Algo anda mal

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(Emma)

Después de escuchar aquellos gritos misteriosos, esa noche con Cemre, decidimos hablar con los chicos. Luego del desayuno nos dirigimos a la clase de historia y me hice el trabajo de escribirle en un papel, un mensaje a Mateo en telegrama que decía << En la biblioteca 06:00 p.m. >> y al mirarlo, me guiñó el ojo.

En el primer recreo estábamos en el ático, Cemre, Olivia y yo, y un rato antes llamamos a Mateo y Ramiro, para contarles acerca de lo que estaba sucediendo. Mateo les mostró mi papelito, para que nos reuniéramos a la hora que estaba escrito en el allí y mientras hablábamos allí, tomamos unos cojines para sentarnos alrededor de una mesa de madera pequeña de living.

— Chicos, posta se escuchan gritos, no estoy jodiendo, Emma y yo los escuchamos. — dijo Cemre.

— Chicas... sólo ustedes dos escuchan esos gritos. — dijo Ramiro de manera incrédula.

— A ver... les estamos diciendo que los escuchamos, pensad tíos, algo raro está pasando en este orfanato. — insistí con el tema.

— Esta noche nos encontramos en la biblioteca cuando las monjas, el sacerdote y los profesores se duerman, los celadores incluidos. — propuso Olivia.

Los chicos comenzaron a reírse a carcajadas y no podían contenerla, hasta que golpeé la mesa con fuerza para llamar su atención.

— No se rían, que esto es en serio. — Cemre trató de hacerlos entrar en razón.

— Como digan. — dijo Mateo mientras continuaba riendo.

— Habéis escuchado ¿verdad Mateo? — le pregunté a propósito

— Sí, sí, pero oíme, si escuchamos gritos... me retiro.

— Todos sabemos que estas bromeando. — afirmó Ramiro.

— Vosotros sois idiotas, eh. — los reproché.

Durante el recreo fui a ver a mi hermana, que estaba en el pasillo hablando con Alex Montoya, su novio, de cabello castaño y ojos celestes, de cuarto curso del secundario, para mí... un maldito gilipollas, delgado y siempre con su sonrisa de creído. Para ser honesta no me gustaba ese chico para mi hermana, ya que ella iba a segundo curso y es pequeña como para salir con él.

— Hola hermanita. — me saludo ella con su dulzura tan inocente.

— Hola, Emma. — me saludó el gilipollas de Alex.

— Letizia, ven un momento. — le ordené y la aparté de su chico.

— Vale.

Nos fuimos a un rincón del pasillo y le dije que nos viéramos a las 10:30 a.m, al tocar el timbre del segundo recreo, en la biblioteca, lejos de la chimenea, ya que cada vez que pasaba por ahí me daba una sensación escalofriante. Luego, nos vimos allí en el recreo y le conté acerca de aquellos gritos, ella me dijo que los había escuchado de pequeña, pero me aseguraba que había sido un sueño y nada más que eso, pero aun así traté de convencerla de que no lo había sido.

— Esos gritos son de terror, Cemre y yo los oímos una de estas noches y aún no podemos lograr dormir. — afirmé con seguridad.

— Vale, pero... ¿no habéis hablado con las monjas? — dijo intentando darme una pésima solución.

— Letizia, que no escuchas ¡joder!

— ¿A que fuiste al cuarto de Ramiro y despertaste a Mateo y también a Joaquín?

Misterio En Un OrfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora