La materia oscura alcanza las curvas de rotación de la galaxia en la que mis pies se mantienen firmes, se extiende midiendo la distancia hasta el centro de la misma, justo donde puede provocar un cosquilleo en mi entrepierna
Esa materia oscura pareciera haber sido enviada por alguna especie de sistema de envíos especiales que en una caja de cristal cuidadosamente empacado venia especialmente para concentrarse en los gélidos ojos de Levi, que por irónico que pareciera estaban quemándome violentamente, sus pupilas viajaban deslizándose de arriba abajo por todo mi cuerpo, con la clara intención de no querer perderse de nada, tal parecía que en la retina de sus ojos tuviese adherido un par de lentillas hechas con pedazos cuidadosamente seleccionados de esa materia oscura que había llegado por correo, y como Levi había resultado ser el ser más impaciente de esa galaxia, no tardó en tomar decisiones precipitadas y se apresuró a ponerlas en sus ojos, sin tiempo para el dolor y el cuidado convirtiendo sus pupilas en dos puntos negros y profundos, con ellos él podía realizar su tarea de estudiar mi cuerpo con más detalle, como intentando encontrar la señal que se le había manifestado en un sueño poco usual.
Después de una cantidad de tiempo indefinido que me tomé en atrevimiento de calcular como "bastante prolongado", me di cuenta por fin de que Levi no estaba viendo sólo mi cuerpo, porque quizás mi cuerpo no le importaba en lo más mínimo, ya que aún si él era capaz de atravesar las capaz de mi piel, pliegue por pliegue midiendo la dureza de mis músculos, introducirse en mis poros vivos o hasta irrumpir en las grietas más estrechas de mi ser, a el de daba exactamente igual, él estaba interesado en algo más interno, en algo que pocas veces se proyectaba hacia afuera, algo que temía fuese a encontrar.
No estaba seguro, pero presentía que si lo encontraba, lo haría pedazos, lo tomaría y de la manera más descarada y vulgar lo amasaría con violencia con un solo pestañeo, justo como la carne de mi cuerpo deseaba ser tratada por sus manos, el calor era insoportable, y la erección creada en mi entrepierna tan dolorosa y palpitante me hacían avergonzarme de mi mismo.
Pero que podía hacer, seguía siendo un adolecente después de todo, aunque quizás eso tampoco importaba aquí.
Yo había accedido a su petición de ser observado al desnudo, sin pudores ni vergüenzas, a pesar que él no me daba razones o motivos.
- ¿Porque eres tan complicado?, con ella todo esto era más fácil – musito después de un largo y tortuoso tiempo.
- No sé si me alegra escuchar eso de mi hermana - comento con cierta incomodidad en la voz - ¿terminaste? ya quiero vestirme.
- ¿Por qué lo harías?, aquí no hay nadie que pueda juzgarte.
- A veces pienso que en realidad si – dije mientras cubría mi entrepierna con las prendas de mi ropa que había recogido del suelo.
- Espera sólo un poco.
- ¿Que no fue suficiente?
- Nunca voy a tener suficiente de esto, acércate.
Quería convencerme de que no debía hacerlo, que no quería tener ninguna clase de contacto con su piel, porque tenía miedo de brillar y ser absorbido por él, pero por alguna razón mi cuerpo lo deseaba, lo deseaba de una forma obscena e insana, que estaba seguro de que si tuviera la aprobación que necesitaba por parte de mi sentido común, podía llegar a convertirse en algo más allá de lo sexual, algo repugnante y enfermizo.
- ¿Vas a tocarme? – le pregunte.
- No
- ¿Yo puedo tocarte?
No dijo nada por lo que creí que estaba dándome su aprobación, me acerque tanto como pude a él empujándolo contra el respaldo del sofá individual y posándome sobre sus piernas, aun desnudo y con las manos temblorosas, me dispuse liberar mi curiosidad en su rostro, tal como esperaba, su piel a pesar de ser tan tersa como se veía, estaba helada, sus facciones parecían irreales, como si hubiese sido creado para ser perfecto.

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Stardust
AléatoireY ahora el crepúsculo morado del amanecer te roba a través de las paredes de mi corazón, muy arriba en el cielo donde las pequeñas estrellas escalan. Siempre recordándome que estamos separados. Tu vagas por la carretera muy lejos. Dejándome una canc...