Capitulo 2

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Me quedé literalmente congelada con la mano en el lomo de la puerta. ¿Acaso escuche bien? ¿Dijo que encontró a la chica correcta?

Me va a dar el patatús.

—A penas la conociste hoy, ¿Cómo dices creer que es la indicada? —Le hice la pregunta dándole la espalda, no creo poder escuchar su respuesta de frente.

—Lo sentí, de acuerdo. Sentí la conexión que hay entre los dos.

¿Conexión dijo? ¿Quién dice eso?

—Esas son tonterías. —Me giré para mirarlo. Me sentía enojada, molesta con él por no darse cuenta de mis sentimientos.

—¿Por que la estás juzgando sin siquiera conocerla?

—Yo no la juzgo. Solo no quiero que nadie te haga daño.

—Ella no me hará daño. Confía en mi.

—Tu no lo sabes. A penas llevas horas conociéndola.

—Solo confía en mí. Mañana voy a presentártela. —Beso mi mejilla y sonrió. —Ahora tengo que irme.

Cuando desearía poder retroceder el tiempo y volver justo al momento dónde choqué con el vecino, pero que ahora el uniforme si se ensucie. Yo no quiero conocer a ninguna chica y más si se trata de la supuesta persona correcta para él. ¿Por que no se da cuenta de que yo soy la correcta para él? Y así deja las estupideces de andar conociendo a otras personas.

~~~

—O maldición. —Me tiré de la cama a la velocidad de un rayo. Tengo menos de diez minutos para estar lista antes de que el autobús pase. Me siento como en una misión de alto riesgo. Aunque, pensándolo bien, no estaría mal no llegar temprano al instituto, así me volaría el tener que conocer a la amiguita de Chris.

Me cambié con toda la calma del mundo y me hice más de tres peinados para luego dejarme una trenza mal hecha. Igual a Chris no le gusto yo, que más da como me peine. Antes de salir de casa miré el reloj de la pared, tengo quince minutos para llegar a la primera clase, si corro, puede que llegue, muerta pero llegaré.

—¿Tienes algún chófer? —Me volteé para encontrarme con el nuevo vecino y sus despampanantes hoyuelos.

—No. Pero me gusta hacer ejercicio, entonces pensé irme corriendo solo por hoy. —Escuché su risa y me pareció tan sensual.

—Vamos, yo te llevaré.

—¿Tienes auto? —Mi mirada se iluminó. Irme en auto con aire acondicionado y toda la cosa, suena maravilloso. Mamá nunca me deja entrar a su auto y papá mucho menos, siempre me a tocado andar en autobús, ni siquiera en taxi.

—No es exactamente un auto.

—¡Ay no! Si me sales con una bicicleta te juro que te golpeo. —Se rio divertido.

—No nos conocemos tanto. —Subió la puerta de su cochera. Lo único que logré ver, fue una moto. No es exactamente de esas que usan los tipos malos de las películas, pero se ve genial, este vecino cada vez me cae mejor.

—Esta genial. —Dije con notoria emoción.

—Me alegra no haberte decepcionado. —Me lanzó el casco, el cual casi cae al jodido suelo por mi falta de experiencia para atrapar las cosas.

—¿Por qué te ofreciste a llevarme? —Cuestione mientras escuchaba como el motor empezaba a rugir como un animal salvaje.

—Sube. —Hice lo que me pidió y cuando ya estaba lista arranco. —Fuiste muy amable ayer, así que quise devolver el favor.

Amor Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora