Capítulo 23

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Al escuchar mi nombre, mi cabeza gira a tanta velocidad hacia la directora que podría habérmela partido. Mis ojos están como platos y es que todo lo que está pasando no es posible. ¿Acaso soy la nueva Harry Potter? Yo no puse mi nombre en el cáliz, nadie pudo ponerlo, no suelo tener enemigos, prefiero mantenerme al margen.

Minerva McGonagall no para de susurrar con los profesores y por su expresión entiendo que ella no está para nada convencida de que haya puesto el nombre a voluntad propia.
Carraspea un poco y mira al frente.

—Las normas eran que saliera una persona de cada casa, pero el cáliz ha decidido hacer caso omiso a esto y ahora Rose Weasley también participará en el torneo representando a la casa Gryffindor.

Los alumnos murmuran en voz alta diciendo entre ellos que eso es injusto pues habrían más posibilidades para ganar. Si ellos se lo toman así no quiero ni pensar en las demás escuelas.
Mis padres...Se volverán locos al saber lo que está pasando. ¿Cómo he podido acabar así? ¿Quién quiere verme en esto?

La cabeza me da vueltas y miro la reacción de los demás: caras indescifrables, enfadadas y felices de no ser ellos porque se arrepintieron en el último momento.

Una mano se posa cálidamente en mi hombro y Scorpius me lleva hasta la salida.
Caminamos en silencio sin un rumbo fijo y acabamos en los jardines de Hogwarts.
Me siento en un banco y empiezo a notar como un nudo se forma en mi garganta. Estoy agobiada y tengo miedo. Mis ojos se llenan de lágrimas y Scorp me envuelve en sus brazos.
—Todo va a salir bien, no pienso dejar que nada ni nadie te haga daño. Ahora mi principal objetivo no es ganar la competición sino que la acabes sin ningún rasguño.

Y aunque eso me consoló en ese preciso instante, ahora no puedo más que afirmar que no estaba en lo cierto. Nadie sabía exactamente lo que iba a pasar y él no podría protegerme para siempre.

He recibido una carta de mis padres, y juraría que mientras leo puedo escuchar las voces cargadas de ira y tristeza, los necesito.
Necesito que hagan algo, necesito ser salvada. Pero no pueden hacer nada. Nadie puede hacer nada y eso no es bueno.

He estado sumida en un proceso de aceptación, mi cabeza aún repite el momento exacto en el que la directora dice mi nombre y el Gran Comedor se sume en silencio.

Veo a Malia que se acerca en mi dirección y observo que ella está igual de alicaída que yo.
Debajo de sus ojos están formados unas bolsas de no dormir durante dos noches y el hecho de que mañana partiríamos a Beauxboutons no ayuda para nada.

Me dirige una sonrisa triste y con una voz rota habla.
—No puedo perderos a los tres. Por...por favor Rose, ¿no podemos hacer nada? Esto es muy injusto. Tu no pusiste tu nombre en el cáliz de fuego. No quiero que...No quiero que os pase nada. —acaba con lágrimas en los ojos y sé que se desmoronará en cualquier momento al igual que yo si digo una sola palabra.

James se acerca con paso ligero al vernos en ese estado y nos envuelve a las dos en un abrazo en el cuál temblamos de impotencia.

Más tarde, resuena por los pasillos de Hogwarts que James habló con la profesora para intentar que él o yo saliéramos de la competición. El estado de Malia lo convenció al instante de que estaba haciendo una locura. Aún así, esas palabras no dieron resultado.

El único que parece conforme con todo lo que está pasando es Scorpius, cada vez estoy más convencida de que no se arrepiente de haber puesto su nombre. No habla de ello, pero sé que está decidido a hacer cualquier cosa para ganar y con tan solo pensarlo me estremezco.

El tren nos está esperando en el andén todos los alumnos a partir de quince años nos acompañan hasta Beauxboutons. Y yo estoy temblando.
Albus, Malia, James, Scorp y yo cogemos un compartimento juntos y nos intentamos distraer con comida del carrito, pero el ambiente que hay no es para nada relajado.

Pienso en Lily, que se ha tenido que quedar en Hogwarts y en su mirada de tristeza, no sabe lo que yo daría por quedarme con ella. Y puede que me tachen de miedosa, pero hasta los leones le temen a algo, yo temo a que todos a los que amo me dejen.

Cierro los ojos y me apoyo en el hombro de Scorpius, el me estrecha entre sus brazos y deposita un suave beso en mi mejilla. Pero aún así no duermo. ¿Cómo podría dormir?

Inalcanzable DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora