Charlie,
Hace tanto tiempo que no hablamos, que sinceramente tenía dudas de si enviarte una carta o no, pero pensé que te mereces una.
Hace ya dos años que no te comunicas conmigo. Y te culpo porque yo hice todo lo posible para poder hablar contigo, pero nunca respondiste. Te mandé mensajes, te llamé, hablé con tu madre, nada funcionó.
El hecho de que vivas en la otra punta del mundo hace todo esto más difícil porque no solo va a tardar más en llegar la carta, sino que las noticias también van a tardar un poco más. Maldigo el día que tu madre decidió que la mejor opción para ti sería irte a vivir a Japón, porque ese fue el día en el que dejamos de ser mejores amigas. Hace siete años que te fuiste, tres que no te veo y dos que no hablamos. Muchas cosas me quedaron en claro, especialmente en hecho de que ya no te importo en lo más mínimo, y eso fue lo que más me dolió.
El solo pensar en nuestra amistad me hace querer llorar y refugiarme lejos de todo el mundo. Para mí, es como un tesoro que nadie tiene que tocar, que solamente nosotras dos sabemos y que si alguien se entera, pueden destruirlo y dejará de existir. Lamento muchísimo que nuestra amistad se haya ido por el desagüe, porque sinceramente eras la única persona con la que me sentía yo misma, pero ya no más.
No es que soy una inadaptada social, tengo muchas amigas y con algunas hasta pude volver a sentir lo que sentía contigo, pero ninguna es como tú. Espero que leer estas palabras te haga pensar en si hubieras podido cambiar algo hablándome, por más de que no hubieses cambiado nada. No es tú culpa, quiero que eso quede claro. Mi decisión no se basó en tu ausencia, simplemente no me sentía con ganas de vivir más.
Espero que vengas al funeral, sería la primera vez que nos vemos desde hace tiempo y la verdad es que te extraño tanto que me alegraría saber que estuviste allí para verme una vez más por los menos. Pero, si no te sientes cómoda viniendo, entonces no lo hagas.
Te extraña muchísimo,
Megan.
