Welcome to the Jungle!

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Cuando salí a la calle pude ver cómo era ese ajetreado mundo urbano de la gran ciudad: Era una jungla, ni más ni menos, donde sólo el más capaz y más fuerte iba a sobrevivir

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Cuando salí a la calle pude ver cómo era ese ajetreado mundo urbano de la gran ciudad: Era una jungla, ni más ni menos, donde sólo el más capaz y más fuerte iba a sobrevivir. Si bien había vivido un tiempo en grandes y ajetreadas ciudades como Bogotá, la ciudad de la furia Buenos Aires, CDMX, París, São Paulo y otros lugares por el trabajo de mis padres ahora debía valerme por mí misma; tal como había dicho papá "ya no iba a estar debajo del ala de mis padres", pero me había acostumbrado tanto a la tranquilidad del pueblo, su quietud y sus tradiciones que ahora me sentía incómoda y hasta fuera de lugar. Caminé hacia el supermercado aferrando mi bolsa ecológica en una mano y mis llaves en la otra, había dejado el teléfono en el loft por el apuro de salir a hacer las compras y si necesitaba llamar a alguien iba a estar en un serio aprieto, ni siquiera me sabía el número de teléfono de Kentin o del apartamento y no había traído monedas para usar el teléfono público. Ya estaba anocheciendo y las luces de las calles empezaban a encenderse lentamente, miré hacia el cielo pero la contaminación lumínica no me permitía ver las estrellas que a esa hora en el pueblo ya aparecían.


Ví muchos mendigos durmiendo en las puertas de los negocios, quizás borrachos o drogados... y también alguna que otra prostituta que ya salía para comenzar a dar sus placeres nocturnos.
Para llegar al supermercado tenía que atravesar por un parque donde Kentin me había dicho que era un lugar genial para hacer ejercicios o pasear a Fuser. Había un grupo de muchachos sentados debajo de un farol, llevaban capuchas y estaban escuchando hip-hop y fumando cigarrillos.


-Hey, linda ¿para dónde vas?-preguntó uno de ellos, eran cinco y no podía verles las caras-No te he visto por aquí ¿te acabas de mudar?


-Miren esas tetas, seguro trabaja en alguna esquina-rió otro.


-No creo, tiene demasiada ropa para eso-masculló otro-Pero las inocentes son las peores.


Algo olía extremadamente raro en el ambiente, un olor que me cerraba la garganta y me hacía toser, apuré el paso para alejarme de ellos mientras ese grupo de chicos seguía insistiendo en que me quede con ellos. Casi saliendo del parque logré ver el enorme cartel del supermercado, no era más que un 7-Eleven pero al menos iba a cumplir su propósito, sólo necesitaba algo para beber y quizás unas papitas y otros snacks para entretener a mis invitados. Entré casi corriendo, las puertas automáticas se abrieron y música de Selena Gomez me llegó hasta los oídos, tomé uno de los canastitos amarillos y caminé entre las góndolas del local buscando lo que necesitaba. Tomé una botella de Coca-Cola de los refrigeradores, un six-pack de Miller y dos bolsas de papitas, estaba buscando maní salado cuando un chico extremadamente delgado que caminaba todo encorvado me empujó con el hombro en medio del pasillo.

-¡Ten más cuidado, perra!-me dijo abriendo sus brazos, lo miré y era casi igual a Skinny Pete de Breaking Bad, hasta incluso tenía la misma cara de perdido.

-Lo lamento-susurré.

-Sí... Eso pensé...-y continuó su camino. Seguramente se iba a robar algo de la tienda. Más me valía apurarme, tomé un par de bolsas palitos de queso y me acerqué a la caja. El dependiente me miró con ojo crítico.

Corazón de Melón con Limón (libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora