaba si le clavaba las uñas en la muñeca o si empezaba a sangrar, que no se inmutaría hasta que le diera una respuesta.

—S-simplemente son pastillas para el dolor de cabeza...— susurró, un poco aturdida. Sus ganas de llorar habían aumentado, pero no lo haría, luchaba todos los días interiormente para no hacerlo.

Y en ese instante su mano soltó su muñeca.
Su cara, parecía como si fuera un niño pequeño al que hubieran reñido, sus hombros se relajaron y su boca se abrió por unos segundos, tratando de decir algo.

—Lo siento, Lisa...—Con inercia, sus pies se movieron un paso hacia delante y la chica alzó sus manos, tensando sus hombros, no quería su consuelo, no ahora.

Sin decir ni una palabra salió de la cocina para perderse en el mundo que Lalisa tanto odiaba.

[...]

Cuando la chica encendió su móvil. pudo comprobar que había recibido llamadas de su mejor amiga y también de su madre. Su cuerpo se tensó ante la percepción de la segunda, porque hacia meses que no la llamaba, ni siquiera para saber como estaba, como se encontraba y si era feliz.

Aunque no quería hablar con nadie decidió llamar a la primera, a Roseanne, porque era más importante para ella, estaba ahí para todo lo que necesitaba y la animaba.

Al tercer tono, Rosé cogió el telefono y cuando la saludó, una tonta sonrisa salió de sus labios, porque su mejor amiga era muy impredecible.

Siempre lo había sido.

—¿Qué tal te va, Lili?— Mal, pensó. — te llamé varias veces, pero supongo que estarías ocupada.

Asintió para si misma, si, había estado demasiado ocupada intentando que Jungkook no la volviera a estrangular simplemente por tener dolor de cabeza. ¿Qué clase de vida era esa?

Pasó una hora y media al telefono con su mejor amiga, porque había acabado contandole que la habían aceptado en un puesto de trabajo y bien pagado. Jimin estaba orgulloso de ella y la iba a apoyar, y sin embargo ella no trabajaba, porque cuando mandó un curriculum a un restaurante y consiguió un trabajo, Jungkook se había presentado allí una tarde para darle una bofetada delante de todo el bar. Hundiendola con sus opiniones, como él solía llamarlas o, la Razón. Había dicho que parecía una puta con ese uniforme, que no le pagaban lo que debían y que ya tenía bastante con lo que hacía en casa, asique poco a poco y sin darse cuenta su amor y él la habían ido encerrando entre cuatro paredes.

Su peor error.


Nothing but a woman [L.M & J.JK] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora