Capítulo 14

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Volvió a suspirar y en aquel momento notó que se encontraba en el parque donde había hablado con el mayor anteriormente. Sonrió con tristeza y cuando se disponía a salir de allí y seguir su camino oyó una voz detrás suyo que le dejó paralizado en el lugar.

-Nee~, Sasuke.-le llamó el lindo rubio caminando al lado del azabache.

-Dime.-le miró extrañado por el repentino llamado.

-¿Crees que las cosas vayan bien entre Kiba y Shino-sempai?-le preguntó algo preocupado por su castaño amigo.

-Mmm... bueno, estoy seguro de que Shino ha pensado en algo para arreglarlo todo.-le dijo para animarle.

-¿Estás seguro?-volvió a preguntar para asegurarse.

-Pues claro.-volvió a responder a la vez que le abrazaba por la cintura y lo atraía más junto a él.

El rubio solo se sonrojó ante aquel acto, lo que al mayor le pareció muy lindo y aprovechó para darle un tierno y casto beso a su novio.

Ya era bastante tarde y el aire era frío lo que provocó que el menor temblase un poco ante un súbita ráfaga de aire. El azabache al ver aquello sonrió con cariño y sin pensarlo colocó su chaqueta sobre los hombros ajenos. El rubio se sorprendió por aquel repentino acto y alzó la mirada para verle con curiosidad.

-No quiero que te resfríes.-comentó como si nada.

-Pero entonces el sempai será el que enferme y yo tampoco quiero eso.-rebatió al tiempo que sentía sus mejillas arder de la vergüenza.

-Hmp. Bueno... si eso llegase a pasar... tú me cuidarías ¿verdad?- le susurró al oído de forma sensual. Aquel acto hizo sonrojar más al menor pero, haciendo acopio de todo el valor que poseía, se alzó de puntillas y besó castamente los labios ajenos.

-Si el sempai enfermase... yo sería su enfermera personal...-murmuró avergonzado con la mirada dirigida al suelo. Tras un leve momento de sorpresa el azabache sonrió y volvió a besar los labios ajenos. Seguidamente agarró la mano del rubio y sin decir nada más siguieron su camino hacia la residencia Uchiha.

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La suave brisa movía las ramas de los árboles. El silencio lo cubría todo a excepción de los leves y esporádicos maullidos de los gatos. Un castaño se encontraba parado en mitad del lugar, dándole la espalda a un moreno que, a pesar de ser de noche, llevaba gafas de sol.

-Kiba...-le llamó ocasionando que el mencionado sintiese un escalofrío recorrerle entero.

-¿Querías algo?-le preguntó lo más frío que pudo pero sin voltear a verle puesto que su rostro había adoptado un pronunciado sonrojo.

-¿Podemos hablar un momento?-le preguntó intentando ignorar la voz tan fría del menor aunque aquello le había dolido bastante.

-¿Para qué? Yo creo que lo dejamos todo muy claro esta mañana.-le respondió algo seco a la vez que giraba a encararle. Aunque hubiese oído aquello aquella tarde no pensaba dejarle las cosas fáciles al mayor. Este debía de ganarse su perdón.

-Exactamente. Es por que no aclaré las cosas que quiero hablar contigo pero... si realmente no quieres hablar conmigo... por lo menos acepta esto.-le dijo a la vez que le extendía algo dentro de una bolsa.

-¿Qué es?-le preguntó a la vez que observaba el objeto con curiosidad.

-Si quieres saberlo solo tienes que cogerlo.-le comentó con una leve sonrisa en su rostro. El menor hizo un puchero ante la ligera burla del mayor hacia su persona pero cogió lo que le era extendido.

Respuesta a una confesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora