Capitulo 18

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Ámbar salió del despacho y fue dando un paseo hacia el despacho de Luna. Por el camino se cruzó con una cabellera larga y pelinegra. Delfina se detuvo al ver a su antigua amiga, pero Ámbar fingió no verla y giró hacia otro lado.

...
Cuando Ámbar había vuelto a su trabajo, después de dejar a Simón en donde ahora estaba, le había dicho a Delfina que se marchara en menos de una hora. Tomando ejemplo de su amiga Luna, la amenazó con lanzar sus cosas por la ventana si no lo hacía. Delfina tardó tres horas en recoger sus cosas de la calle.
...
- Llegas tarde. - dijo Luna al verla, dando pequeños brincos. Estaba nerviosa.
Ámbar se sorprendió al darse cuenta de que al fin había llegado frente a Luna. Seguía pensando en el daño que Delfina le había hecho cuando se encontró con una de sus actuales mejores amigas.
- ¿Te encuentras bien? - dijo Luna, tomando a Ámbar del brazo.
- Si, si. ¿Qué decías?
- Que llegas tarde.
- ¿Qué decís? Habíamos quedado a las cuatro y son las tres y media. - dijo Ámbar, mirando su reloj.
- Bueno, vale, no es tan tarde, pero tenemos que hacer muchas cosas. - dijo, cogiéndole del brazo.
- ¿Por qué no te relajas un poco, Luna? - dijo Ámbar, corriendo tras Luna.
- ¿Que me relaje? - exclamó. - Hoy es el cumpleaños de Simón. Tenemos que preparar la fiesta sorpresa.
- Sabes muy bien que Simón no quiere fiestas. - dijo Ámbar, deteniendo a Luna. - El año pasado faltó muy poco para que apareciese la prensa pensando que era la fiesta de algún famoso.
- El año pasado cumplía treinta años. Se tenía que celebrar a lo grande. - dijo Luna, como si ello fuera lo más obvio. - Este año no me pasaré tanto, lo prometo.
- ¿De verdad?
- ¿Acaso no me crees? - dijo Luna, con aire ofendido.
- Ok, ok. - suspiró Ámbar, sin creerse ni una palabra. - ¿Lo tienes todo organizado?
- ¿Acaso lo dudas? - Ámbar sonrió. – Mi hermana irá a buscar a los niños al colegio, Jazmin se ocupará de la decoración. Ruggero, Edward y Nicolás se llevarán a Simón a... Bueno, no sabe donde irán, pero le tendrán entretenido el tiempo suficiente. - dijo Luna, comenzando a caminar en dirección al centro comercial. - ¿Ya tienes el regalo de Simón?
- Si. - dijo Ámbar, riendo por lo bajo. Nadie podría imaginarse la sorpresa que tenía preparada.
- Pues yo no, y no sé qué comprar! - exclamó, desesperada. - ¿Qué le compro? ¿Qué le compro?
- Simón no quiere nada.
- Ya lo sé, pero me da igual lo que diga. Le voy a hacer un regalo igualmente. - dijo, encogiéndose de hombros.
Ámbar rió.
...
Hacía ya cinco años que Nicolás, Luna y Simón habían vuelto a Buenos Aires. Simón volvió a trabajar en la empresa de Ámbar y, por el primer aniversario de novios, le hizo a Ámbar el mejor regalo que podía haber imaginado. Le compró su mitad de la empresa a Matteo. Este no quería, porque no quería alejarse de Ámbar, pero Simón fue muy persuasivo y consiguió que le vendiera su parte y que se marchara para siempre.
...
- ¿Que le parecería a Simón esto? - dijo, enseñándola una cazadora de cuero marrón. - ¿Crees que le gustará?
- Creo que le pediré que baile para mí con eso. - dijo Ámbar, pensando en voz alta.
- Pues me la llevo! - gritó Luna al dependiente. - Todo sea por que mi amiga cumpla su fantasía
- Luna...
- Te callas. - dijo, ignorando a Ámbar.
Ámbar rió de nuevo. Luna nunca cambiaría.
...
Luna había vuelto a Buenos Aires dejando su trabajo, y Ruggero no dudó en hacer lo mismo. Una vez enArgentina, Ruggero se instaló temporalmente con los tres amigos y decidieron abrir una consulta psicológica juntos. En el piso de encima de la consulta, comenzaron a vivir juntos tras cuatro meses de noviazgo.
Ruggero y la hermana de Ámbar, que se veían habitualmente cuando todos los amigos se encontraban, se trataban cordialmente. Al fin y al cabo, habían compartido cinco años de su vida.
...
Tras una intensa tarde de compras, llegaron al apartamento de Ámbar. Jazmin ya estaba allí, montando la decoración. Ámbar se sorprendió. El apartamento estaba precioso. Estaba decorado con mucho estilo.
- Va a ser una cena de etiqueta. - dijo Jazmin, al ver la expresión de Ámbar.
- Con los niños, le veo difícil. - dijo Ámbar.
- No seas aguafiestas! - dijo Luna, golpeando a Ámbar en el brazo. - Los peques se van a comportar. Jamie me lo ha prometido. - dijo, refiriéndose a su hijo de cuatro años. - Y lo que dice mi niño, es sagrado.
- Si, claro. - dijo Jazmin. - De mi Eliot si que puedes fiarte. - dijo Jazmin, hablando de su hijo de tres años y medio. - Siempre hace lo que le digo, no como tu pequeño demonio, que siempre las mata callando.
- Madre mía. - murmuró Ámbar, yendo hacia la cocina, alejándose de aquellas dos, que seguían discutiendo sobre cuál de sus hijos era más obediente.
Ámbar sonrió al pensar en la pequeña Isabella, su hija de tres años. Era una pequeña princesa, cuando quería era muy buena, pero cuando se enfadaba, tenía un genio de mil demonios. Se parecía a ella. Simón siempre decía que no podían ser más iguales.
..
Jazmin había cambiado mucho desde que había vuelto. Había engordado los quince quilos que había querido y se había puesto sana haciendo ejercicio junto a Nicolás, que le pidió matrimonio tan solo cuatro meses después de comenzar a salir juntos. Jazmin seguía trabajando en la empresa de Ámbar, donde sorprendió a todos con su cambio. Ahora ya no le tenían antipatía ni miedo, sino que se había ganado la simpatía de todo el mundo y había logrado hacer varios amigos. Había perdido todo contacto con Delfina, cuando ésta se enfadó por haber hecho que Ámbar y Simón volvieron a estar juntos.
...
- Sé en lo que estás pensando. - dijo Luna, apareciendo en la cocina.
- Lo dudo mucho.
- Cuando pones esa cara de boba es que estás pensando en tu hermana.
- Vaya, me tienes clichada. - dijo, sonriendo. - ¿Cómo sabes que no estaba pensando en Simón?
- Porque pones cara de pervertida cuando piensas en él.
- Bombones.
- Se te cae la babilla.
- Trabajo.
- Pones cara de jefa.
- ¿Y qué cara es esa? - dijo, riendo.
- Se te pone una arruga aquí. - dijo, señalando sobre la nariz, entre los ojos.
- Dios, a ti no hay quien te engañe. - dijo Ámbar, riendo a carcajadas. - Pobre de mí que algun día se me ocurra ocultarte algo. - dijo, volviéndose.
- ¿Como que estás embarazada?
Ámbar se quedó de piedra al oír a su amiga. "¿Como narices se ha enterado?"
Se volvió de nuevo para mirarla. No podía ocultar la sorpresa.
- Y esa es tu cara de; ¿como coño se entera esta mujer de todo?
- ¡Pues si! - exclamó, viendo a Jazmin entrar en la cocina. - ¿Y bien? ¿Piensas decírmelo?
- Digamos que tengo un séptimo sentido. - dijo Luna, yendo a coger algo de picar de la nevera, donde ya estaba la tarta de cumpleaños. - Y digamos que te pillé mirándote en el espejo, con la camisa levantada y acariciándote la tripa,
- ¿Estás embarazada? - preguntó Jazmin, sorprendida, apareciendo de repente en la cocina.
- ¿Pero cuando me viste? - Ámbar ignoró la pregunta de Jazmin y miró directamente a Luna.
- En el restaurante, el día de tu cumpleaños.
- ¿De cuanto estás? - continuó preguntando Jazmin.
- De diez semanas.
- Ah! - gritó Jazmin, lanzándose a sus brazos.
Ámbar y Jazmin se abrazaron. Luna se encongió de hombros y también se unió al abrazo.
- Pero Simón no debe saberlo. Prometed que no le diréis nada.
- Este va a ser el mejor cumpleaños de toda su vida.
...
Cuando Simón entró en casa, acompañado solo de Nicolás, se quedó de piedra al ver a todos sus amigos y familia en su dúplex. Sobretodo después de haberles hecho jurar y perjurar que no le prepararían ninguna fiesta sorpresa más, después de la del año anterior.
Ámbar e Isabella fueron hacia él y le abrazaron con fuerza.
- ¡Felicidades papi! - dijo la pequeña. Simón la cogió en brazos y besó sus mejillas.
- Muchas gracias, princesa.
- ¿Te gusta la fiesta?
- Me encanta.
- ¿Ves? Le encanta, mami. - dijo, mirando a Ámbar, que también besó sus mejillas.
- Ya te lo dije. - dijo Ámbar, acariciando el rostro de su pequeña.
- Ve con tus primos. - dijo Simón, dejándola en el suelo. - ¿Otra fiesta? - dijo, mirando a su esposa, que se encogió de hombros.
- Ha sido idea de Luna. - dijo, abrazando a su chico. - Pero se ha moderado esta vez. ¿No te parece?
- Menos mal. - suspiró.
- ¿Menos mal qué? - dijo Luna, apareciendo al lado de su marido Ruggero. - Siempre te estás quejando. ¿Lo ves Ruggero? Siempre se queja de todo.
- No me he quejado, solo lo he comentado. - dijo Simón, recibiendo el abrazo de su mejor amiga. - Pero si, menos mal que esta vez te has contenido.
- ¿Quién lo dice? - dijo, guiñándole el ojo.
Simón se quedó pensando si Luna solo lo había dicho para intrigarlo o porque era verdad que había preparado algo más.
- No le hagas caso. - dijo Ámbar, besándole. - Vamos a cenar.
...
Esa noche, la hermana de Ámbar se llevó a su sobrina Isabella a casa para que sus padres pasaran la noche juntos.
Ámbar estaba en la cama, esperando a Simón, que apareció en el dormitorio con unos calzoncillos rojos que le había regalado Nicolás en plan de broma y la cazadora marrón que le había regalado Luna.
- ¿Así le gusta a la señorita?
- Creo que te sobra algo. - dijo Ámbar con picardía.
- Si... Tienes razón... Tendré que quitarme la cazadora. . - dijo Simón, tumbándose sobre ella.
- No! La cazadora déjatela puesta. - dijo, haciendo reír a Simón. - Como nuestra primera vez.
Rodaron sobre la cama y Ámbar se colocó encima de él. - Todavía no te he dado mi regalo - besó a Simón, que estaba de todo menos nervioso. -
- Dámelo luego.
- ¿Estás seguro?
- Totalmente.
Ámbar sonrió. Simón se llevaría una enorme sorpresa al ver una fotografía de la eco-grafía colgada en la pared del salón, junto a la primera eco-grafía de Isabella.
- Te amo tanto que no sé cómo puedo respirar. – Simón estaba totalmente enamorado de ella.
- Pues tendré que hacerte los primeros auxilios.
Ambos rieron y se besaron.
Quien iba a decirle a Simón, hacía ya siete años, que el ir a Buenos Aires iba a hacerlo el hombre más feliz del mundo.

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Fin

No Todo Es Lo Que Parece TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora