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Louis desapareció durante cinco dı́as después de aquello. Harry los pasó encerrado en su dormitorio, aburrido, asustado. ¿Qué habı́a pasado? ¿Por qué no daba señales de vida? Los únicos rostros que veı́a eran los de Joe y Malcom, el primero cuando acudı́a a traerle el alimento, y el segundo cuando iba a prepararlo. Pero Louis no iba hasta él en busca de placer. ¿Se había cansado?

Deberı́a haberse alegrado. Si ya no estaba interesado en él, significaba que por lo menos podrı́a vivir tranquilo, y quizás con el tiempo las normas se relajarı́an e incluso acabarı́a permitiéndole salir de allı́. Pero le dolı́a no verlo. Habı́a empezado a alimentar una creciente esperanza, absurda e injustificada, que le decı́a que Harry no le era tan indiferente como querı́a aparentar. Lo habı́a notado en sus palabras, en sus besos, en la forma de hacerle el amor. Pero, sobre todo, porque le habı́a permitido tocarlo por primera vez. Louis había ansiado sus caricias, y se habı́a estremecido bajo el contacto de sus dedos. ¡No se lo habı́a imaginado!

¿Quizá habı́a sido precisamente ese conocimiento lo que lo habı́a
alejado? Podrı́a ser. Louis lo despreciaba, y sentirse atraı́do por él no debía ser algo fácil de asimilar. Joe y Malcom entraron inesperadamente, y venı́an cargando varias cajas que dejaron sobre la cama.

"El señor Tomlinson te envı́a esto para que te lo pongas" le anunció Malcom con un gruñido de enfado "Parece ser que va a exhibirte entre sus clientes esta noche." Sonrió con malicia mientras la miraba ladeando la cabeza.

Harry sintió que el estómago le daba vueltas. ¿Iba a permitirle salir? Se acercó con rapidez a las cajas y las destapó, contento. Habı́a un hermoso traje negro, camisa blanca casi transparente, zapatos bien pulidos, casi soltó una carcajada de alegrı́a, pero se limitó a sonreı́r con felicidad escondiendo el gesto de Malcom.

"Lo quiere listo en media hora, Malcom. Ası́ que date prisa en ayudarlo a vestirse."

Después de decir aquello con un tono que no admitı́a réplica, Joe abandonó la habitación y dejó solas a los dos hombres.

"Bien. Empecemos y démonos prisa. No queremos que tu amo se enfade, ¿verdad?"

Cuando Louis llegó media hora más tarde, estaba
completamente preparado y admirándose ante el espejo. El traje le quedaba perfecto, le encantaba.

Pero, ¿a dónde iba a ir así?

"Tenemos una fiesta privada en el salón principal de la mansión" Louis parecı́a haberle leı́do el pensamiento. Harry se sobresaltó al oı́r su voz, y se giró con rapidez "Lord Germaine se ha empeñado en que debo asistir acompañado de mi bello amante, y no podemos desairar a un cliente tan importante, ¿verdad?"

Lo dijo con un rictus provocador que parecı́a simular una sonrisa. Estaba apoyado en el marco de la puerta, con las manos dentro de los bolsillos de los pantalones. El chaqué le caı́a esplendorosamente bien, realzando la solidez de su cuerpo.

"Por supuesto, Amo" contestó él, pero Louis vio una pregunta en sus ojos.

"¿Qué quieres saber?"

"Yo... es que... ¿Debo llamarle Amo delante de los demás invitados? ¿Y.... debo llevar..?" Se tocó el collar "¿Debo llevar esto?"

"La respuesta a las dos preguntas, es sı́" contestó, cortante "Nada ha cambiado, ni cambiará, estemos donde estemos. Aquı́, solos, o en cualquier otro lugar lleno de gente, debes seguir llamándome Amo. Es lo que soy. ¿O lo has olvidado durante estos cinco días?"

Harry enrojeció hasta la raı́z del pelo. ¿De verdad iba a hacerle aquello? Pero de qué se extrañaba. Parecı́a que su única misión en la vida era humillarllo. A pesar de todo lo que Harry habı́a creı́do ver en él, nada había cambiado. ¡Qué estúpido era!

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