capítulo 19

51 10 6
                                    

_El sueño_

Entreabrí los ojos lentamente, tenía un fuerte dolor de cabeza, me incorporé para poder sentarme en la cama y una sensación de vértigo invadió todo mi ser, volví a recostarme para que se me calmara. Toda la habitación se encontraba a oscuras, lo único que la iluminaba era la pequeña luz tenue que emitían los faroles de las aceras. Tome el móvil que se encontraba a mi izquierda en el escritorio y mire la hora. Son las cuatro de la madrugada. Abrí mis ojos como dos grandes bolas de golf, recordando todo lo que sucedió hace unas horas atrás, busque por toda la habitación la estúpida camiseta con la que Deimon había atado mis manos, pero no la encontré por ningún rincón de la habitación, tenía mi pijama puesta al igual que mis bragas, que extraño, podría jurar que tenía las manos atadas y no tenía bragas ni pijama.

Tome unos audífonos que se encontraban en el escritorio y los conecte al móvil para escuchar música de Post Malone. Salí de casa para sentarme en los escalones de la entrada, al salir el aire fresco golpeó mí rostro, provocando que se erizara aquella pelusa que poseía mí piel.

No me había sentido tan relajada desde que llegué a este pueblo, eran tantas las cosas que sucedían con Deimon que mi cabeza estaba ocupada todo el tiempo. Me paré de un salto para dejar danzar a mi cuerpo al ritmo de la música. Me movía de un lado a otro, daba pequeños saltos en forma de círculos, y ademanes con mis brazos. Cuando me gire pude ver la figura de Deimon, sentado en las escaleras de su hogar con los ojos cerrados. No quería acercarme a él, moría de vergüenza al recordar todo lo que sucedió, intenté regresar pero sentí una mano sostener mi muñeca. Retiré mis audífonos con la mano que tenía libre.

—¿Por qué te marchas?

Quería encararlo, pero no tenía fuerzas.

—No quiero estorbar —me dispuse a decir.

—No estorbas a nadie en el jardín de tu casa, Violeta.

Como podía lograr la misma persona hacerme sentir en paz y al mismo tiempo causarme un caos, sentía mi alma regocijarse ante su presencia, pero me sentía desahuciada a su vez.

Este me miraba fijamente a los ojos, cosa que me hacía sentir incomodaba provocando que bajase la mirada a cualquier otro punto que no fuesen esos hermosos ojos.

—¿Sabes qué Violeta? Dicen que en la falta de luz la oscuridad prevalece, en este caso, tú eres esa luz. Si crees hacer lo correcto no me dejes edificar un caos en tu cabeza —su rostro no reflejaba emoción alguna.

Rompí en llanto, por no comprender nada, por querer a un idiota a mi vera, por destruirme emocional y mentalmente al querer que Deimon permaneciera aquí conmigo, por creerme sus mentiras, por dejarle hacer lo que le plazca conmigo.

—¿Que sucede nena? —su rostro cambio a uno más preocupado.

—¿Por qué me haces esto Deimon? ¿Por qué? —le mire mientras me soltaba de su agarre.

Este solo se quedó mirándome extraño.

—¿¡Ahora qué Deimon!? ¿Piensas hacerte el inocente? después de lo que hiciste, crees que es gracioso andar por ahí haciendo lo que te plazca con los demás, dañando a las personas. Dime algo Deimon ¿Qué ganas tu con todo esto? ¿Por qué quieres joderme? ¿Qué ganas entrando a mi habitación como todo un depravado?

—Te estás comportando como toda una loca en este instante Violeta. Ni siquiera me encontraba en este estúpido pueblo, regrese hace unos minutos.

Si él se encontraba fuera... ¿esto quiere decir que nada de lo ocurrido anteriormente era real? ¿fue un sueño? Me niego a creer eso, necesito pruebas contundentes y específicas que me demuestren lo contrario. Se sentía tan real.

—¿Haciendo qué diablos Deimon? —dije cabreada.

—No eres nada mío para darte explicaciones, comprendes ¡joder! Bairon te confesó toda la verdad y tu tomaste tu decisión, decidiste alejarte de mí, hacerme de lado, dime ¿Qué es lo que esperas para mandarme a tomar por culo?

–Yo no tomé ninguna decisión, Deimon. Solo quise pensar las cosas.

Me observo unos segundos los cuales parecían eternos.

Pero que estoy diciendo, soy una completa estúpida.

—Eso quieres decir que si quieres estar conmigo —curveo sus labios en una sonrisa arrogante.

—No, claro que no, paso de estar tras de ti todo el maldito tiempo —pellizqué el puente de mi nariz para controlar la frustración.

—¿Entonces, ¿qué es lo que quieres?

La verdad no sabía que decir, no me lo pensaba dos, si no tres veces antes de decir una palabra para no terminar ahogada en mis propias palabras.

Pero cuando se trata de Deimon mis neuronas hacen un corto circuito, y las únicas palabras que pudieron salieron de mi boca fueron: —¿Por qué usas un pijama de flores?

Esto señores es a lo que yo llamo idiotez extrema, por alguna razón inexplicable eso fue lo único que pasó por mi mente. No pude contenerme más y una carcajada salió de mis labios invadió el silencio que nos asesinaba lentamente.

Este alzo la cabeza al llano y profundo cielo, el cual se encontraba repleto de estrellas, como si un niño de cinco años tomará un bote de pintura y la esparciera por todos lados. Deimon tomo una gran bocada de aire mientras continuaba con la vista alzada, luego centro su vista en mí, dejando expulsar aquel aire contenido por sus fosas nasales.

—No son flores, son chispitas, y fue un regalo de mi madre.

—Entonces tu madre, deja muy en claro lo que de verdad quería que fueras —otra carcajada poco audible se apoderó de mí. No paraba de reír, cuando este se abalanzó sobre mí, sosteniéndome ambas mejillas con sus fuertes y grandes manos, provocando que dejase de reír.

Su frente se encontraba posada en la mía, nuestras respiraciones batallaban a muerte mientras nos mirábamos fijamente.

—Detenme antes de que tu vida no sea la misma —dijo mientras miraba mis labios.

—El no pensar en eso es lo único que nos mantiene cuerdos, Deimon.

Quería sentir esos sedosos labios jugar con los míos. Pero qué diablos estoy diciendo, se supone que quiero alejar a Deimon de mi vida no puedo estar pensando en eso, y como si fuese poco, aquí me encuentro, parada frente a él, con nuestras frentes unidad y nuestros labios a centímetros.

Creía que en cualquier momento caería al suelo, no sentía fuerzas en las piernas. Me desvanecía como una hoja de papel en el agua.

Mis entrañas se contarían, un agujero negro devoraba todo mi ser. En este momento mis miedos eran más fuertes que mis ganas de querer besarlo, el no hizo ningún movimiento que me dieran señal alguna de que si me besaría, en cambio solo se alejó de mi lentamente.

—¿Qué? ¿Qué sucede? —Dije confusa.

—Trato de protegerte —añadió.

Se marcho de mi lado, dejándome a solas observando una puerta de roble a lo lejos, con la esperanza muerta de que este atravesará esa puerta y se hiciera visible en mi campo de visión y retomar en donde nos quedamos, pero no fue así.

En Mis Sueños ( Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora