Capítulo IX

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Vestido con su típica vestimenta negra, George quien había llegado a Londres dos semanas atrás, ingresó a la oficina de Albert con una carpeta en mano.

—Y bien George, que has encontrado.

—Aquí —dijo entregando la carpeta, se encuentra una copia de los documentos que avalan el desfalco del que me hablaste, los he revisado detenidamente y tal y como lo sospechabas hay inconsistencias en ellos, aun cuando la firma del señor Grantchester esta estampada en cada una de las transacciones, me di a la tarea de llevar los documentos con un grafólogo puesto que noté que la letra aun cuando es muy parecida, hay una pequeña diferencia entre ambas y en efecto, el señor Miller confirmó mis sospechas.

Estas —dijo señalando unas transferencia —si son la firmas del señor Grantchester, autorizando dichas transacción, pero estas otras —dijo señalando transferencias de sumas muy elevadas —no lo son, es decir, la firma del señor Grantchester fue falsificada no una, sino varias veces.

Albert extendió los documentos de manera ordena sobre el escritorio, observó detenidamente las firmas en cada papel y en efecto las firmas aunque muy parecidas no eran las mismas.

El rubio pasó su dedo por el tabique de su perfilada nariz bajándolo hasta el mentó, estrechó los ojos observando detenidamente la firma del jefe de finanzas:
Daniel (Niel) Leagan —¡Mm! interesante —dijo

Tomó el teléfono y llamó a su asistente quien ingresó a la oficina inmediatamente

—Señor Ardley —dijo Leticia una vez ingresó a la oficina de su jefe —¿como puedo ayudarlo? Preguntó la eficiente asistente de manera profesional.

A Albert se le ocurrieron muchas maneras deliciosas en las que Leticia podia ayudarlo, entre ellas, ayudarlo a bajar la erección que estaba comenzando a crecer en su entrepierna con el tan solo hecho de recordar aquellos hermosos y bien formados senos que despertaron en él una sensación primitiva pero placentera —. Dio gracias a Dios que estaba sentado detrás del escritorio que le permitía esconder las sensaciones que aquella hermosa morena de cabellera negra sin proponérselo despertaba en él desde aquel día —. Albert sintió de pronto como sus mejillas comenzaron a calentarse, llevó ambas manos al rostro y froto con ellas sus acaloradas mejillas; George no perdió detalle en cada uno de los gestos de su joven jefe, cubrió su boca para ocultar la sonrisa que se dibujó en sus labios, al ver el motivo de la turbación de Albert, era la primera vez en años que miraba a Albert de aquella manera.

—Señor Ardley —la voz de Leticia trajo a Albert al mundo real.

—Lo siento, Leticia —dijo sacudiendo la cabeza

—¿Como puedo ayudarlo? Preguntó Letty una vez más.

Albert respiró profundamente, tenía que controlarse, no era posible que una inocente
pregunta lo descolocara de aquella manera, ¡por Dios!, estaba en la oficina, tenía que ser profesional —tras aclararse la garganta preguntó:

—Leticia, en las dos semanas que llevo aquí no he visto al jefe de finanza —dijo de manera casual.

—¿Se refiere al señor Leagan? —preguntó

—Si, —respondió el rubio —¿donde está? —preguntó.

—Hasta donde sé —comenzó a explicar Letty —el señor Marlowe lo envió a Escocia, para que vigilara personalmente algunas inversiones que la Empresa realizaría precisamente con ustedes, es decir con las Empresas Ardley.

—¿Con nosotros? —Preguntó George extrañado, no recordaba haber hecho tratos con nadie de las Empresas Grantchester.

Letty asintió y luego se quedó pensando unos segundos —es extraño —dijo —eso fue hace un mes mas o menos, desde entonces no lo he visto —lo último que supe por su secretaria, fue que el señor Marlowe le informó que el señor Leagan se demoraría mas tiempo de lo acordado y que ella debía de asistir al señor Juskin quien seria el reemplazo de su jefe mientras este estuviera fuera —Daisy la secretaria de el señor Marlowe, me dijo que la hermana del señor Leagan ha llamado varias veces preguntado por él y que ha escuchado al señor Marlowe decirle que la estadía del señor Leagan en Escocia se prolongará por mas tiempo y que incluso tal vez será necesario que lo transfieran para allá.

Sacrificio De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora