1. Orfandad y adopción

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El inspector Kyo Marufuji, del departamento de policía de Ciudad Domino, revisó el expediente en su escritorio por cuarta vez en una hora, anticipándose al nudo que se formaría en su garganta. Casos como este todavía lo alteraban, incluso cuando tenía una carrera de más de una década trabajando en la policía. Y no parecía que eso fuera a cambiar pronto, sobre todo porque él tenía un hijo de la misma edad que una de las víctimas.

No era común que un caso como ese fuera asignado a su oficina, el departamento de homicidios, ya que, a simple vista, esto parecía ser un desafortunado accidente de tránsito. Las víctimas, los Yuki, eran una familia como tantas otras en Japón, compuesta por dos padres y un hijo de cinco años.

El coche que golpeó al de la familia Yuki pertenecía a un muchacho de la ciudad. Uno de esos jóvenes esnobs hijos de una familia acomodada. Su coche quedó hecho polvo, y el de la familia Yuki no se encontraba en mejor estado.

Al principio, el inspector Marufuji creyó que fue a causa de ese joven y sus acompañantes que el caso fue reasignado a su oficina. El padre de ese chico era un hombre paranoico que veía enemigos en todas partes. Algo comprensible, si se tenían en cuenta las sospechas de que mantenía negocios con la Yakuza. Por desgracia, la ciudad de Domino, su hogar, estaba llena de personas como él.

El fin de semana en que ocurrió ese incidente, aquel joven decidió hacer una fiesta en la casa de playa de su familia. Después de una noche de bebidas alcohólicas y poco descanso, a él y a sus amigos se les ocurrió la maravillosa idea de volver a la ciudad en un estado inadecuado.

Lo único que deseaba la familia Yuki era pasar un día tranquilo en la playa, cuando tuvieron la desdicha de encontrarse con aquellos jóvenes, teniendo la mala suerte de que, justo en ese instante, el otro conductor perdió el control de su vehículo. Era difícil saber si fue el alcohol o una dormitada al volante. En todo caso, no importaba: el impacto al coche de la familia Yuki fue directo y letal.

Según la evidencia inicial, habría sido imposible para el señor Yuki esquivar el golpe. Sumado al hecho de que tenía muy poco espacio y tiempo para reaccionar, los frenos de su vehículo fallaron, lo que condujo a ese trágico resultado.

Una vez se hizo una investigación más profunda, los peritos determinaron que el coche de la familia Yuki presentó una falla poco usual. No se trató de una mala reparación o algún desperfecto imprevisto, sino que alguien manipuló los frenos de manera deliberada para que fallaran. Ese fue el motivo por el que el caso fue redirigido a su departamento, no por unos jóvenes millonarios muertos, víctimas de su propia negligencia.

El matrimonio murió. El padre, Raiko Yuki, al instante del impacto. Su esposa, la señora Yoshino Yuki, al poco tiempo de ser ingresada al hospital. Y el hijo de cinco años de la pareja, Judai Yuki, se encontraba en una batalla entre la vida y la muerte.

La supervivencia del niño al choque fue un milagro, aunque ahora necesitaría de otro: los médicos no tenían muchas expectativas de que fuera a recuperarse. Incluso si el chico lo lograba, todavía tenía por delante un largo período de recuperación física y psicológica. Una recuperación a la que tendría que hacer frente sin el apoyo de familia alguna, ya que sus padres habían sido sus únicos parientes vivos.

El inspector Marufuji dejó los papeles y fue a servirse otra taza de café. No podía apartar de su mente al niño ahora huérfano. El niño Yuki había quedado solo y desamparado en un mundo hostil.

Era una pena, a pesar de que su familia fue una de las fundadoras de Ciudad Domino, a diferencia de los Kaiba y otras familias viejas, su fortuna hacía mucho que se había esfumado. Ahora tendría que ir a un orfanato y, debido a su edad, sería muy difícil que alguien lo adoptara. Las parejas por lo general buscaban niños menores de tres años. Según sabía, era muy difícil que un niño mayor de tres años encontrará a una familia dispuesta a adoptarlo. Un hecho que ni siquiera la aprobación de la Ley de Adopción Rápida pudo cambiar.

Adoptado: Judai CrawfordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora