Jesy,
No sé si debería llamarla Profesora Roswell, pero yo supuse que tenemos la confianza suficiente para llamarte por tu nombre.
Espero que no se sienta culpable por nada, porque no es su culpa. La verdad es, que usted me ayudó muchísimo. Yo planeaba suicidarme a principios de este año, pero al conocerla todo cambió. Para mí no es solo mi profesora de Letras, es como mi segunda madre. Usted me ayudó a sobrevivir seis meses más de infierno, y lo único que hizo fue preocuparse por mí.
¿Se imagina lo bueno que sería el mundo si la gente fuera más como usted? Usted se va a ir al cielo, se lo juro. Lo único que le pido es que no se deprima mucho por esto, y que siga haciendo lo que hace mejor, que es poder ayudar a la gente y enseñar.
De hecho, parte de la razón por la cual estoy escribiendo estas cartas es para enviar mi evaluación final y sentir que me gradué, por más de que obviamente ese no sea el caso. Siento que escribir es lo único en lo que soy buena y si es lo último que puede quedar de mí, entonces que así sea.
Preferiría que no le dijeras a la escuela que te envié esto, por esto mismo no lo mandé a la universidad, sino a tu casa. Seguramente van a encontrar la forma para hacerte despedir, por más de que no tengas nada que ver. Igualmente, no creo que sospechen, pero si te preguntan, di que no sabías nada.
Sé que tú vas a entender y respetar mi decisión, por más de que te duela no vas a hacer nada por cambiarlo, porque sabes que ya no hay nada que hacer. Intenta hablar con Mónica, Lydia, Nicole, Min y Nina, van a necesitarla mucho.
Cuídese mucho, y recuerde: “La familia no se elige, pero los amigos sí.” Para mí usted siempre será mi amiga, y una de las amigas más cercanas y confiables que tuve el placer de tener, y voy a extrañarla muchísimo más de lo que usted piensa.
La adoro y espero que lo comprenda más que los demás, porque esta es la razón por la que le escribo.
Con mucho cariño,
Megan.