9.- Heirloom

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El tiempo funciona de una manera misteriosa y muy simple a la vez, pasa de una manera extraordinariamente rápido cuando lo ignoras y avanza a paso de mártir cuando lo miras con fijeza, pero nunca se detiene, es como un ser gigantesco que esta recostado boca abajo en la penumbra del universo, babeando y salpicando todo el infinito, porque es muy confiado y sabe que incluso cuando ya no haya nada ni nadie a quien salpicar con su viscosa y espesa saliva, el seguirá ahí, aquí, allá, en todas partes, es tan juguetón e irrelevante que hace que en tus inicios seas lo suficientemente ignorante como para no notarlo, o que la vida no parezca tener un propósito o sentido cuando eres un adolescente jovial, con sueños irreales e inocentes, pero cuando eres adulto y acaricias el estrecho lumbral entre los treinta y los cuarenta, aprovechar el tiempo se vuelve indispensable, notas como la saliva del tiempo ha hecho cosas con tu cuerpo que, aunque te veías venir, no sabes cómo afrontarlo; llegado a este punto te odias a ti mismo porque no fuiste capaz de valorar los años pasados, hiciste cosas vergonzosas de las que te arrepientes, corriste por la carretera descalzo burlando a los autos porque creías que tu vida no podía ser más infinita, eras una estrella brillante y deslumbrante encandilando al tiempo, pero cuando te apagaste caíste en la cuenta de que el tiempo se las cobro, porque él no necesita ver para seguir su curso.

A pesar de todo te excusas con la frase de una tarjeta que un antiguo conocido se atrevió a enviarte por tu cumpleaños, "buenos y viejos tiempos", tratas de adivinar que sigue, preguntándote como, y hacia donde deberías dar el siguiente paso, cuando tú ya estabas seguro de haber avanzado lo suficiente; entonces es cuando te encuentras a ti mismo en el bar de un hotel al que llegaste por negocios y quizás algo más...

Los bares de los hoteles tienen repisas con botellas de todo tipo, color y talla, internacionales, locales, costosas y accesibles; la forma de cada una es tan única como su contenido, verlas sentado desde la barra hace sumamente difícil la tarea de escoger alguna, ellas tienen una forma interesante, como si tuvieran un cuerpo propio, que respira, de apariencia andrógina, seductora, casi sexual, su propósito es atraerte como una mujer hermosa intentando convencerte para que la invites a compartir copas.

La música de estos lugares es casi siempre para ambientar, aquí no hay presentaciones en vivo tan seguido, nadie grita de emoción por un partido de futbol, nadie baila, nadie ríe, parece que es un requisito indispensable el estar en estado luctuoso o melancólico para poder sentarte a beber un trago antes de resignarte e irte a la cama, o en el mejor de los casos, terminar en algún lugar acostándote con alguien que coincidió contigo en un par de cosas.

- ¿Así que has tomado una decisión? – pregunto la voz más sonada en mi vida.

- No sé si puedo llamarlo así, pero si eso parece eso debe ser...

Mire a mi amiga por un rato mientras se acomodaba a mi lado en la barra y ordenaba un margarita, la observe atentamente agradeciendo su composición, las tonalidades purpuras, azuladas y rosadas se desprendían de su cuerpo como nubes de algodón de azúcar flotando en el aire que todos querían pero que nadie podía alcanzar, verla era todo un espectáculo, era tan fascinante y a la vez tan aterradora.

- Sabes bien que te estas equivocando Levi – dijo con un toque de tristeza en la voz.

- No es la primera vez que me equivoco, no es para tanto.

- Lo es, vas a irte y no volverás jamás – su voz cambio, era calmada, casi neutra, siempre justa - ¿al menos estas consciente de lo que eso significa?

- ¿Que no volveré a beber whisky?, si, definitivamente es algo que voy a extrañar.

Hanji frunció el entrecejo mientras movía la cabeza de manera reprobatoria, mis chistes nunca le habían hecho gracia, simplemente porque no la tienen, o quizás sea porque mi sentido del humor siempre está relacionado con lo peor de mí.

StardustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora