001;

1.3K 132 49
                                    

Las paredes que tenía alrededor eran como una prison para ella. Porque no podía relacionarse con el exterior, cortaba la comunicación.
El Sol.
Llevaba dos días encerrada en su casa, porque hacia dos noches habían discutido, se habían gritado cosas demasiado alto y su dolor de cabeza había empezado a ser más fuerte que antes.
El azabache había preferido salir de casa y perderse por las calles de Seúl a pegarla otra vez, porque según él ya no merecía la pena.
Y aunque no fuera normal, Lalisa había agradecido ese gesto, porque ella sentía que no valía, sabía que tarde o temprano la tirarían a la basura como a una muñeca de trapo, la cual solo servía para ser bonita y sonreir, pero nada más.
Y aunque Jungkook creyera eso, para él también era imprescindible que la muñeca supiera limpiar, cocinar y concevir hijos.

Su mayor preocupación.

Cuando sus manos rodeaban su cadera y en vez de insultos, lo que salía de sus labios eran halagos, dulces, sus labios se movían sobre su cuello y aquello siempre terminaba en sexo.
Porque por muy raro que pareciera, Jeon Jungkook quería tener hijos.

Pero el problema era ella.

Lalisa llevaba meses intentando quedarse embarazada, porque sabía que no podría aguantar más.
Hacía unos meses Jungkook se había enterado que después de tener sexo, al día siguiente ingería pastillas anticonceptivas, y eso no le gustó.
Sus manos fueron subiendo por su cuerpo hasta llegar a su cuello y cuando la chica pensaba que seguiría subiendo se estancaron ahí. Porque sin que se diera cuenta sus manos se fueron apretando por este hasta casi dejarla sin aire que inspirar.
La había casi estrangulado.
Eso trastocó tanto a la rubia que al día siguiente tiró todas las pastillas a la basura, y desde entonces rezaba por no quedarse embarazada.
Porque no quería que su hijo o hija tuviera un padre como Jeon Jungkook. Ni en sus peores desesos por ese pobre bebé, ni hablar.

De repente, el calor empezó a aparecer en ella, su estrés había empezado a llegar y apoderarse de ella, por lo que se levantó de la cama y fue hasta la ventana para abrirla.
El aire que recivió empezó a plasnarse en su rostro, haciendo que su calor corporal empezara a disminuir y forzó una sonrisa en su rostro.
Todo se hechó a perder cuando el sonido de la puerta cerrandose se escuchó entre aquellas paredes.
El azabache había llegado a casa. Pero algo le decía que no sería diferente a los demás días, algo le decía que lo único que haría Jungkook sería tirar su bolsa en el suelo de la habitación y estampar sus labios contra los suyos como minutos más tarde hizo.
Sus labios se estamparon contra los de la rubia y una mano subió por su cuello hasta enredarla en su pelo.
Lisa frunció el ceño, porque necesitaba aire, porque no quería volver a repetirlo, no quería que la tocara, no quería sentirle, no quería que la besara.

Aunque necesitara tanto sus manos sobre ella.

Porque estaba jodidamente enamorada de él, aunque la maltratara.

Sus labios se separaron segundos después y sus miradas se conectaron, Jungkook buscó sus ojos, cogió aire y acarició su mentón, haciendo que la mirara.

—Roseanne ha llamado.— comenzó— quiere quedar contigo, ha vuelto de su luna de miel, quiere contarte muchas cosas...

Lalisa mordió su labio. Roseanne había vuelto, su mejor amiga había regresado, y se sentía algo aliviada, porque al fin y al cabo era como su hermana, se lo contaban todo, o bueno, casi todo por su parte.
Hacer creer a todos que llevas un matrimonio de lo más feliz, que estás completamente enamorado y que haceis de todo, que recordais el día de vuestra boda, que veis peliculas y cenais comida rápida como los demás matrimonios de vuestra misma edad. No. Ese no era el caso de Lalisa Manoban, pero ella se encargaba de hacer parecer que asi era.
Una lágrima salió de sus ojos, porque necesitaba aire, necesitaba respirar, pero aire de verdad, no un gas tóxico, porque esa nube era su vida, y  no sabía como salir de eso.

—Vendrá mañana para que podais hablar mientras yo trabajo.

Su voz resonaba en su cabeza como una segunda opción, porque había dejado de escucharlo hacia tiempo, había aprendido a concentrarse en dejar su mente en blanco.
Ahora las manos de Jungkook se habían posado sobre sus mejillas, y con una ligera sonrisa había apartado el flequillo de la chica hacia un lado.

—Aqui en cinco minutos, estoy cansado.

Su mente se colapsó. No otra vez.
Esos cinco minutos fueron los más lentos y llenos de sufrimiento de su día. Se había sentado al borde de la cama y había empezado a llorar, porque no quería hacerlo otra vez. Estaba agotada, ya casi no le quedaban lágrimas que soltar y solo de pensar, reproducir sus manos sobre su cuerpo le producía arcadas.
La puerta se abrió y se volvió a cerrar, ahora todo estaba en silencio, y lo único que se oía era la respiración de Lisa acelerada; de tanto llorar y los pasos de Jungkook.
Cuando la camiseta del azabache cayó sobre el suelo su infierno comenzó a arder.



Nothing but a woman [L.M & J.JK] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora