Capítulo 11

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-Jack-

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-Jack-

Hace cuatro años atrás...

La reja fue cerrada de nuevo en mi cara y observe al custodio irse sin mirar atrás.

Solté un suspiro, un largo y profundo suspiro. ¿En qué mierda me metí?, ¿Cómo mierda llegué aquí?, no he pasado ni veinticuatros aquí adentro y siento que mi vida se está yendo al carajo.

Con aquellas incógnitas haciéndome sentir más miserable me recargué en la pared como un tipo de soporte para luego dejarme deslizar por esta hasta que mi trasero toco el suelo.

—Y... Bueno, ¿Tú que haces aquí, mocoso?

Elevé la mirada y miré a mi lado donde provenía la voz. En la celda frente a la mía había un hombre de espeso cabello negro, largo, de piel morena y unos ojos verdes penetrantes. En uno de sus ojos una cicatriz se acentuaba, de su ceja partiéndola hasta casi llegar a la nariz.

De nuevo baje la mirada a mis muslos enfundados con ese uniforme gris. No quiero problemas.

—Vamos, Scar, déjalo en paz. Es su primer día —escuché la voz proveniente de atrás de mí, seguramente es la celda de al lado.

El aludido rio divertidamente —Solo me da curiosidad saber porque ese imbécil grandulón no le dio una paliza como bienvenida.

—Seguramente porque si sigue con ese comportamiento le aumentarán años preso.

—No, estoy seguro que ese niño le dijo algo, estaba dispuesto a tirarle los dientes, ¿no lo viste acercársele ahí en el patio?

Y tenía toda la razón del mundo. Por poco me orino encima. Mi garganta se había secado y estaba desenado ser una maldita avestruz para meter mi cara en la tierra. Ese hombre enorme y horrible estaba dispuesto a golpearme.

—¿Qué haces aquí? —me preguntó también.

Recuerdo muy bien como los prisioneros de alrededor dejaban de retarse entre ellos con las miradas para ahora observarnos a los dos. Algunos iniciaban a reír y otros permanecían serenos, expectantes. Algunos esperaban ansiosos que ese hombre me hiciera añicos y en otros podía sentir la lástima.

Le contesté con la verdad, en un susurro. Me pudriría aquí seis años por haber entrado a un aeropuerto con cocaína en mis botas. Había intentado burlar a la autoridad, a la ley.

—Querías dinero sucio ¿eh? —había capturado el cuello de mi camisa con su puño elevándome ligeramente, mis pies no tocaban el suelo del todo, apenas rosaban. Aterrado, observé sus ojos obscuros, me encaraba cual toro a su capa roja.

Aprete mis puños y negué con la cabeza para contestarle apenas con un hilo de voz —: S-Solo quería ayudar a mi novia. Ella me lo pidió de favor...

—¿Entonces ambos tendrán años gastados entre las rejas?, que romántico —se burló haciendo unos pucheros con actuada lástima. Algunos se rieron ante ello, los mismos que lo animaban en un bullicio para ya romperme la cara.

¿Cómo Ser Un Matrimonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora