Día De La Tragedia

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¿Has sentido alguna vez la desesperación y el miedo cubriendo tu garganta, como dedos oscuros que aprietan mórbidamente hasta que se te escapa la vida lentamente, jadeo tras jadeo?

¿Alguna vez la tristeza y la rabia se han posado sobre ti cómo una nube de tormenta gris y lluviosa que te sigue a todos lados?

¿Has sentido la soledad mientras lloras en tu habitación, porque la última persona que creías que te fallaría en el mundo, te ha abandonado?

¿O te ha dolido tanto la cabeza y el corazón tras una ruptura amorosa que la única forma de solucionar tu brecha de emociones equivale a cortes en tus muñecas de los que gorgotean elegantes y cuantiosas gotas carmesí?

Todo esta bien mientras nadie salga herido, eso solía decírmelo una amiga, que ahora es sospechosa de mi intento de homicidio...

Pero ¿y si existiesen personas que merecen ser heridas? ¿Las herirías?

Muchas de las personas que conozco han sufrido por mi culpa, o al menos eso es lo que ellos quieren creer y lo que dicen.
Pero déjame contarte la verdad sobre lo que les ha hecho sufrir, no he sido yo, han sido todos esos secretos que han ido acumulando a lo largo de los años.

Y créeme cuando te digo que solo hay una cosa más destructiva que el amor y el miedo, y son los secretos. Aquellos oscuros y terribles secretos que acumulamos para protegernos de esos sentimientos que nos vuelven tan vulnerables.

¿No me crees?

Pregúntate cuántas veces has mentido por amor o por miedo, todo para proteger o protegerte de lastimar o de salir lastimado. Estoy segura de que tienes más secretos guardados en tu interior de los que crees. Sólo falta que te armes de valor para sacarlos del cofre en el que los guardas.
Deshacerse de esos secretos es liberador, cuando lo haces a tiempo.

No cometas mi error, no los uses a tu favor a costa de los demás y piensa siempre bien con quien compartirlo, puesto que los secretos son un arma de doble filo. Dispara mal y puede que tú también salgas herido.

Tal vez si yo no hubiera sido lo suficientemente estúpida como para revelar todos esos secretos antes del día de la tragedia, la muerte no hubiera acudido a mí tan veloz y prematura... Tal vez debí haber evitado vengarme de los idiotas que me rodeaban, y solo así hubiera tenido una fiesta de cumpleaños no tan trágica.

Pienso en mi madre, esperándome preocupada en su cama como cada fin de semana, mirando el celular mientras la contestadora la manda al buzón, por milésima vez. Imagino como llora en silencio para no despertar a mi padre y a mis hermanos y se pregunta que demonios hizo mal para tener una hija como yo.

Veo con claridad el momento en el que el portero toca la puerta de apartamento y le pide que baje, la imagino hablando sin cesar intentado averiguar la razón por la que él actúa tan sombrío, el muchacho que cada noche la saluda y sonríe tan cálidamente... Tantas preguntas, ni una sola respuesta. Hasta que al llegar a planta baja ve las manchas de sangre junto a mechones de mi cabello, la clara evidencia de que fallé al luchar por mi vida, mientras aún sostenía esa navaja con fuerza... La había visto antes en otras manos...

Pensé en que carajos había hecho para llegar a esto, mientras sus manos manchadas de mi sangre buscaban arrebatarme la vida y ensuciaban mi vestido rosa metálico, un estúpido capricho que me acompañaría a la tumba.

Era una lucha de supervivencia y tenía toda la desventaja de mi lado, pero lo único en lo que podía pensar, con todo el dolor recorriendo mi cuerpo, era en sus ojos; al mirarlo a esos ojos cafés tan oscuros, que en otro tiempo habían reflejado algo más puro y genuino que el odio, pensé…

¿Por qué tenías que ser tú?

Catarsis Teñida De Carmesí [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora