IV
Tras dejar a Gara y encontrar el paradero de Daniel, se puso en contacto con Begoña Villacis, la nieta de la señora Green, explicándole brevemente que debía seguir la pista de Irene por lo que necesitaba viajar a Berlín, recibiendo la inmediata autorización. La señorita Villacis le recordó una vez más que llevase un control minucioso de sus gastos ya que al final del trabajo le sería devuelto cada céntimo que usó para llevar a cabo esa investigación.
Tras colgar, recogió sus escasas pertenencias y se marchó al aeropuerto sin mirar atrás, nada quedaba en Madrid que fuese de interés para la historia que estaba recogiendo.
El viaje a Alemania, bastante más corto que su viaje anterior, lo pasó estudiando todo cuánto pudo obtener de Daniel Müller, no era mucha la información sobre él, no era un hombre importante de eso no tenía dudas.
Una vez en tierra, un taxi la llevó a su alojamiento donde se registró inmediatamente, pidiendo una guía de la ciudad, el nombre y la dirección de la residencia militar donde Daniel Müller habitaba ya los tenía pulcramente apuntados en su libreta.
Tras un par de horas reconociendo el lugar, maravillándose con todo cuanto veía, tan distinto a Boston, tan distinto a cualquier lugar que hubiese visto antes en su vida, finalmente llegó a su destino. El enorme edificio, parecido a un hospital donde veteranos de guerra descansaban esperando su final se alzaba ante sus ojos majestuoso. Sin demora penetró en recepción donde una joven muchacha la recibió con una sonrisa. Su alemán era pésimo más intentó comunicarse con ella, provocándole una sonora carcajada y que esta respondiera en perfecto inglés.
-Podemos hablar en inglés si lo desea ¿Qué necesita?
-Mucho mejor, el Alemán no se me da muy bien, estoy buscando a una persona, Daniel Müller.
-¿Al señor Müller? ¿Para qué lo busca?
-Soy periodista, estoy escribiendo la historia de una persona que en algún momento de su vida coincidió con el señor Müller, necesito su versión, si eso fuera posible.
La muchacha se la quedó mirando unos instantes, antes de indicarle el número de habitación y darle una tarjeta de visitante para que pudiera entrar, no era la primera periodista que se adentraba en el lugar, muchos de sus habitantes tenían historias desgarradoras y fascinantes de contar, mas no el señor Müller, de eso estaba segura...
Elsa caminó segura por esos pasillos, acostumbrada como estaba a ese tipo de lugares, buscando la habitación que la chica de recepción le había indicado. Cuando la encontró, llamó educadamente y se atrevió a entrar, de forma tímida en la estancia. Toda la habitación estaba teñida de blanco, como si de un hospital se tratara, sobre la mesa un jarrón con rosas empezando a marchitarse y, frente a la ventana, una silla de ruedas portaba a un hombre, de cabello cano y mirada clara, mirada apagada y perdida más allá del gran ventanal, contemplando su ciudad con un gesto disgustado en los labios.
Al escuchar los nudillos sobre su puerta y como esta se abría suspiró, de recepción le habían avisado que una periodista subía a entrevistarlo mas no entendía por qué, se giró lentamente dejando ver su maltrecha existencia a esa mujer extranjera que se presentaba ante él.
Antes de que la joven pudiese romper el silencio, se adelantó ya que no comprendía por qué una norte americana había viajado tan lejos a hablar con él, nunca hizo nada interesante en su vida.
-Así que periodista, dígame ¿Por qué hablar conmigo? Ni siquiera luché en la segunda guerra mundial.
Elsa se quedó muda unos instantes, no sabía qué tipo de relación tuvo ese hombre con Irene, no sabía si hablar de la morena traería recuerdos amargos para ese hombre cuya vida ya estuvo marcada por la invalidez y el sufrimiento.
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¿Quién soy?
FanficUna periodista caída en desgracia recibe un misterioso encargo, investigar la vida de Irene, una joven muchacha que, en el año 1934, desapareció misteriosamente de su casa antes de casarse con un hombre al que no amaba.