Resolviendo la Carta.

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—¡Kurapika! ¡Riolio!— gritaba cierto peliblanco mientras jadeaba, había corrido bastante, pero los había alcanzado.

—¿Puedo decirles un secreto?— al ver que los mayores asintieron, decidió contarles, pero no ahí, claramente.

—¿A casa de quién se dirigían?

—A casa de Kurapika— mencionó Leorio, este estaba algo avergonzado, no podía negarlo. No es como si fueran a hacer algo indebido, pero el solo hecho de estar uno al lado de otro les resultaba penoso.

—¿Puedo...?— dijo haciendo una seña, preguntando con esta si podía ir con ellos.

—Claro, pero ¿por qué?— habló por primera vez el rubio.

—Como dije, debo contarles algo.

{•}

Llegando, Kurapika le avisó a Senritsu, su compañera de piso, que había llegado.

—Killua, ¿Qué querías contarnos?— dijo el rubio sentado a un lado de Leorio con una taza de té.

—¿Ustedes sabían que Gon ha estado recibiendo cartas anónimas?

Al ver que los dos asintieron, prosiguió a hablar.

—Yo las había enviado.

—Ya sabíamos.

—¿¡Qué!?

—Quizá Gon sea muy despistado, pero yo no.— dijo Leorio con una sonrisa triunfante mientras inflaba el pecho.  —me dí cuenta de que era tu letra y se lo dije a la rubia— exclamó señalando al Kuruta.

—Oye, Leorio, ¿Qué dije de decirme "rubia"?— Kurapika frunció el entrecejo y volvió a tomar de su té.

—¿Y por qué nos lo dices?

—Puess...—sacó la carta que Gon había escrito, y se las mostró. —Kurapika, sé que puedes descifrar lo que dice al final, ¿podrías?— exclamó diciendo con una cara, tan parecido a un perrito mojado.

—Claro. Sólo espera, ya vuelvo— respondió a la pregunta, levantándose de su asiento.

{•}

Habían pasado ya 20 minutos, algo largos al gusto del menor.
Eran tranquilos hasta qué...

Kurapika había escupido todo el té.

El peliblanco se rió como si no hubiera un mañana, mientras que el mayor llamaba preocupado a su ahora novio.

—Oye, oye, ¿está todo bien?

El rubio le mostró la carta a Killua.

Ahora el albino escupió su té, todo por jugar a ser elegante.

"Ojalá tuviera algo así con Killua"
.
.
.

Esas palabras fueron suficiente para que Killua estuviera más que decidido a confesarse.

Lo haría.
En el gran baile de fin de curso.
Definitivamente lo haría.

—¡Kurapika, muchas gracias! ¡No mueras pronto, por favor!— dijo al ver al rubio Kuruta tosiendo como si no hubiera otro amanecer.

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Ayñ, no sé si sabían, pero me pongo como colegiala enamorada cuando leo sus comentarios 💗.

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