CAPITULO 3: A MI LADO

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- Tus ojos te delataron, y tu voz me lo confirmo.- Tenía razón no había razón para negarlo, se levantó y fue por mas vino, mientras mi mirada se perdía en la ventana, pronto oscurecería y no había donde ir la lluvia estaba más agresiva que nunca entre charlas y risas el reloj marco las 12 el sueño se apoderaba de mis ojos y de los de él .

- Te ves cansada.

- Un poco, creo que me voy.

Le levante para dejar la copa en la mesa y marchar con dificultad a la puerta todo era inestable y mis pasos eran cortos e inseguros, abrió la puerta pero Alex la cerro.

- Estás loca si piensas que te dejare ir.

- Pero, no vivo muy lejos.- señale dirección a mi casa, el negó.

- No me escuchaste.- Tomo mi mano y me condujo al mueble arreglo el cojín busco unas mantas y las puso.

- Muchas gracias.- Dije apunto de sentarme, sus manos me sostuvieron para evitar que me sentara.

- ¿Qué haces? – pregunto confundido.

- ¿Voy a dormir? Dije algo confundida quizás más que él .

- No hay, mi habitación esta al final del pasillo, ves descansa.

- Pero.-- Alzo el brazo señalando el lugar, sonríe corto mientras caminaba apoyada de las paredes, la cama me hizo una invitación abierta a que me tirara en ella, tan pronto mi cabeza se apoyó en el suave colchón mis ojos se cerraron.

Una gaveta se cerró, desperté confundida y sentada en la cama.

- Lo siento.

Alex estaba con un pantalón de piyama y el torso totalmente desnudo mis ojos no daban crédito a lo que veían una sonrisa entro en el ambiente.

- ¿Quieres algo? - Pregunto mientras deslizaba suave la camisa por su torso, extendí mi mano y él fue a mi lado en la cama.

- Aun no sale el sol, ven a mi lado. – Susurre suave.

- Está bien – Respondió aun con la voz quebrada de un sueño frágil me hice a un lado mientras él se acostaba y se deslizaba entre las sabanas.

- ¿Así?

Afirme, volví a apoyar la cabeza en la almohada mientras sonreía tontamente, su respiración me daba en el cuello mire un poco y había quedado dormido, paso su brazo por mi vientre sonreí aún más y cerré los ojos solo para soñar con aquel momento.

Alexander había logrado despejar las dudas que tenía mi corazón, pero aun así como podíamos llamarle a esto, en el fondo prefería mentirme y decir que el sentía algo como yo, pero algunas veces su actitud frente a los demás me dejaba claro que solo era un juego, un triste juego al que yo me estaba aferrando, las visitas nocturnas a mi casa eran frecuentes besos caricias abrazos jamás faltaban...

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All Of MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora