2.- Indicios de la verdad

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Después de cuatro años en los que yo mismo invite a la resignación a entrar a mi vida, me horrorice al descubrir una mañana que me había convertido en mi hermana, no era nuevo el hecho de que nos pareciéramos bastante, desde que era un niño de preescolar la gente solía decir una y otra vez que me parecía bastante a mi hermana, que teníamos los mismos ojos, o que era idéntico a mi hermana cuando tenia mi edad, a pesar de que había crecido estando consiente de ello jamas imagine que llegaría un punto en el que me vería exactamente como la recordaba antes de su desaparición, tenia incluso la misma silueta que ella, seguramente si en aquellos momentos un pariente lejano que desconocía las circunstancias apareciera, pensaría que yo soy ella, pero en definitiva y ni aunque quisiera podía ser ella, yo era un chico de casi quince años que no era, ni por casualidad, una estrella hermosa y luminosa como había sido ella.

En ese entonces yo asistía incluso al mismo instituto al que ella había ido, hice mis propios amigos y cuando me di cuenta ya había olvidado casi por completo que había tenido una hermana, pero ese sentimiento no duro mucho tiempo y todo gracias a la aparición de una persona que me traía recuerdos tan solo de verla aunque no quisiera,

Ella era una alumna nueva que había entrado al instituto dos meses después de la fecha de ingreso y la habían colocado en la clase donde yo estaba y eso no termino nunca de gustarme, no era que ella fuera una chica desagradable, en realidad ella era todo lo contrario, era hermosa y desprendía una radiante luz que no todos podían ver, razón por la que era muy reservada y no hacia muchos amigos, cuando la veía solitaria sentada en su escritorio con la mirada puesta en cualquier cosa menos en la realidad me acordaba de mi hermana, ella solía quedarse quieta algunas veces mientras veía fijamente a quien sabe donde, pero lejos de ser un marco deprimente se veía hermosa como si estuviera posando para alguna pintura especial.

Jamas tuve el valor de hablar con ella, y a pesar de que mi mas grande amigo me alentaba muchas veces para que la invitara a comer con nosotros jamas tuve la cantidad de coraje necesario para acercarmele un poco si quiera, pero no tuve que esperar mucho para que ella fuera la que se acercara a mi después de clases cuando todos comenzaban a irse, ella se quedo sentada en su escritorio y me llamo para pedirme unos momentos.

- Escuche que tenias una hermana que desapareció sin dejar rastro, ¿es cierto? - pregunto como si no tuviera tanto interés, pero algo en sus ojos grises decía que si lo tenia, y mucho.

- Si - dije simplemente.

- Yo también tenia un hermano que desapareció de un día para otro, así nada mas, sin dejar señales de algún posible paradero - dijo como si leyera aquellas palabras de la pizarra por ordenes de un profesor - pero yo se donde esta. Y también se que tu hermana esta con el.

Sentí un frío recorrer mi espalda al escuchar aquellas palabras, me estremecí por unos segundos, quería levantarme e irme a casa lo mas rápido posible, quería verme al espejo y convencerme de una vez de que yo no era mi hermana, de que yo no desaparecería como ella, de que todo eso había quedado atrás y que no volvería a hablar con aquella chica, pero algo en mi quería saber mas, quería volver a ver a mi hermana.

- ¿Donde? - le pregunte, para después ver como ella apretaba los labios y bajaba la mirada hacia su regazo, se metió la mano en el bolsillo de su falda y saco un sobre arrugado y desgastado.

- El me dejo esta carta antes de irse, nunca se lo dije a mis padres porque sabia que el no quería que lo hiciera, ademas, esta carta es mía y de nadie mas, ni siquiera se si fue correcto decírtelo a ti pero...

- El se llevo a mi hermana - interrumpí un poco molesto.

Ella sacudió la cabeza en forma negativa, después levanto la mirada conectándola con la mía y por un momento me sentí estúpido.

- Ellos huyeron juntos - me dijo pronunciando las palabras cuidadosamente.

Me quede pasmado unos segundos, ahora todo parecía tener lógica, o al menos un tanto por-ciento de la mayoría de las cosas parecían comenzar a moverse y cobrar sentido al mismo tiempo que por fuera seguía viéndose como un misterio.

A pesar de que tenia ganas de hacerle mil preguntas no lo hice porque de alguna manera sabia que ella no me las contestaría, la mire por unos minutos sin apartar la mirada, sus bellos ojos grises centellaban tenuemente reflejando perfectamente el tono esmeralda de los míos, mechones de sus cabellos negros se deslizaban en su rostro y a ella no parecía importarle.

- ¿Puedo leerla? - le dije por fin después de unos minutos - se que esa carta es tuya, pero me gustaría que entendieras que también se trata de mi hermana.

Ella cerro los ojos lo mas lento que pudo, pareció meditar mi petición profundamente, tomándose su tiempo, todo para que al final asintiera con la cabeza y con cautela me entregara el sobre desgastado.

- Dejare que te la lleves a casa ya que no seria bueno que la leyeras aquí, pero, prométeme que me la devolverás.

- Lo prometo, es tuya después de todo ¿verdad?

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