Capítulo 4.

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Me quedé soprendida, pero por lo increíblemente estúpido que era. ¿Cómo pretendía que estubiésemos juntos después de todas las cosas que me dijo? Es más, hace tan sólo unos minutos me había llamado Sangre Sucia. Definitivamente la sangre no le llegaba al cerebro.

-Ronald..- Quería ser sutil, pues tampoco quería hacerle daño. Había sido mi amigo durante estos años, e incluso habíamos salido. Pero después recordé con más claridad todo lo que me dijo y lo solté todo.- No volvería contigo ni aunque fueses el único hombre sobre la faz de la Tierra. Me has insultado, humillado y has jugado conmigo. Tú y yo nunca volveremos a estar juntos, es más. dudo que volvamos a ser amigo algún día de tu miserable existencia. Vete con la zorra de Lavender y que seas lo más feliz que puedas con la cornamenta que vas a llevar el resto de tu vida por la única pensona que querrá estar contigo.

-Eres una estúpida. No habrá nadie en todo el mundo que quiera estar con una asquerosa como tú. Eres una Sangre Sucia, una insufrible sabelotodo que siempre tiene que quedar por encima de los demás, cuando en realidad es alguien despreciable a la que nadie soporta.- Le di un guantazo.

-Puede que yo sea una persona insufrible, pero por lo menos no soy el más gilipollas del mundo. Eres un cabrón y espero que tu vida sea un infierno. Nunca más quiero que vuelvas a dirigirme la palabra, es más, no quiero ni que te me acerques ni que me mires. Quiero que hagas como si nunca me hubieses conocido, como si no estubiera, porque desde hoy Ronald Billius Weasly, para mí estás muerto.

Dicho esto me dí la vuelta y me dispuse a regresar con los demás, pero Ronald me cogió del brazo.

-Eres una asquerosa Sangre Sucia, y vas a pagar por todo lo que me has dicho.- Me solté de él y le dije mirándolo a los ojos fíjamente.

-Vete a la mierda, y si quieres guerra la vas a tener.- Dicho esto me dí la vuelta y regresé con los demás. 

Llegué y ni les miré, simplemente me dirigí hacia mi tienda de campaña. Cuando llegué me puse unas calzonas y una camiseta corta que dejaba ver mi abdomen. Me puse unas zapatillas, cogí una manta y salí. Me fui a las orillas del lago. 

Tiré la manta y me eché sobre ella. No estaba triste, pero el echo de que una de las personas a las que más he querido me haya tratado como si fuese escoria humana me molesta más que nada. Una lágrima cayó por mi mejilla; esta fue seguida por muchas más.

No podía controlar mis emociones. Había aprendido a ser fuerte con todo esto de la guerra, a ser un pedazo de hielo indestructible, pero esto sobrepasaba todos mis límites. Me sentía destruida, pero paré de llorar cuando pensé en Draco, y sonreí. Después de todos estos años haciendo que me sintiese como si fuese inferior a un insecto, ahora se había convertido en una de las personas más importantes y de las que más me había demostrado. En estos días me había hecho sentir especial, única, e incluso, afortunada.

Estaba pensando en él y como por arte de magia apareció. Alguien me tocó en hombro y sabía que era él, porque cuando me tocaba me hacía sentir extraña. Se sentó a mi lado y me enseñó una botella de tequila. Me la dió, la abrí y le pegué un trago; se la pasé y él bebió también.

-¿Qué te ha dicho el Caracomadreja?- Yo le miré y, aunque su voz sonaba preocupada, en sus ojos no había rastro de ningún sentimiento. 

-De todo. Ha tenido la cara de decirme que volviese con él.- Él me miró espectante.

-¿Y qué es lo que le has dicho?

-Le he mandado a la mierda.- Le dí un trago a la botella de tequila.- Le he dicho que para mí es como si nunca hubiese existido.- Draco sonrió y yo también.

-Hermione, quiero que sepas que si necesitas hablar o algo estoy aquí, y que siempre estaré.

Nos quedamos así toda la noche, hablando. Draco me encantaba; no sabía cómo lo hacía, pero me sentía especial con él. 

Hermione Granger, la vida da muchas vueltas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora