De Hombre a Hombre

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Nathaniel llegó al lugar que Kentin le había indicado, era una cafetería céntrica con vista al parque, muy bonita y pintoresca, con ventanales enormes esmerilados y plantas que daban toques de vida en esa jungla de concreto

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Nathaniel llegó al lugar que Kentin le había indicado, era una cafetería céntrica con vista al parque, muy bonita y pintoresca, con ventanales enormes esmerilados y plantas que daban toques de vida en esa jungla de concreto. El Cosy Bear Café estaba lleno de delicioso perfume de las infusiones y pan tostado, las magdalenas y cupcakes se veían muy apetitosos pero en ese momento el muchacho tenía un nudo en el estómago pues no sabía como iba a reaccionar el soldado con la noticia que iba a darle.

El rubio se sentó en una mesa que daba contra la ventana y esperó a que su acompañante llegue. Una muchacha se acercó a atenderlo pero él le respondió que estaba esperando a alguien; se retiró con una sonrisa y un guiño de su ojo. Nathaniel le sonrió con apenas una mueca de sus labios. Revisó su teléfono para ver la hora... Aún estaban en horario, sabía que Kentin era muy puntual pero había imaginado llegar al café y ya encontrárselo sentado en una mesa, acariciando una pistola.

El Jeep de Kentin se estacionó al frente de la cafetería y de él salió su dueño; Nathaniel tuvo que parpadear varias veces para darse cuenta que no estaba soñando pues Kentin había crecido unos centímetros más, estaba más musculoso y tenía hasta un aire distinto que antes no tenía. Su corazón se aceleró nervioso mientras que el soldado lo miró a través de sus lentes de aviador. La luz del Sol hacía que se translucieran un poco y podía jurar que en su mirada había una promesa que hoy no salía vivo de esta. Entró con paso decidido al café y se encontró con Nathaniel.

-Nathaniel-dijo con un saludo seco.

-Kentin-respondió de la misma manera el aludido, la camarera regresó al ver que finalmente el acompañante había arribado.

-¿Puedo tomarles la orden?-preguntó. El rubio iba a pedir dos cafés pero Kentin se le adelantó.

-Tráenos dos cervezas en botella, sin vasos-dijo Kentin, mientras se sacaba los lentes de aviador y los dejaba en la mesa-Guinness.

-¿Algo más?-quiso saber.

-No, nada más. Muchas gracias-Kentin le sonrió con la misma mueca de Nathaniel. La chica anotó todo y se retiró, Nathaniel lo miró con los ojos como platos.

-¿Cervezas? Son las once de la mañana-susurró.

-Nunca hay horario para tomar una buena cerveza-respondió Kentin, mirándolo impasible con sus ojos verdes. Nathaniel se removió incómodo en el asiento, si el soldado era peligroso sobrio no se imaginaba como iba a serlo con un par de cervezas encima. La camarera regresó trayendo dos Guinness como lo había ordenado Kentin, las destapó y dejó un plato con papas fritas y otro con cacahuates, aceitunas y pan; el ojiverde le agradeció y la muchacha se retiró-¿De qué querías hablar?

Nathaniel primero sorbió un poco de cerveza para darse valor. Nunca había probado una Guinness, era muy fuerte para su gusto y eso se reflejó con un hizo un gesto de su cara.

-Está muy fuerte.

-Porque es una cerveza negra-Kentin tomó la botella del pico y sorbió un poco.

-¿Por qué no pediste una rubia?-quiso saber Nathaniel mientras se llevaba una papa frita a la boca.

Corazón de Melón con Limón (libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora