ESPÍRITU

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Vagar por el parque era una rutina para él, al fin y al cabo era su día libre, con Leo fuera de la ciudad por unos días nadie era muy capaz de querer hacer algo, menos él.
Eran pasadas las once de la noche, a esa hora ningún humano decente y con trabajo al día siguiente andaría por ahí, quizás unas parejitas romanceando en la embriaguez nocturna de la primavera. Miguelangel miraba el cielo oscuro, falto de cualquier brillo, ni siquiera en ese parque había libertad para ver las estrellas, la contaminación lo tenía secuestrado todo. Tirado entre los arbustos bostezo, cerrando por un momento sus ojos.

— Clarisa...espera – la voz de un hombre retumba en los oídos de Mickey, se escucha molesto.
Miguelangel abre los ojos y suspira, tendría que ir a observar.

— Que te detengas de una maldita vez – grita el hombre casi aullando por la rabia.

— No quiero hablar contigo, eres un imbécil...como te atreviste a tener sexo con ella ahí, – la chica solloza y aprieta los puños con rabia, sus ojos miran al hombre frente a ella y refulgen de irá.

— Mira Clarisa, no te hagas ahora ...he querido tener sexo contigo desde hace casi dos años que salimos, y siempre es no, no... cualquier excusa, se supone que me amas...entonces que hago...necesito el cuerpo de una mujer para desahogarme – le contesta él, escupiendo rabia en cada palabra.

— Yo...esa no es excusa...si no te doy lo que quieres, no tenías que engañarme...fácil decirme que no podíamos seguir – le dice ella dándole la espalda, cruzando los brazos y con la cara empapada en lágrimas.

Miguelangel escuchaba y miraba desde los arbustos donde se mantenía oculto, hizo una mueca de tedio, " otra pelea de amantes ", pensó. Ya había presenciado muchas de esas en el parque, al final todas terminaban en reconciliación. Pero tener sexo con otra chica, mientras se supone esta ahi con su novia, eso es demasiado bajo.

— Estúpida, crees que aguantaría todos estos años sin una mujer, pensé que eras más lista, con ese cuerpito que te traes...pero sólo eres una mojigata, ridícula – el la mira arrogantemente.
Clarisa no puede aceptar tanto insulto, era suficiente en que momento este hombre se convirtió en un perfecto patán, imbécil.
Clarisa, se dio media vuelta para alejarse de él. De pronto escucho pasos detrás de ella, pasos apresurados. En el momento que volteó él se abalanzó sobre ella haciendo que perdiera el equilibrio, los dos juntos caen sobre el césped.

— Crees que te voy a dejar ir sin cobrarme, perra – el desgraciado dice  sobre ella,  con una malicia espeluznante.

Clarisa ve como  empieza  a soltar su cinturón y el terror la sobrecoge, así que se mueve y forcejea.

— Nooooo....quitate –

— Callate – le grita él y con violencia le lanza un golpe en la cara, sorprendiéndola y callando sus gritos.

Miguelangel no pudo llegar a tiempo para evitar que la golpeara, pero si para evitar que fuera ultrajada. Agarra al tipo de la chaqueta y lo lanza por los aires como si de un muñeco de trapo se tratara.

— Oye...metete con alguien de tu tamaño – le dice Miguelangel, con una sonrisa de superioridad.

— No te metas donde no te llaman idiota...– le contesta el hombre furioso, después lo mira de arriba a abajo la poca luz y visibilidad del lugar no lo dejan distinguir bien. — No me importa tu estupido disfraz – el iracundo sujeto se levanta y embiste a Miguelangel, pero al toparse con la dureza de su plastrón, retrocede con el puño adolorido.
Miguelangel estaba furioso, se harto de esta escoria de la ciudad. Saca sus armas y empieza a darle una lección al sujeto. El más rápido de los hermanos ninja no le dio la menor oportunidad al hombre, tirándole un par de dientes, rompiéndole la nariz y haciéndo que saliera corriendo, con el cuerpo molido a golpes.
Satisfecho Miguelangel se voltea hacia la chica, que aún permanecía en el piso.

NO TAN FÁCILDonde viven las historias. Descúbrelo ahora