Él estaba totalmente centrado en el antifaz que sus manos sujetaban. A penas hace unas horas el jefe del grupo había informado que el baile sería con antifaces, a petición del presidente del consejo estudiantil, Chrollo.
El frío de la noche hacía sus nervios aumentar, y el piso retumbando debido a lo fuerte de la música no ayudaba en absolutamente nada. Su piel estaba sudando; el traje blanco que tenía estaba cruelmente aferrado a él. Odiaba lo "elegante" que su secundaria solía ser, gracias al director Netero.—¿Estás bien, Kill?— una grave voz tocó sus oídos, seguido de una mano en su hombro.
Sus ojos estaban perdidos, y el sordo sonido hacía que ignorara por completo los vívidos cuerpos de Leorio y Kurapika frente a él.
—¡Killua!— hastiado, Kurapika gritó, cerrando los ojos y ejerciendo fuerza en ambos brazos, a los costados de su cuerpo. Se reincorporó al observar respuesta ante su llamado.
—¿Qué demonios quieres? — exclamó; parecía molesto, pero interiormente estaba nervioso. Asentó el antifaz azul a su derecha, sobre la banca en dónde estaba sentado.
—vaya, que agresivo.— Leorio escupió, recibiendo un sonido de queja proviniente de los labios del albino;—¿Estás nervioso o estás enfermo?
—obviamente está nervioso; Killua nunca se enferma. Además, creo que todos se ponen nerviosos minutos antes de declararse, ¿Me equivoco?— intuyó Kuruta. Killua asintió, pero Leorio rió.
—yo no lo estuve cuando me declaré hacia tí.— tomó suavemente la mano del rubio, dejando un beso sobre esta. El carmín tiñó las mejillas del mismo.
—demonios, no coqueteen aquí.— Killua soltó un suspiro, levantándose y tomando el antifaz. Sus pies se dirigían cautelosamente hacia adelante.
—¿A dónde vas?— ambos salieron del trance, a lo que Leorio fue el primero en hablar.
—son las 10;00. Cité a Gon a las 10:15 debajo del cerezo. — su mano izquierda se dirigió hacia su rostro, colocando el antifaz sobre este.
—de acuerdo. Que tengas suerte, después nos cuentas cómo te fue. — se despidieron, para luego dar media vuelta y caminar sobre la acera de la calle.
Killua amarró el antifaz a su cabeza.
Ahí estaba él; frente a sus ojos. La luz de la luna empañando suavemente su rostro hacia que el Zoldyck se saliera totalmente de sus órbitas. Lo observó unos momentos más, para luego comenzar a dirigir pasos hacia él.
En cuanto más se acercaba, lograba escuchar con mayor claridad una melodía que el mayor tarareaba.
Daichi wo fumishimete
Kimi wa mezameteiuku
Tenshi no ho-hoemide
Tsuredashite.Sonrió con ternura.
—Hola, Gon. — saludó, apareciéndose detrás de su espalda y tocando suavemente su hombro.
Gon sintió la colonia masculina que el contrario desprendía, a lo que sonrió con euforia.
—¡Hola, Killua! No te había visto en toda lo noche. Tampoco me llamaste. ¿Estás bien?
—Claro, claro. Se me pasó. Ahora estoy aquí.— exclamó, girando su rostro hacia la Luna; —¿Qué haces aquí?
—Realmente no lo sé. Me citaron por una carta "anónima". ¿Recuerdas al chico de las cartas? Fue él. — le sonrió al albino, pero en cuanto escuchó un suspiro su sonrisa se desvaneció.
—demonios Gon, lo haces difícil.— gimoteó. Ahí fue cuando se dió cuenta de lo atractivo que lucía el más bajo. El traje verde oscuro que traía realmente se acoplaba a él.
—¿Ah?— respiró, para luego mirar la Luna. El joven contrario a él lo miró a los ojos en cuanto se volteó nuevamente.
—S-soy...- intentó hablar, en cuanto sintió líquido caliente recorrer por su rostro.
—¿¡Killua!? ¿¡Estás bien!? ¿¡Por qué lloras!?- Gon se asustó, al mismo tiempo que tomó el rostro del menor entre sus manos.
—¿A-ah?— susurró. Su corazón latía de manera acelerada.
Finalmente se dió cuenta de que realmente estaba totalmente hipnotizado por el peliverde; sus sentimientos ocultos por fin habían visto la luz, todo lo oculto por su fría personalidad se había revuelto, provocando el llanto en el joven enamorado.
—¡El chico de las cartas anónimas soy yo!— admitió, dirigiendo su antebrazo hacia su rostro, eliminando por completo aquel líquido salado que había sido derramado por su mejor amigo.
—oh.— Gon se quedó paralizado, aunque momentos después tomó los cabellos de Zoldyck, acariciándolos con suavidad;—lo predecía, Killua.
El nombrado alzó el rostro, viendo con emoción los ojos del más bajo.
—¿E-en verdad?— entrecortadamente sus palabras salieron de sus labios. Gon asintió.
—era raro que no se haya molestado por el beso de la pijamada. Además, sólo Kite y tú son albinos en la escuela.
Killua miró el césped del piso con tristeza.
—Demonios, debí ser más cauteloso.
Gon rió al ver a su amigo de manera tan sumisa. Y dejó de reír cuando se dió cuenta de que él albino no progresaba en su plática.
—yo... Uhm, ¿Killua?- dudó por un momento, pero al recordar todo lo que provocaba en su mente y corazón prosiguió.—¿T-te gustaría ser mi... Pareja?
Killua abrió los ojos de manera exaltada, sintiendo como el carmín teñía rápidamente sus mejillas.
—tch, sí, Gon. ¡Sí quiero ser tu pareja~! —gritó finalmente, abalanzándoce hacia los brazos del mayor.
Ambos sonrieron, el momento que tanto habían esperado finalmente llegó.
Kurapika y Leorio sonrieron desde la lejanía, observando aquella comprometedora historia. Estaban muy felices por sus amigos.
¡Cartas Anónimas ha llegado a su fin! ¿Les gustó el final? Me parece algo triste terminarla, ¡Fue mi primera historia en serio!
Recuerden, yo seguiré activa y creando historias. fufu.
¡Muchas gracias a todos los lectores que se han tomado el tiempo de leer esta historia!
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Cartas Anónimas.
FanfictionH I S T O R I A F I N A L I Z A D A Killua le envía cartas anónimas a Gon durante los descansos. ¿Gon será capaz de saber que su mejor amigo es el verdadero dueño de las cartas? ---- ALERTA CRINGE perdón, pero fue mi primera historia. • Ningún per...