Capitulo II

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Mientras Candy sonreía del brazo de quien era ahora su esposo, Susana estaba que echaba chispas por los ojos, si las miradas mataran, realmente Candy hubiese caído fulminada en el salon de baile.

La fiesta en Grantchester House fue todo un éxito, la Reina Elizabeth estaba encantada con Candy y concordaba con Eleonor, en que no podía existir otra joven mas adecuada para su testarudo sobrino, que la dulce Candice Ardley.

Los recién casados se fugaron de la velada antes que el último invitado se marchara.

Harris, el chofer a disposición de Terry durante esos días, los llevo hasta Southampton en donde abordarían un crucero que los llevaría a: Bélgica, luego a Paris y desembarcarían en Venecia, Italia; en donde permanecerían unos días.

Harris, el chofer a disposición de Terry durante esos días, los llevo hasta Southampton en donde abordarían un crucero que los llevaría a: Bélgica, luego a Paris y desembarcarían en Venecia, Italia; en donde permanecerían unos días

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—¿Que haces Terry? —Preguntó la rubia entre risas.

—Cumpliendo con el ritual de todos los recién casados —respondió él mientras la sostenía en brazos.

Terry cerró la puerta tras de sí, y con su esposa en brazo, camino hasta la gran cama; la depositó con delicadeza mientras sonría feliz.

—Pecosa, no sabes lo feliz que me siento de que por fin estaremos juntos para siempre, y que nada ni nadie nos podrá separar jamas —le dijo él, mientras besaba tiernamente los labios de su amada.

—Terry —Comenzó a decir ella con voz entre cortada—. Te amo, y le pido a Dios que nuestra felicidad dure para siempre.

El castaño besó el cuello de su esposa y ella se dejó guiar por las nuevas sensaciones que él despertaba en su cuerpo.

Poco a poco las prendas fueron estorbando, y una a una fueron cayendo—. Dejándolos completamente desnudos—; Candy sintió vergüenza de su desnudez e intentó cubrirse con ambas manos—, Terry tomó sus manos con delicadeza.

—No sientas vergüenza de tu cuerpo, Candy—; eres perfecta —le dijo mientras se acercaba a ella y comenzaba a besar sus labios —Candy jadeó al sentir la excitación de él en la parte mas sensible de su cuerpo.

Poco a poco, la vergüenza fue desapareciendo, dando paso a la pasión.

Candy permanecía con los ojos cerrados, mientras Terry acariciaba sus senos—, ella jadeó al sentir la lengua de él lamiendo el endurecido pezon—; soltó un chillido cuando una mano de él bajó a esa parte que gritaba por ser atendida—. Terry sonrió de satisfacción al ver como su esposa respondía a sus caricias—. Candy se retorció de placer al sentir el pulgar de su esposo moviéndose en círculo alrededor de su
intimidad—. Terry soltó un gemido ahogado en el momento en que introdujo suavemente un dedo en el interior de Candy—, ella dio un respingo ante la intromisión, pero estaba tan abrumada en aquella nube de deseo y excitación que decidió no prestarle tanta importancia y se de dejó llevar por las sensaciones que sentía—. Santo cielo!—. Terry sentía que explotaría de un momento a otro, aun sin penetrarla —y por ningún motivo quería pasar esa vergüenza —sin alargar mas la espera—, abrió las piernas de Candy y comenzó a ingresar en ella de una manera lenta — tan pronto como sintió la barrera de su virginidad—, Terry apretó los ojos—, sabiendo que por más que quisiera evitar lastimarla, sería imposible no hacerlo.

Sacrificio De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora