HASTA QUE ME OLVIDE DE TI
Por Ami Mercury
XVIII (Parte 1)
Olsen observaba el interior del dormitorio desde el dintel de la puerta. Tenía los brazos cruzados y una eterna expresión de descontento que no había borrado desde la noche en que regresara la última integrante de aquella extraña familia. Así se llamaban ellos, al menos; Olsen aún no podía verlos como tal.
El silencio reinaba en el lugar. Todos dormían o habían salido a trabajar y él no podía dejar de darle vueltas a lo mismo: ¿qué hacía allí? Había transcurrido casi una semana y todo parecía en pausa. Nadie se había molestado en darle más detalles acerca de nada. Le habían pedido ayuda, él se la había negado y hasta ahí. Captaba las malas miradas, los comentarios a la espalda por parte de alguno de los vampiros, pero tampoco hacían por expresarle su odio ni ninguna otra cosa que sintieran por él. Ni siquiera le pedían nada por estar allí.
La única condición era que no saliera. No podía abandonar el lugar. Tal y como había dicho Sigurd, allí volvía a ser prisionero. Se le venían las paredes encima y ni tan solo podía protestar. En esos días, su rutina había oscilado entre la cama que ahora contemplaba y el sofá del salón, y ni tan solo había podido acompañar a Sigurd a algo tan cotidiano como hacer la compra. Resopló.
—¿Puedo saber en qué piensas?
La voz de su amante lo sobresaltó. Se creía a solas; ni siquiera había oído la puerta de la calle. Dio un respingo y se relajó de inmediato al sentir los brazos alrededor de la cintura. Sin embargo, la suavidad del agarre y la calidez de sus labios en la nuca, al contrario de lo esperado, le agriaron todavía más el humor. Lo apartó sin mucha ceremonia y giró sobre los talones para dirigirse a la cocina.
—¿Olsen?
Extrañado, Niels fue tras él. Acababa de regresar tras haber pasado toda la noche fuera; no salía a alimentarse a diario, pero seguía sin soportar la sangre sintética y no quería depender de Olsen. No lo convertiría en una simple fuente de alimento; morderle era parte de algo mucho más íntimo entre ellos y mucho menos funcional. Por eso, cuando empezaba a sentir la debilidad, se ausentaba y regresaba con las fuerzas recuperadas.
Olsen lo odiaba.
Sin decir una palabra, empezó a prepararse el desayuno. Niels lo observaba a caballo entre la culpabilidad y el enfado. Pronto, el olor a café le invadió las fosas nasales.
—¿Has pasado buena noche? —preguntó, más por romper el hielo que por un interés real.
—No mucho —replicó Olsen mientras batía y sazonaba un par de huevos.
—¿Y eso?
Tardó un poco en responder. Niels captaba a la perfección su malestar, era como una corriente que manaba de él y lo aplastaba contra el suelo. Casi podía ver su aura oscureciéndose.
—Digamos que..., las paredes no son lo suficientemente gruesas.
—Oh. —Niels emitió una risa suave—. ¿Viktor y Sigurd?
—Hela y Sissel.
—Bueno, es normal después de... Al menos reconforta saber que Sissel ya está recuperada.
Niels hacía todo lo posible por no delatar que captaba los sentimientos de su amante. Se comportaba con toda la normalidad de la que era capaz, suponía que Olsen todavía no estaba listo para descubrir hasta qué punto era diferente, pero incluso con esas premisas, llegó un momento en que fue imposible ignorarlos. Y es que Olsen los hacía muy visibles a base de silencios y golpes secos en la encimera de la cocina.
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Hasta que me olvide de ti (#LatinoAwards2020)
ParanormalLa ciudad de El Reo se acerca a la idea de una utopía. Sus habitantes viven en un estado general de satisfacción y sin demasiadas carencias. El crimen es anecdótico: uno puede caminar de noche por las calles sin miedo a que le ocurra nada. Eso creyó...