Catarsis Teñida De Carmesí [EDITANDO]

CAPÍTULO 20

Lucía, durante la caída.

Una voz brotó de un rincón oscuro en mi interior.

La voz que llevo silenciando tal vez durante toda mi vida, o al menos desde que soy consciente de ella.

Solo sé que ahora viendo a Victoria y a Nicolás peleando en el suelo afelpado de la estancia del edificio, solo se me ocurre pensar en una sola cosa.

No sale de mi cabeza el hecho de que tengo que hacer algo, y ese algo es terrible.

Casi parece una obsesión, y yo que tanto me jactaba de mantener un control enorme sobre mis emociones, hoy me he dado cuenta que con la persona indicada, detonamos.

Quiero creer que solo era cuestión de tiempo, porque siempre he tenido este lado oscuro dentro de mí, probablemente ahora he enloquecido, pero escucho esa voz con tanta claridad, incluso sus instrucciones puedo verlas materializadas frente a mis ojos.

Me está diciendo lo que tengo que hacer, parece fácil pero requiere que tenga mucho valor.... ¿Tendré el valor suficiente para hacer lo que me pide?

Lo tienes, ahora úsalo.

Escucho que me responde, no tengo idea de donde provenga esa voz, es inquietante y me estremece pensar en la respuesta.

¡Hazlo! ¡Ahora!

Me ordena la vocecilla, suena tan parecida a mí pero no soy yo.

Decido tomar el papel protagonico en esta historia, me levanto del sofá y dejo de vigilar la estancia, es obvio que no hay nadie y tampoco creo que alguien cruce la puerta de la estancia en la siguiente hora.

Agarro el cabello de Victoria con una fuerza asombrosa, la jalo hacia abajo con violencia hasta que su cabeza choca con el suelo produciendo un horrible estruendo, el crujido es tan fuerte que parece que le he partido el cráneo pero eso no me detiene.

Le arrebato la daga de las manos a la maldita, pienso en todas las veces que pillé a Cristóbal viéndose a hurtadillas con ella, recuerdo la horrible humillación que viví cuando filtro mi video, revivo todos esos años en los que tuve que ser la hija perfecta a costa de mi propia felicidad, todo lo que había construido y como ella lo destruyó todo en cuestión de minutos, incluso el chico del que estuve enamorada desde que tengo catorce solo sigue teniendo ojos para esta desgraciada.... La ira me consume hasta la médula de los huesos, comienzo a clavar la daga una y otra vez en su cuerpo...

Me fascina la facilidad con la que el filo de la hoja entra y sale de su carne, casi parece que estoy cortando mantequilla.

¡Hazlo! ¡Hazlo! ¡HAZLO! ¡¡HAZLO!!

Vocifera extasiada la voz que habita en mi interior, lo sigo haciendo una y otra vez pero entonces Nicolás toma mis manos y me detiene.

-Es suficiente Lucía-me dice con un tono que denota su preocupación por la situación, ahora que he vuelto a estar cuerda, reacciono pasmada, veo mis manos manchadas de sangre y la mirada sombría con la que me observa Nicolás.

-Al fin esta perra esta muerta-digo en una especie de trance, tengo muchos pensamientos viniendo a mí y no puedo controlarlos. La cabeza me duele, siento mi corazón latiendo en todo mi cuerpo.

-Vamos, tenemos que sacarla rápido de aquí, iré a ver que no haya muros en la costa-dice Nico antes de desaparecer y dejarme sola con el cadáver de la persona que más he odiado durante años.

La miro con atención, se ve más hermosa de muerta.

Siempre he creído que la muerte tiene un efecto embellecedor, torna la piel tan blanca que se asemeja a la porcelana, los labios adquieren un tono azulado pintoresco... Si Victoria se viera ahora con su vestido de lentejuelas pegado a su cuerpo y salpicado de rojo, su cabello negro azabache lacio y alborotado, pensaría lo mismo que yo pienso: parece una obra de arte.