Un plan, una confrontación y... ¿un nuevo amor?

10 4 0
                                    

(Ramiro)

Mientras estábamos acostados cada uno en sus camas, en la habitación con los chicos, se me ocurrió un plan ingenioso para poder investigar más sobre el orfanato y sus secretos.

— Mateo, ¿te animas a ser adoptado por tu padre biológico? — le propuse a Mateo.

— ¿Que padre biológico? — preguntó Joaquín.

— Rodolfo Gustó. — dijo Mateo. — No tengo la más pálida idea, Ramiro, ni soñando vuelvo con el hijo de puta que me abandonó, para hacer una de tus ideas mierda. — dijo enojado y cansado mientras se daba vuelta para darme la espalda.

— Bue... tampoco te enojes así.

— Bueno, Ramiro mañana hablamos que tengo sueño.

— Bueno.

Nos dormimos y al día siguiente después del desayuno les comenté sobre el plan y les gustó la idea, pero Mateo no quería ser adoptado. Entonces yo me ofrecí y aceptaron.

(Marcela)

Una vez me enamoré de Gustó, pero por dentro sabía que no me correspondía, recuerdo cuando intenté que se enamorara de mí a escondidas de Rocio, pero nunca me miró con los mismos ojos que lo miré, ya que él se casó con Amalia Robertson, una chica multimillonaria y se olvidó de mí. Él vino a buscar a su hijo, pero esta vez no permitiré que Mateo se aleje de mí. Luego del desayuno me dirigí a mi oficina y minutos después Emma tocó mi puerta y la hice pasar.

— Emma, ¿cómo estás? — le pregunté amablemente mientras ordenaba unos papeles del escritorio.

— Necesito hablar contigo.

— Sentate y hablamos. — le indiqué para que se sentara en la silla de mi escritorio mientras terminaba de ordenar los papeles y documentaciones del orfanato.

— Marcela, mi abuelo es tu padre, ¿verdad?

En ese momento no sabía como reaccionar o no que responderle, pero no tuve más remedio que decírselo.

— Así es, Emma. — suspiré. — Soy tu tía. — le confesé.

— ¿Por qué me lo ocultaste todo este tiempo?

— Para protegerte.

— ¿De qué Marcela?

— De tu abuelo, solo eso puedo decirte. — le dije estando a la defensiva.

— Que podría hacerme mi propio abuelo, ah.

— Experimentar con vos y no quiero, Emma.

Entonces después de haberle dicho eso, su cara se apagó y su expresión cambió por completo...

— Mi abuelo en su puta vida haría eso conmigo. — me levantó el tono de voz.

— Emma, no levantes tu voz. — le advertí.

Emma se detuvo y comenzó a llorar diciendo que no era cierto y no podía creer lo que le contaba, se sentía devastada.

— No puedo creer que mi propia tía... me mintiera durante todos estos años, eres una hija de puta. — se paró, se dirigió a la puerta y se fue llorando.

(Emma)

No podía creer que mi tía me haya mentido de la peor manera, todos estos años he vivido con ella sin saberlo, me siento tan mal, engañada. De tanta tristeza y decepcionada. Fui al laberinto y me quedé allí un rato llorando, y minutos más tarde sentí pasos que se acercaban a mí, entonces me sequé las lágrimas.

— ¡¿Quien anda ahí?! — grité con miedo.

De a poco escuche los pasos más fuertes, como si se estuvieran acercando a mí... miré para los costados y no había nadie. Intenté tranquilizarme, pero cada vez los pasos se iban acercando y escuché a alguien, pero no sabía quién era. Entonces volví a preguntar y descubrí que esos pasos provenían de donde yo vine hasta aquí, caminé un poco para averiguar quién era, esa persona se detuvo, prendió la luz del celular y me alumbró, era Lautaro, el chico nuevo.

Misterio En Un OrfanatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora