Capitulo XI

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Un molesto Terry, salió de su oficina —Candice llame a Jimmy inmediatamente —le ordenó ante los atónitos ojos de Stair y Archie que pasaban en esos
momentos por el pasillo —luego que lo haga, pase a mi oficina —Pero muévase o es que acaso el piso tiene super glue y se ha quedado allí pegada como estatua.

Candy lo fulminó con la mirada —¿ Que demonios le pasaba? Era cierto que debían aparentar que no se soportaban, pero ese cabezota se estaba pasando de la raya y ella lo pondría en su lugar en cuanto ingresara a la oficina.

—Como ordene, señor Grantchester —respondió molesta.

****************

—¡Oh Dios! Tal parece que en vez de ayudar a que estos dos hablaran, hemos sido propulsores de una guerra campal dentro de la Empresa —dijo Archie.

—Que Dios nos ayude cuando esos dos se enteren que fuimos nosotros los que los encerramos en el cuarto de juntas —. Si sobrevivimos al ataque de Candy dudo mucho que salgamos ilesos con Terry, —Aush! Mínimo nos cortará las pelotas con un cuchillo oxidado para que por si no morimos desangrados lo haremos de una infección a causa del óxido —dijo Stair llevándose las manos a la parte mencionada.

—Mejor que digan: aquí corrió que aquí murió —dijo Archie apresurando el paso.

—Tienes razón hermano —mejor que me llamen el cobarde Stair a que me llamen el despelotado Stair —respondió el mayor de los Cornwall.

****************

—Que demonios fue ....

Candy no pudo completar la frase, porque los labios de Terry se apoderaron de los suyos.

—¿Que decías? —le preguntó él interrumpiendo el beso.

—Eh —atinó a decir ella.

—¿Que ibas a decirme? —preguntó él acariciando con su lengua los labios de ella y apartándose un poco.

—Ah! Si, si —respondió ella jadeante —en realidad no era nada importante —dijo al tiempo que lo atraía hacía ella para devorar sus labios.

Terry la cargo en brazos y se sentó en la cómoda silla detrás de escritorio colocando a su mujer sobre su regazo y comenzando a desabrochar los botones de su blusa, Candy arqueó su espalda para darle acceso libre para que él degustar de sus senos que rogaban por una caricia suya.

Tres toques en la puerta hicieron que ambos se separaran bruscamente.

—Candice cuantas veces tengo que pedirle las cosas —gritó él le acomodaba el cabello.

—Y yo ya le he dicho que no puede hablarme así —respondió ella abrochaba cada boton de su blusa.

La puerta sonó una vez más.

—Pase —Gritó Terry furioso.

—Buenos días señor Grantchester, ¿me mandó llamar? —Preguntó un sorprendido Jimmy.

—Si no me necesita, me retiro —dijo Candy emprendiendo su camino.

—Alto ahí —ordenó Terry autoritario —usted y yo no hemos terminado —hablaré con usted mas tarde, ni crea que esto —dijo mirando con disimulo su entrepierna —se quedará así.

—Como ordene señor —y por su puesto que no se quedará así —respondió ella arqueando una ceja y saliendo de la oficina con una traviesa sonrisa.

—Tome asiento Jimmy —dijo Terry aclarándose la garganta.

Jimmy obedeció, recordó la escena de la pelea que se tenían ese par cuando los encontró en la madrugada en el cuarto de juntas mientras realizaba su ronda de inspección y al ver esta nueva escena entre esos dos, ni loco iba a contradecir a su jefe.

Sacrificio De AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora