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  El tiempo vuela, eso no es un secreto ¿Cuándo fue la última vez que se vieron obligados a tomar un bando en un conflicto? Desde el momento en que Vegitacei inicio esa especie de institución de protección a planetas en desventaja, se habían visto envueltos en una serie de conflictos una y otra vez, por dicha en pocas ocasiones se veían obligados a intervenir militarmente, mayormente regían como intermediarios, logrando así un acuerdo mutuamente beneficioso para los involucrados, incluyéndolos.

   —Este lugar tiene una energía extraña—Comento  Amick al poner un pie sobre el planeta sin dejar de mirar a todos lados, sintiéndose nervioso y amenazado de la nada, no era el único.

   —puedo sentirlo— informo Pan alerta y tomando la misma postura de Amick ante el peligro y Vegeta no dudó en imitarla.

   Él no podía entenderlo del todo, pero tanto su mujer como Amick tenía una percepción diferente de su entorno, del peligro que los rodea y cualquier anomalía imperceptible para él, en Pan esto debido a la influencia de destructor sobre ella y Amick por razones que entiende menos, no sabe si por su edad, lo que a vivido o el hecho de que párese tener en cierto nivel el don de la videncia, sin importar las razones él los obedece y mantiene alerta.

    El ambiente no cambia, la idea de una trampa se hace más sólida con cada metro recorrido, la gravedad es más pesada, ellos lo perciben y es extraño no haber encontrado forma de vida alguna además de la vegetación espesa que los rodea, el suelo se vuelve pantanoso  y de pronto Pan percibe un sonido y se detiene, sus compañeros la imitan mientras sierra los ojos y escucha atenta, es pequeño, diminuto, pero percibe el sonido de un palpitar y una vez que lo escucha no es capas de no oírlo, el primero y pronto a sus acompañantes, todos cada vez más fuertes y agitados…entonces escucha a alguno iniciar una bocanada y ella se adelanta—¡Cúbranse!— alerta estirando los brazos en cierto ángulo y creando sobre ellos una barrera que los protege de una explosión en su contra tan potente que aún bajo el domo estos son capaces de sentir el calor sofocante ahogarlos levemente.

   Cuando el humo se disuelve y la presión del domo se desvanece, hay una línea de hombres en torno suyo. Altos y corpulentos, de piel gris, cabellos escasos y una vestimenta extraña de tapa rabos. Todos amenazantes y esperando orden de ataque.

   Uno de ellos dice algo en su lengua y todos se presipitan sobre los tres rivales acorralados. Vegeta se defiende saltando a tras, quitándose la capa en el acto y lanzándola sobre la cabeza de su atacante, logrando los segundos exactos para patear su pecho y alejarlo lo suficiente para defenderse del segundo.

    Pan hace un giro con su cuerpo y evade una lanza  con sus palmas y alcanza a tomar las muñecas del muchacho que le amenaza con una mueca y lo obliga a soltar el mango, acto seguido lo atraviesa con su propia arma, dejando de lado el sentimiento incómodo de acecinar a un chico con toda la vida por delante.

    Amick es más compasivo en comparación a sus monarcas, mientras que ellos ya tienen las manos manchadas, éste atina solo a sacar de combate a sus contrincantes, golpeándolos en la nuca o estrellándolos en algún árbol, solo en casos extremos hirió a alguno, heridas relevantes pero no lo suficientemente como para llegar a matar. Amick al igual que su Rey, y en un nivel menor su Reina, sentía la sensación incómoda en su ser al asesinar a chicos con tan corta edad, pues todos los integrantes de la pandilla no eran más que jóvenes de entre quince y veinte años a lo mucho.

   Salían de todas partes, eso parecía, pues sin importar a cuantos sacarán de combate o mataran, estos se reproducían sin parar y esto se refleja en el cansancio de Pan, Vegeta y Amick.

  RESILIENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora