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—Perdóname—le dijo él después de verla asentir, dejándola confusa antes de sentir sobre sus labios el peso de los de Vegeta, moviéndose con falta de brusquedad pero sobrados de imponencia.

Fueron instantes en los que su cuerpo se tenso y dejó de trabajar, razón por la cual el mayor tubo que sostenerla de la cintura y cuello para evitar que cayera o se alejara, instantes en los que su cerebro trabajo en la respuesta a tal comportamiento.

La respuesta no tardó en llegar.

Los rituales nupciales de los saiyajins no eran como las bodas de los humanos, no todas al menos, eso entendió de los libros que Alickse le dio, eran carnales, unión de cuerpo y alma en el mejor de los casos, solo intercambio de objetos en los más banales, y todo esto la convertiría en su compañera, su reina.

Entendió porque tenía que ser de tal forma, si sólo se unieran en una boda normal, podrían fácilmente deshacer su unión sin mucho esmero, pero si lo hacían de forma irreversible, tendrían que aceptarlo por más que no les gustara.

Se alivio de no sentirla huir, se alivió de sentir como después de unos segundos los labios de ella se movieron contra los suyos, dejándose guiar casi en el aire por él asta la cama, ahí donde todo perdió sentido, donde sintió los labios ajenos más insistentes y dónde una oleada de calor lo recorrió cuando Pan envolvió su cintura con sus piernas.

Y se sintió mal, tan mal por excitarse con el cuerpo caliente de la mujer de su hijo, quién más que nada siempre fue como su hija pequeña...y ahora la tenía desnuda entre sus cobijas, se odio por estar con otra mujer que no era su esposa, por sentir que le estaba entregando más que su cuerpo, se odio por cada jadeo que dejada a su paso al pasearse sobre las redondeces de la niña junto a él, pero sobre todo, se odio por no estar dispuesto a detenerse, por estar ansioso de tomarla por completo, porque jamás creyó ser tan aberrante en su interior, y sus pensamientos no le dejaron verla a los ojos ni una sola vez, porque si la miraba, se daría cuenta da la ola de emociones que también ella experimentaba, sentimientos oscuros, de traición, cosas nuevas y sabía que si miraba en sus ojos y veía miedo, él no se lo perdonaría jamás, porque juro protegerla y eso debía incluirlo incluso a él, esto no era precisamente lo que se prometió.

¿Hace cuánto tiempo que ninguno de los dos intimava así con alguien? Por supuesto desde que todos se fueron, la pregunta es ¿Hace cuánto fue eso? Parecía una escena tan lejana que se distorsiona a ojos de ambos ¿Cómo explicar lo que estaban sintiendo en esos momentos, calentura?

La sensación de pertenencia al poseerla, sentir que era su amo y señor y al mismo tiempo sentirse atado a sus pies, esclavo de sus deseos más íntimos. La increíble sincronía de sus cuerpos moviéndose en armonía, la abrumadora sinfonía de sus bocas jadeando susurros de placer ¿Cómo explicar la experiencia casi religiosa de ese instante donde el calor se hizo presente y arrasó con todo a su paso? Ese instante en el que sus poderes se desbordaron sin miedo de lastimarse uno a otro porque sabían que sus cuerpos lo soportarían.

El control fue algo inexistente en los últimos instantes cuando Vegeta mordió el pulgar propio y ajeno he hizo que ella bebiera unas gotas de su sangre y viceversa.

El poder ajeno recorrió de pies a cabeza, un jadeo casi lastimero escapando de ella, siendo envuelta en una luz de colores, sus ojos centellearon en diferentes tonos, sintiéndose de pronto pequeña ante el poder del Rey mientras un extraño símbolo aparecía en sus brazos, dejando una sensación de ardor a su paso.

  RESILIENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora