Capítulo 12

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Tras visitar la tumba de Andreja y Markus junto a Alec, Elsa se sintió conectada con la historia que guardaba en su bloc de notas, los pequeños detalles y matices, la voz perdida de una mujer extraordinaria, las sombras de su pasado, sombras que ella misma debía espantar para dejar a la luz quién fue Irene, quién fue Inés y cuál fue su destino.

Pasó un día más en Varsovia, junto al señor Vazko, acompañándolo y escuchando las tiernas historias de su infancia mezcladas por otras más crudas y sombrías, como las que vivió mientras Varsovia pertenecía a los comunistas. Durante ese tiempo aprendió una valiosa lección, la historia sigue viva, sigue latente en cada ser humano pues cada hombre o mujer crea su propia historia, al igual que Irene al decidir huir de toda comodidad junto a la mujer que amaba. Su insulsa vida, sus preocupaciones sobre el trabajo o la hipoteca poco a poco fueron eclipsadas por el ideal de vivir, de dejar su huella en el mundo así como tantas otras personas antes que ella lucharon en las sombras por un mundo mejor.

Ya a bordo del avión que la llevaría hasta Boston, se permitió pensar en los giros que daba esa enrevesada historia que estaba recomponiendo, una aventura que empezaba en España y la llevaba de vuelta a estados Unidos, muy cerca de su ciudad natal, Irene había ido a parar a un pueblo pesquero del que solo conocía le nombre puesto que, era tan pequeño y apartado del mundo que nunca se aventuró a visitarlo.

Pensando que, irónicamente, volvía al inicio de todo, pronto cayó profundamente dormida, le esperaba un largo vuelo hasta pisar una vez más el suelo americano.

Cuando el avión aterrizó en el aeropuerto de Boston, sintió todo su cuerpo agarrotado ya que llevaba demasiadas horas metida en un minúsculo asiento, por mucho que sus gastos estaban pagados no quería abusar de la amabilidad de la señora Green y viajaba en clase turista. Recogió sus pertenencias que tardaron una eternidad en aparecer en esa cinta y, con celeridad, se metió en un taxi dando su propia dirección, pasaría por su casa a descansar un poco y asearse antes de ir a New Port, antes de perseguir una vez más el fantasma de una mujer del pasado.

Una vez en su apartamento, se dejó caer sobre la cama durmiéndose en el acto, dándose cuenta en ese momento de su nivel de agotamiento, tras no haber parado un solo instante en su viaje por Europa y haber dormido apenas unas horas necesitaba descansar.

A la mañana siguiente, visiblemente recuperada de su agotador viaje y bastante animada ya que se acercaba cada vez más a la verdad, a saber con exactitud cuál fue el destino de Irene e Inés, cogió el teléfono marcando el número de Begoña Villacis, la nieta de la señora Green, para explicarle su siguiente procedimiento, recibiendo la misma respuesta de siempre, que anotara sus gastos pues estos le serían pagados.

Si a la señorita Villacis le extraño que los pasos de Irene la llevaran a los alrededores de Boston no lo dejó ver en su conversación, tan alegre y amable como siempre.

Tras un copioso desayuno, recopiló sus notas y las ordenó, cogiendo una libreta nueva puesto que la que llevó a Europa estaba ya repleta de historias y se encaminó a su coche, rumbo a New Port.

Se había tomado la libertad de hablar con el alcalde del pueblo, explicándole brevemente el motivo de su visita, nada más llegar se reuniría con él para averiguar quién podía darle la información que estaba buscando, el siguiente capítulo de la vida de Irene.

El viaje no fue muy largo y, tras un par de horas al volante, el cartel de bienvenidos a New Port apareció en su campo de visión regalándole una sonrisa, tenía todo el día para campar a sus anchas por el pueblo, preguntando sobre Irene a quién pudiese recordarla, a quien hubiese vivido en el pueblo al mismo tiempo que ella.

Entrando al lugar divisó una pequeña cafetería y ahí dejó su coche aparcado, entrando al local y pidiendo un café cargado para ponerse a trabajar cuanto antes, la camarera le sonrío con educación y Elsa aprovechó para preguntarle dónde podía encontrar el ayuntamiento ya que tenía que reunirse con el alcalde.

La camarera le explicó cómo llegar y, con un agradecimiento, dejó el importe sobre la barra, tomó su café y salió, andando en la dirección señalada y silbando alegre, estaba cerca de conseguir su objetivo e impacienta ya que deseaba añadir una nueva pieza a ese puzle que era Irene Montero.

Una vez en el ayuntamiento, fue anunciada y el alcalde la recibió con una sonrisa amable, su rostro era bonachón, sus cabellos escasos y rojizos, llevaba unas gafas que se escurrían por su nariz dándole un porte sabio y despistado. Tras estrecharle la mano, Elsa abordó la conversación en el acto.

-Señor Hoper gracias por recibirme, hablamos por teléfono.

-Bienvenida a New Port señorita Mills, tengo entendido que está escribiendo una historia.

-Eso es, una historia sobre una persona que vivió en este pueblo un tiempo, me gustaría contactar con familiares o conocidos a ser posible.

-Irene Montero e Inés Arrimadas ¿Verdad?

-Esos son los nombres que le di, ¿Descubrió algo que me fuese de utilidad?

-Todos en este pueblo han oído hablar de Irene Montero e Inés Arrimadas señorita Mills, aunque no hayamos podido conocerlas personalmente...

-¿Hay alguien que sí lo hiciera? ¿Qué las conociera? Llegaron aquí con una niña, me gustaría también dar con su paradero.

-Tiene que hablar usted con August, el fue alcalde antes que yo, fue alcalde desde que Irene se marchó y dejó vacío el puesto.

-¿Ireme fue alcaldesa?

-Sí, lo fue, la primera mujer que llegó a ser alcaldesa de este pueblo y no lo hizo nada mal, la gente le temía y respetaba, en una sociedad machista supo abrirse paso entre tiburones y ganarse el apoyo y el respeto de todo el pueblo, las historias cuentan que era una mujer fascinante e Inés no se quedaba atrás, dos heroínas de la guerra de Europa... pero todo cuanto puedo contarle yo son relatos e historias, August puede darle más información, el las trató como si fueran su familia, las conocía bien, el puede darle lo que está buscando.

El joven alcalde, le tendió una tarjeta con una dirección, la dirección de August, el hombre con el que debía hablar y con un mudo agradecimiento salió del ayuntamiento para encontrar a ese hombre y encontrar la siguiente pieza del puzle. Sin saber que estaba cerca del final, que New Port sería la última parada, que fue en New Port donde realmente todo cambió para siempre en la vida de Irene.
Continuará...

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