6.- varado

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Desperté sintiéndome como un pedazo de madera húmeda varado en la arena de la playa, porque de alguna forma justo así me encontraba, recostado sobre la arena de una playa de lo mas peculiar y por mas que lo intentara no era capaz de asimilar como había terminado así, probé a mover los brazos y los sentí extrañamente mas ligeros de lo que eran, me puse de pie y caí en la cuenta de que mi ropa estaba llena de una masa áspera de la combinación de agua salada y arena fina, estaba tan adherida a mi ropa que creí que era casi imposible que me pudiera deshacer de ella.

Deje el predicamento de mi ropa y me concentre en intentar reconocer el lugar donde estaba parado, sin duda, por el mar a mis espaldas y la arena adornada con palmeras, era mas que obvio que me encontraba en una playa, pero no se parecía en nada a ninguna playa que yo hubiera visto en mis casi quince años, la arena era extremadamente fina y blanca, las palmeras eran tan altas que parecían gigantes danzando al compás del viento que era cálido, el cielo tenia una tonalidad violeta oscuro sin una sola nube, el agua del mar parecía haber modificado su composición y se había teñido de un azul casi negro del que emanaban miles de pequeñas luces que eran arrastradas de aquí para allá por la marea, admire una gran cantidad de esas luces varadas en la arena, y se veían justo como yo había estado, tome una entre mis dedos y la hice rodar por la palma de mi mano, su peso, su forma, su textura, todo en ellas era similar a las piedrecitas que había en el bosque cercano al lago, pero estas brillaban con una luminosidad hermosa, tome una y sin pensarlo dos veces me la metí a la boca y la trague, al sentir su consistencia caliente y áspera deslizarse pesadamente por mi garganta desistí a la idea de ingerir una mas, pero solo por si acaso recogí unas cuantas y las metí en los bolsillos de mis pantalones.

- ¿Donde estoy? - pregunte en voz alta con esperanzas de una respuesta.

- En el centro de una galaxia - me contesto una voz a mis espaldas, seria y calmada.

Como era de esperar y ante tal contestación, me mantuve firme sin voltear con el temor de encontrar a alguna extraña criatura, me la imaginaba de aspecto visceral y palpitante, del tamaño de una hoja de papel doblada por la mitad, tenia la habilidad de dormitar dentro de los sobres donde quiera que hubiera cartas inentendibles y el venia por venganza, yo había enterrado con decenas de piedrecitas a uno de los suyos muy profundamente en un agujero sin oportunidades de escapatoria, el quería tomarme a mi, meterme en un agujero y obligarme a tragar piedrecitas hasta que llegaran a mi garganta y muriera por asfixia.

Pero las cosas no fueron nada como eso, en cuanto me di la vuelta, me di cuenta de que el no era una criatura invasora de sobres, tampoco quería vengarse y mucho menos me obligaría a comer ni una sola piedrecilla.
El estaba viéndome con la mirada gris mas apacible, casi inexpresiva, tenia un cabello negro perfectamente oscuro, su piel tenia un acabado de porcelana blanca y lisa, tenia el aspecto de un hombre ligeramente pasado de la treintena, pero tenia un encanto eterno que me hacían entender el porque mi hermana había decidido desaparecer junto a esa implacable sima cósmica perdiendo su vida en el proceso.

- Estamos en el centro de una galaxia - dijo nuevamente - solos, tu y yo.

A pesar de que aun no salia del trance en el que me tenia su encanto, asentí cerrando los ojos, no tenia muy claro en que debía concentrarme primero, había un montón de cosas en las que tenia que pensar forzosamente, pero por alguna razón cuando intentaba concentrarme en algo en concreto, otro pensamiento ajeno a todo se me atravesaba impidiéndomelo, lo peor era que ese pensamiento no era muy claro y terminaba por olvidar cosas, en pocas palabras, tenia la cabeza revuelta.

A mi hermano le pasaba algo del mismo tipo pero para nada similar, el se quedaba viendo a un punto fijo por una gran prolongación de tiempo, con los ojos muy abiertos, en silencio, como si sus pensamientos fueran de vital importancia, había ocasiones en las que se olvidaba de respirar, y cuando volvía en si, ya fuera por una cosa u otra, el no era capaz de recordar en que estaba pensando, como si se apagara por momentos.

- Tu hermana murió, se suicido - probé a decir mientras volvía a abrir los ojos topándome con su presencia mas cercana a mi.

El no pareció sorprenderse, en su lugar negó suavemente y torció una ligera sonrisa o al menos eso me pareció que era.

- Vamos - ordeno repentinamente.

- ¿A donde?.

- A casa, tu tienes muchas preguntas por hacer y yo tengo muchas respuestas que dar.

Seguí su paso que me guió por un sendero escondido entre las altas palmeras, estaba tapizado de esas piedrecitas luminosas, el caminaba viendo al frente con autoridad, el tenia ese tipo de firmeza e imponencia que solo se aprendía al marchar en el ejercito, a cada paso que el daba la luminosidad de las piedrecitas se apagaba pero le recobraban enseguida cuando yo las pisaba, el era un agujero negro que arrasaba con todo a su paso y yo una estrella cuya existencia de luminosidad estaba en duda, aun así debía tener cuidado, porque si llegaba a cometer un error no podría volvería a casa.

Nos detuvimos frente a una cabaña, no era grande y no sobra decir que estaba perfectamente hecha de una madera blanca y lisa, en el porche había un móvil del sistema sola colgando y orbitando los planetas y en los planetas los satélites, todos alrededor de un sol que deslumbraba con luz propia.

Entre sin hacer comentarios de ningún tipo, solo seguí la imagen de su espalda mientras el andaba por el interior de la cabaña, el interior tenia el aroma a felicidad que mi hermana despedía, ella olía a rosas, yo odiaba secretamente ese olor, pero curiosamente cuando ella lo usaba no me molestaba para nada, mi madre decía que ella y yo teníamos esa minima diferencia, ella tenia impregnada en la piel la fragancia de una flor hermosa y natural, y yo tenia la escencia de la menta y eucalipto, sin flor y con aspecto poco atractivo, pero de fragancia fresca y atractiva. 

El tomo asiento y me indico el hacer lo mismo en el sofa frente a el, no había ni un ápice de incomodidad y ni de algun sentimiento de molestia en el aire, como si al cruzar la puerta toda la negatividad, junto con mi cabeza revuelta, se hubieran quedado fuera retenidos por las orbitas de los planetas y estuvieran absortos en su movimiento como felinos ante una canica brillante.

El se quedo observándome, en silencio, dándome a saber que no seria el quien dijera la primera palabra, desde ese momento entendí si quería escuchar su voz, tenia que hablar yo primero, como si el no tuviera permitido hablar a menos que fuera necesario, yo pregunto el contesta, asi era como intuí que serian las cosas.

- Asi que, ¿aquí es donde mi hermana estuvo todo este tiempo? - pregunte intentando ser lo mas serio posible, como si no me interesara lo suficiente.

- No es como si tuvieramos muchos lugares a donde ir.

- Y ¿era necesario que desaparecieran?

- No desaparecimos, estuvimos justo aquí todo el tiempo, pero nadie lo sabia - contesto con tono frío y serio.

- No se lo dijeron a nadie - remire con una calma pesada - ¿por que?, ¿con que propósito?

- Cosas como estas no son algo que se pueda decir tan deliberadamente, nadie iba a creerse nuestra razones - dijo mientras se acomodaba en su asiento.

StardustDonde viven las historias. Descúbrelo ahora