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Jueves; 2:54 a.m.

Estaba sentado en el banco, esperándola. Normalmente ella llegaba antes que yo, así que no pude evitar preocuparme por su retraso.

Pronto, la vi caminando indecisa hacia donde yo estaba. Y estaba temblando.

—Qu...— no pude acabar porque ya la tenía abrazándome.

Correspondí su abrazo e inhalé su perfume de Tous.

Con cuidado, nos senté en el banco, ella recostada en mi pecho. La sentí vibrar bajo mis brazos, estaba llorando.

Rápidamente se separó de mí, sentada sobre sus piernas y limpiándose con la manga las lágrimas.

Sus mejillas estaban rayadas por ellas.

—Crees...— empezó, intentando deshacerse del nudo de su garganta.— ¿Crees que estoy gorda?— preguntó, llorando todavía más.

—Estás perfecta, eso es lo que importa.— respondí.

No era el mejor cuerpo, ni el peor, pero todos deberíamos oír eso alguna vez.

—¿Eso es que sí?— sollozó. Con cada uno de sus sollozos agudos, mi pecho se contraía más y más, amenazando con doler.

—Eso es un qué te pasa.— respondí, separándola de mí para verla mejor.

Intentando calmarse, inspiró temblorosa.

—Ya van varias veces... Me llaman gorda.— mordió su labio inferior, intentando no volver a llorar.

Sentí un sabor amargo en la garganta.

—¿No pueden simplemente guardarse sus comentarios de mierda?— preguntó ella, con odio ahora.

Suspiré y la abracé.

—Zu, no es el que te llamen gorda o no, es el que lo entiendas como un insulto. — respondí sobando su cabello con mi mano.

Se separó y me miró como si estuviera delirando.

—Pero...— intentó contradecirme. —Tienes razón.— murmuró abatida, soltando un gran suspiro.

Ahora, una curiosidad me invadía.

—¿Quién te lo dice?— pregunté, tensando la mandíbula.

Ella iba a un instituto privado, aunque allí la gente era más prepotente y consentida. Exceptuando Zu.

—Déjalo ir, no importa.— evitó mi insistente mirada.

La apreté todavía más, bloqueando mi mente. Solo quería pegarle en la cara al que se lo dijo.

—Zu, iré pegando a todos si no me lo dices.— dije serio, pensaba conseguir una respuesta.

Ella dudó en responder, hasta que de un momento a otro apareció una mueca en su cara.

—Unos... del instituto, pero no pasa nada.— intentó convencerme.

Sin conocer a la gente de su escuela, ya me caían mal.

Destensando mi mandíbula, forcé una sonrisa para tranquilizarla.

—Está bien, pero tengo que irme.—respondí levantándome, dejando un beso suave en su mejilla. Al instante cerró los ojos, hasta que me separé.

Se sentía muy bien tenerla cerca.

—¿A estas horas?— cuestionó, levantándose también.

—Sí.— puse una mueca en mi cara. —Lo siento, de verdad.— me sinceré, sonriéndola por última vez antes de irme.

[...]

✿𝓜𝓸𝓸𝓷𝓯𝓵𝓸𝔀𝓮𝓻✿ 《✔️》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora