¡Hola a todo el mundo!
Como os dije, aquí traigo este pequeño extra para no teneros tanto tiempo sin novedades. Es una pequeña escena que escribí a petición de mi beta, algo que se sitúa completamente fuera del hilo temporal de esta historia.
La buena noticia es que, a partir del viernes que viene, vuelvo con las actualizaciones semanales ^^. Muchísimas gracias por toda vuestra paciencia.
Espero que os guste este pequeño extra y ya sabéis: ¡no olvidéis votar, comentar y compartir!
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La cuchilla resbalaba por la piel y dejaba un rastro apurado a su paso. Olsen, con una toalla sobre los hombros, se dejaba hacer con los ojos cerrados mientras Niels, concentrado, intentaba no dejar un centímetro de piel sin afeitar. Sobre la repisa del lavabo descansaba un pequeño cuenco de madera pulida, lleno de espuma y con la brocha con la que momentos antes le había enjabonado el rostro.
—¿Quién me iba a decir que eras tan... tradicional? —se burló Niels con media sonrisa.
Olsen se encogió de hombros.
—Tengo la piel sensible y todas las espumas de afeitar industriales me dan reacción. Además, tienes que reconocer que las maquinillas no dejan tan buen resultado.
—Ahí te doy la razón. Aunque me gusta cuando tienes sombra de barba.
—Ah, ¿sí?
Niels asintió.
—Estás más... viril.
Olsen sonrió con la mirada fija en los ojos de Niels y este, tras devolverle la sonrisa, se inclinó y le besó en los labios. Con una risa suave, Olsen alzó una mano y le retiró la espuma con que se había manchado.
—Levanta, venga —añadió Niels, gesticulando con la cuchilla.
Olsen, obediente, volvió a estirar el cuello y a cerrar los ojos.
Niels sentía entre los dedos cada pelo que seccionaba. El rasgar de la cuchilla sobre la piel de Olsen le acariciaba los oídos y percibía a simple vista la forma en que los poros se le quedaban abiertos tras su paso.
Le estiró la piel de la garganta con los dedos y no desaprovechó la ocasión para acariciarle bajo la nuez. Olsen abrió de nuevo los ojos para mirarle. Ladeó apenas el rostro siguiendo una nueva instrucción, pero no apartó la mirada, ni tampoco Niels que, sin decir una sola palabra, expresaba tanto.
—¡Ay!
El corte, justo bajo el hueso de la mandíbula, empezó a sangrar de inmediato.
—Lo siento.
Se le había escapado la cuchilla. Estaba siendo cuidadoso, pero aquella mirada le había hecho perder la concentración. Le resultaba muy difícil ignorarle cuando ponía esa expresión, y es que Olsen podía ser complaciente y concederle todos y cada uno de sus deseos, pero cuando era él quien decidía, Niels caía rendido a sus pies.
El corazón le dio un vuelco al observar la gota roja que descendía lenta hacia la toalla. Se acarició un colmillo con la punta de la lengua.
—Si te estuvieras quieto... —trató de excusarse y, de paso, ignorar el hambre que comenzaba a hundírsele en las entrañas.
—Lo estoy —replicó el otro.
Pero sonreía. Olsen había iniciado el juego y sabía muy bien que Niels había caído en él. Inclinó un poco más el cuello hacia el lado contrario; de la herida cayó otra gota.
—Eres un...
Niels no terminó la frase. Se inclinó y, con los labios entreabiertos, tomó ambas gotas. Las saboreó sin separar los labios de la piel y le acarició con los colmillos. Olsen emitió un gemido de anticipación, pero no le dio el gusto. Todavía no.
—Estate quieto —le ordenó.
Por supuesto, Olsen obedeció y no rechistó ni una sola vez mientras Niels, con la misma precisión, terminaba de afeitarle. Al terminar, usó la toalla para retirarle los restos de jabón y le observó unos segundos sin soltar la cuchilla. Momentos después, le apoyó el filo en la garganta.
—No deja de sorprenderme la forma en que dejas tu vida en mis manos.
—¿Qué quieres que te diga? Me gusta el riesgo.
Un nuevo gemido llenó el cuarto de baño cuando la hoja cortó. Fue superficial, por supuesto, pero no lo suficiente como para que no fuera limpio. De inmediato, Niels se inclinó y lamió despacio.
—No —protestó Olsen mientras le quitaba la cuchilla—. Hazlo tú.
La carne cedió bajo los afilados colmillos. Olsen gruñó y rodeó a su amante con los brazos. Le metió los dedos en el pelo, susurró su nombre y se relajó en el abrazo que le mantenía pegado a él.
—Ya sé por qué siempre me pides que te afeite —dijo Niels al cabo, con la boca manchada de sangre y los latidos a mil por hora—. Te encanta seducirme, ¿verdad? —Olsen asintió—. Y yo caigo como un tonto.
La lengua de Niels en su boca le tiñó los labios de rojo y le llenó el paladar con el sabor de su propia sangre. Olsen se preguntó a qué sabría la de Niels.
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Hasta que me olvide de ti (#LatinoAwards2020)
ParanormalLa ciudad de El Reo se acerca a la idea de una utopía. Sus habitantes viven en un estado general de satisfacción y sin demasiadas carencias. El crimen es anecdótico: uno puede caminar de noche por las calles sin miedo a que le ocurra nada. Eso creyó...