Capítulo 7

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-Yo también te quiero Naruto.-dijo el azabache.

El rubio al oír esa palabras se le iluminaron los ojos y comenzó a llorar de felicidad mientras inesperadamente se lanzaba a abrazar al ojinegro.

El mayor se dedicó a acariciarle el cabello para tranquilizarle mientras correspondía al abrazo. Una vez el ojiazul ya estaba más tranquilo se separó del azabache.

-¿Te quedas a dormir?- le preguntó en un susurro al oído a su, ya oficial, novio.

-Emm...está bien.-accedió con un ligero sonrojo.

El mayor le besó y luego lo llevó a su habitación. Una vez llegaron acorraló al rubio contra la puerta cerrada y le volvió a besar de forma desesperada para después...

Después de que el azabache mayor se llevara a rastras a su rubio novio los dos estuvieron hablando un rato para que al ojiazul se le pasara el enfado. Al mayor no le costó mucho el distraerlo al darle una tanda de tiernos y castos besos.

Un rato mas tarde, un rubio pelilargo estaba recostado en la cama del mayor con el azabache encima de él. Los dos estaban besándose apasionadamente, sus lenguas rozaban entre si, se lamían y succionaban. Sus salivas se mezclaban entre si y los gemidos eran silenciados y cortados entre sus labios juntos. Las manos del azabache no dejaban de recorrer el cuerpo ajeno haciendo que este se estremeciera bajo suyo y haciendo que él sonriera interiormente al saber que era el único que tenía el derecho de tocar ese cuerpo bajo suyo y producirle esas sensaciones.

Finalmente dejaron de besarse por culpa de la escasez de aire dejando solo un hilo de saliva uniendo sus bocas.

-Umm...Itachi...-jadeó el rubio mientras recuperaba el oxígeno.

-Dime.-respondió este de igual forma mientras bajaba una de sus manos acariciando el pecho y vientre del rubio por sobre la tela hasta llegar al final de esta y colar una de sus manos dentro.

-N-no deberíamos...-dijo entrecortado a causa de los escalofríos que le estaban produciendo las caricias del mayor.

-¿Por qué?- preguntó el azabache mientras acariciaba uno de los pezones del rubio.

-Aah...mmm...-gimió el rubio. "¿Cuando ha...?" se preguntó mentalmente al verse sin camisa y con el mayor acariciando aquí y allá.

-Vamos Dei... ¿por qué no?- volvió a preguntar sin dejar de acariciar el pecho ajeno.

-Por que... yo... aammm...- intentó responder pero en su cabeza no conseguía formular una respuesta coherente.

-Hmp. Solo...déjate llevar.-le susurró al oído.

Las caricias del azabache fueron pasando a mayor. Cuando se percató de que los pezones de su novio ya se estaban endureciendo lo suficiente, sonrió ladinamente y se agachó hasta rozar uno con su lengua. A continuación procedió a lamer, chupar y morder levemente ese botoncito rosa de su lindo novio, el cual solo podía jadear y gemir a causa de las acciones del ojinegro.

Seguidamente hizo lo mismo con el otro hasta dejarlos bien mojados, duros y rojos. Posteriormente fue bajando por el vientre del rubio dando pequeños besos y lamidas hasta llegar al ombligo donde se detuvo para simular embestidas con su lengua en ese pequeño orificio.

Al oír el gemido procedente de la boca de su novio sonrió y siguió bajando hasta llegar al borde del pantalón. Volvió a sonreír, subió otra vez para darle un candente beso al rubio y con su mano comenzó a desabrochar el pantalón ajeno.

Para cuando terminaron el beso el ojiazul se percató de que el muy... "bueno" de su novio ya le había quitado los pantalones y tenía toda la intención de hacer lo mismo con su ropa interior. Además de que no se había percatado de cuando se había quitado su dichosa ropa quedando en las mismas condiciones que él.

Respuesta a una confesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora