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-¿alguna mejora?-preguntó como lo hacía cada noche al volver a la habitación contigüa a la que compartía con Pan.

-no-respondió Aarón-empiezo a preocuparme en serio-dijo con una voz intranquila, mirando la puerta como si pudiese atravesarla -por ambos-susurro antes de alejarse en silencio.

Aarón no era el único preocupado, a él le seguía una fila encabezada por vegeta. Ya le había dado suficiente espacio ¿verdad? No estaba mal si irrumpía en la habitación para saber cómo estaba ella. Tenía ya días con este pensamiento, sin embargo no había tenido el valor de pasar a acciones.

Se acercó a la puerta, su mano se congelo a medio camino, era la primera vez en toda su vida que se sentía tan cobarde, pero se las arregló para girar el pomo y mirar dentro ¿No se supone que estaba bloqueado? Todo estaba a oscuras, las cortinas serradas, luces y cualquier indicio de luz, fuera de uso.
Frente a él, ella, con un vestido de dormir negro desaliñado sobre su cuerpo, su cabello sin cepillar y sus pies descalzos. Hermosa.

-¿has pensado alguna vez en lo que hubiera pasado si los saiyajins no hubiesen llegado...que estaríamos haciendo?-un golpe bajo, directo a sus entrañas.

-ambos sabemos lo que estaríamos haciendo-responde neutral mientras entra y sierra las puertas. - yo con Bulma, tú con Trunks...tu y yo no existiríamos- sentencia con seguridad.

-no estaría sintiendo esto-dice con la voz rota, golpeando su pecho con fuerza-no habría pasado todo este tiempo buscando un botón de apagado...y no lo tengo, lo necesito-dice con unas solitarias gotas saladas, sin una expresión en su rostro.

-tal botón no existe-expresa como si fuera una verdad no antes revelada, una parte de él también anhela un interruptor.

-tu...-susurra con inspiración y lo ve confundirse -tu eres el botón, porque si no lo eres no entiendo porque no puedo imaginarme un mundo en donde los saiyajins no llegaron, donde no hay tú y yo...y esto duele...-susurros, uno tras otro, apenas entendible para su oído saiyajin y toda su atención se centra en ella.-repítelo-demanda con voz de mando -hazlo solo si es cierto, solo si de verdad lo sientes... de lo contrario solo abrázame-

Lo entiende después de unos momentos, ella lo escuchó, su desliz en medio de sus emociones, su verdad brotando como consuelo a su perdida.

Se acercó temeroso y la envolvió con fuerza y la beso. Se habían extrañado tanto, fue suave y lento pero tan evidente la falta que se hacían mutuamente que por un instante el dolor casi desapareció, casi.

-te amo-susurra muy bajo, casi con miedo, casi temiendo ser escuchado.

-...yo te amo tanto...tanto- Y él la vuelve a besar.

Talvez porque era la primera vez en semanas que se tocaban o por la intensidad de sus sentimientos en esos momentos, la razón no importa, sus besos se volvieron intensos y sus manos cobraron vida, tocando cada parte de ella como si fuera la primera vez, recordando por medio de tacto cada curva y cada poro, porque sentía que lo había olvidado, que había pasado tanto desde la última vez que pudo tocarla. Y se sintió bien, jodidamente bien y caliente.

Sería una garrafal mentira decir que no deseaba aquello, lo extrañaba, dios que si lo extrañaba, lo amaba, ahora era claro y era una locura el no haberse dado cuenta antes porque ¿ Cuando deseo ella a alguien con esa intensidad? Un deseo que iba más allá de cualquier excitación física, sin importar que en ese mismo instante lo estuviera empujando hacia la cama mientras se desasía de su capa y armadura.

  RESILIENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora