Capítulo 23

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La noche era fría, el invierno en esa ciudad era horrible, y andas solamente con su sudadera negra y debajo su sola camiseta no era especialmente abrigadora. Suspiró, viendo como el humo de su cuerpo salía de sus labios. Había salido hace menos de unos minutos de la casa de los min, dejando a su omega durmiendo con su pequeño cachorro.

Un aroma agrio, ya conocido, se hizo presente delante. Al estar con su cabeza gacha no pudo verla acercarse, pero el jodido aroma a naranja le dio la señal de que debía estar alerta.

Su lobo gruño con veracidad en su interior, arañando del mismo modo su interior, lastimando en el proceso.

-Hola, Jungkookie... -la beta sonrió, caminando al mismo tiempo que meneaba sus caderas. Jungkook de verdad creía que aquello era tonto, era como si se quebrara completamente al hacer aquello.

-Jessica. –saludó, asintiendo su cabeza e intentando continuar con su caminata. Estaba yendo tarde a la cena con su prima y si lo hacía sabía que ella no lo perdonaría.

-Es un placer encontrarte, llevo toda la tarde buscándote.

-Yo no, estoy ocupado en estos momentos. adiós –trató, de verdad que lo intentó, pero la beta lo arrastró a un callejón, su oreja dolió como el mismo infierno cuando esta la tiro. Tenía que ser la que había perforado recién.

Jadeó cuando la beta clavó sus uñas en su herida, lo estaba haciendo a sabiendas.

-Dime qué demonios buscas y prometo no ser tan duro –habló firme, acomodando sus ropas una vez la más baja lo dejó en libertad.

-Simplemente vengo con un trato –sonrió inocente, la mirada de Jeon se alzó en busca de respuestas- Prometo dejarte en paz si me das sexo dos veces al mes, o más bien, cuando te busque.

La cara de Jungkook fue de completo asco, su mueca solo hizo al lobo de la beta enfurecer. No estaba logrando su objetivo. Aprisionó su pecho entre sus brazos, aumentando más el volumen de este, Jeon hizo una nueva mueca de asco e incomodidad.

-No creas que te haré caso, es más, estoy a nada de ir a la policía a poner una orden de alejamiento –amenazó, más la beta soltó una risa cínica.

-Creo que si la empresa de tus padres se ve amenazada por una demanda porque su "descendiente" –hizo comillas- dejó embarazada a una beta, que encima es hija de su lazo más cercano, sería carnada para la prensa y mucho bufet para las noticias.

-Eres una hija de perra.

-Y eso creo que solo sería mucho peor –la beta alzó una videograbadora, los ojos de Jon vieron rojo por un momento- Es fácil, podemos hacer todo mucho más fácil y sencillo con solo un sí de tus labios.

-No tienes evidencia que pueda testificar que lo que dices pasó de verdad.

La beta rió, alzando su teléfono y reproduciendo un video. En este se veía a la beta siendo embestida por Jeon. Sus caras, cuerpos y quejidos estaban completamente visibles y audibles. Los ojos de Jeon destilaban odio, rabia y frustración.

-Borra eso.

-Una cosa por otra, tesoro... -canturreó, haciendo a Jeon solo querer cortarle el cuello. Pero aquello solo traería mayores problemas.

Las imágenes del accidente cayeron sobre el como un balde de agua helada, donde pudo recordar cada jodido momento de esa habitación, en esas dos semanas y como todo había acabado para él y el cómo había llegado a donde estaba ahora.

Con su relación con su omega peligrando, con la empresa de su familia a punto de ser metida al lio y como se había liado con la hija de los lazos más grandes de sus padres. Estaba jodido.

Esa noche solo estaba cansado, bebido y frustrado. No había podido complacer a su omega, no porque él no quisiera, por el la empotraba mil y una veces contra el muro de su cuarto, del avión en el que estaban era un escenario que le encendía mucho, pero era eso, una ensoñación. Un viaje de al menos un mes, mismo mes que dejó a su pareja sin compañía, abandonada y desolada, él las había pasado en un tedioso viaje de negocios con sus padres. Ellos querían compensar el tiempo perdido con su hijo, llevándolo a su viaje a San Francisco por un mes, con ellos, la familia Jung.

Los padres de la beta pensaban igual que sus padres, llevar a la hija de la casa a pasear a San Francisco con su mejor amigo de la infancia era un panorama que pintaba bastante bien a ojos de las dos familias, quienes se consideraban una misma con el ensueño de tener firmada la unión de una nueva inversión.

Fue una semana agotadora para Jeon, su celo había comenzado el mismo día que llegó y tuvo que satisfacerse ese mismo día con auto placer. No tenía a su omega y no estaba tampoco en Seúl como para verla. La señal en el jodido hotel era una mierda y su pésimo ingles no ayudaba como para pedirles la clave del wifi al chico de recepción.

Un día después de su celo había llegado Jessica con una botella de vodka negro, sonriente y con una clara inocencia a ojos de Jeon. Pobre de él.

Esa vez bebieron juntos, emborrachando sus sistemas hasta que los ponis de colores parecían ser sus mejores amigos, las historias que se contaban eran balbuceos sin sentido pero que entre ellos era una conversación completamente seria. No sabe cómo llegaron a acostarse, los besos y sus intimidades frotándose despertaban sus sentidos con lentitud. Pronto estaba dentro de ella, empotrándola contra el respaldo de su cama, la pared y el ventanal de su habitación. No sabía qué hacía, sus cinco sentidos parecían casi dormidos y su lobo no respondía a su llamado.

Cuando regresó y tuvo su chequeo mensual con su médico supo que lo habían drogado.

Había sido una persona normal, dejando su lado alfa por dos semanas, semanas que la beta aprovechó pata revolcarse con él las veces que quiso, lo grabó y el chico no puso impedimento. Su lobo no estaba y sus sentidos se perdían con él.

Cuando regresó a la ciudad perdió todo sentido del tiempo por dos días, días en los que su lobo retomó su lugar, lamentando no haber podido ayudar a Jeon, había perdido el sentido, la noción del tiempo y ciertamente, sabía que había dañado a su omega cuando encontró una mordida de la beta en su hombro. La mordedura o marca de una beta y un alfa es muy diferente a la de un omega y un alfa; un beta no sufre la depresión del omega cuando el lazo se rompe, es más fácil de deshacer y simplemente es como una marca de pertenencia, no existe lazo real. Es como una mordedura de animal, por lo que no afecta al lazo de omega y alfa. Jungkook lloró noches enteras después de ese estúpido viaje, no le dijo nada a sus padres puesto que se había ido antes de tiempo. Ellos después de san francisco habían ido a Los Angeles por un nuevo comprador y Jeon no estaba dispuesto a pasar otro mes fuera de Seúl.

Y todo se vio empeorado a fondo cuando la menor le dio la hermosa noticia que llevaba un fruto de ambos en su vientre. Un cachorro.

Sus ojos se hicieron agua, los limpió rápidamente, impotente y viendo rojo. Debía salir de ahí pronto si no quería cometer una estupidez.

-Te doy dos semanas, Jeon, dos semanas para que la dejes o le digo todo a la prensa. –los tacones de la beta retumbaron por el callejón, dejando al alfa solo en el frio de las calles. Estaba jodido.

Debía pensar rápido en algo.

Nuestro mundo, uno solo | Jeon Jungkook [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora