Capitulo V

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Terry se pasaba desesperado de un lado a otro dentro de la oficina, después que Candy salió, le pidió a su secretaria que llamara a Stair y a Archie, esos dos tenían muchas cosas que explicarle.

—Nos mandaste llamar Terry —preguntó un carismático Stair.

—Si! —respondió el castaño secamente.

Ambos hermanos se extrañaron por el tono áspero y frio en la voz de su amigo, pero no dijeron nada.

—Ustedes dos sabían que Candy estuvo en Escocia todo este tiempo y no me lo
dijeron; ¿que clase de amigos son?

Archie se sujetó los cabellos y Stair resopló.

—Antes de ser tus amigos, te recuerdo Terry, que Candy es nuestra prima y por lo tanto nuestra lealtad es con ella —le respondió Stair sin titubear

—Además —comenzó a decir Archie —no moviste ni un solo dedo para buscarla, porque de haberlo hecho la hubieses encontrado y lo sabes.

Terry gruñó, Stair tenía razón, Candy era la prima de ambos y no había manera que ellos le dijeran su paradero y él pensó que era la mejor manera de mantener a Candy fuera del alcance de Joseph.

—¿Ya hablaste con ella? —preguntó Archie.

—Si! Respondió él .

—¿Y que te dijo? Le preguntó Stair.

—Quiere que le firme la demanda de divorcio —dijo dejándose caer en la silla.

—¿Y que harás? —¿Se la firmarás?

—Claro que no —respondió él con seguridad —y ustedes, par de traidores tendrán que ayudarme.

—¿Y como se supone que te ayudaremos? Preguntó Archie.

—Eso será asunto de ustedes —les respondió.

Ambos hermanos rodaron los ojos  — si ese es el precio a pagar, que otra cosa podemos hacer —dijo Archie encogiéndose de hombros.

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Recostado en su cama, Terry meditaba en todo lo sucedido, la ausencia de Candy todos esos años le había dado la oportunidad de prolongar el absurdo compromiso con Susana, pero ahora que ella había vuelto el miserable Joseph Marlowe volvería a amenazarlo con hacerle daño a su Pecosa, algo que él no permitiría que sucediera y para eso, solo había una salida; hablaría con su padre, lo pondría al tanto de todo y le pediría ayuda.

Con esa resolución en mente, bajó de su habitación y se dirigió hacia el despacho en donde estaba seguro su padre se encontraba.

Llamó a la puerta y la voz de su padre se escuchó al otro lado de la estancia cediéndole el paso.

—¡Adelante!

—Buenas noches padre —saludó el castaño a su progenitor.

—Terruce, hijo, ¿sucede algo? —le preguntó el Duque con evidente asombro, pues desde que Candy se había ido de la casa, Terry jamás lo había buscado e incluso jamás le pidió ayuda para dar con el paradero de Candy, siempre se mostró esquivo cuando le preguntaban la razón por la cual Candy se había marchado sin decir una sola palabra.
El Duque sospechaba que su primogénito le ocultaba algo, pero él chico era esquivo con aquel tema.

—Padre, necesito tu ayuda.

—Tu dirás —le respondió el Duque a su hijo invitándolo a tomar asiento en la silla frente a él.

Tal y como lo había dispuesto, Terry le relató a su padre todos los hechos de aquella tarde gris para él, sin omitir ningún detalle.

Como era de esperarse, Richard Grantchester dio el grito en el cielo.

Sacrificio De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora