Capítulo 9

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Jack

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Jack

Me remuevo en la cama cuando la luz del sol que se cuela por las cortinas me da justamente en la maldita cara. Esto me afirma que tengo una suerte de mierda. Me intento estirar, pero me siento atrapado. Entonces, recuerdo la madrugada, inmediatamente bajo la mirada y me topó con una maraña platinada encima de mi hombro con sus brazos en mi torso.

Sus ondulaciones se esparcen por parte de su rostro y de la almohada y el colchón. Es muy largo, brilloso y notablemente sedoso. Apenas puedo ver su rostro gracias a su cabello y su flequillo que se ha regresado a su rostro durante el sueño. Su naricita es lo que más destaca junto sus delicados y delgados labios rosas. Respira y exhala tranquilamente. En parte me alegra que este tan tranquila y la otra parte es que me duele tenerla que despertar, quiero ir a orinar.

Me removí un poco gesticulando una mueca ante mis cuidadosos movimientos. Ella gimió adormilada, chasqueo la lengua contra el paladar y terminó enterrando su cabeza en mi hombro con un suspirito agudo. ¿Cómo esta mujer tan dura es tan adorable dormida?, es como otra mujer.

Su rostro tan en paz hace contraste con el de la madrugada. Apenas estaba entrando al mundo de los sueños cuando la escuché quejarse ligeramente entre sueños. Me preocupe demasiado cuando inició a moverse junto esos suaves gruñidos. En la penumbra observé su rostro contraído, aterrada; ahí supe que estaba teniendo una horrorosa pesadilla de la cual debía de despertar para erradicar su martirio y así lo hice.

No negaré que me sorprendió. Pensé que simplemente me agradecería por despertarla y continuaría con su sueño luego de relajarse. En cambio se abalanzó a mi exponiendo su más frágil faceta. Lloró en mi hombro, aferrándose a mí. Sentí mucha pena por ella, estaba desolada. Tuve que consolarla, darle tranquilidad. Aunque no nos lleváramos bien no me permitiría herirla en ese estado. Podemos ser agua y aceite, caernos mal, no querernos, pero... Esos sollozos desvanecieron nuestras paredes de frialdad, nuestra distancia.

Es el primer encuentro cercano que tengo con ella desde que nos conocemos. Creí que tardaría más sinceramente: por esas discusiones y choques constantes, claro.

La dulzura me salió sola, me emano para hacerla sentir mejor. Debió soñar demasiado espantoso para despertar así y llorar de tal modo. Lloró hasta que se cansó y permanecí en mi lugar pacientemente hasta que se secará, tal vez necesitaba desahogo.

Nada de ello me incomodo o molesto, es humano tener terrores nocturnos, llorar, necesitar consuelo. Así es la naturaleza humana.

Me prometí que le haría la vida imposible por querer mangonearme, pero repito: No soy un desgraciado. Nunca he podido serlo y jamás lo seré. Sinceramente, prefiero mil veces arrepentirme por una buena acción que por una mala. Aunque Elsa me saque de mis casillas y deteste que me quiera mover a su antojo, no podría lastimarla, no lo merece porque no me ha hecho nada malo.

Ahora intente quitar delicadamente sus brazos de mi alrededor... ¡Listo!, sus brazos ya no me están enrollando. Falta su cabeza. Me deslizó al tiempo que sostengo su rostro y cuando no puedo estirarme más, colocó su cabeza en la almohada lentamente. Ella se acurruca en la almohada continuando en los brazos de Morfeo. Me alegra no haberla despertado, se ve muy a gusto.

¿Cómo Ser Un Matrimonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora