Capítulo 17

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Sin preocuparse por cambiarse de ropa salieron corriendo en dirección a la mansión Uchiha. Tenían que evitar que su padre matara a sus novios.

Los demás se miraron preocupados, pero la mujer solo les sonrió y les mandó a casa pues ella también iría. Por fin sus hijos habían encontrado a alguien de quién enamorarse y no iba a dejar que su marido lo estropeara. Ellos parecían tan felices que... no quería que por los celos paternos esas sonrisas que iluminarían hasta el más oscuro callejón se apagasen.

Con decisión salió de la casa y caminó en la misma dirección que el resto de su familia.

Caos. Aquella era la única palabra con la cual se podía describir el estado de la habitación en ese preciso momento. Gente gritando, sonido de golpes y cosas cayendo al suelo con su consecuente rompimiento, dado que fuese de cerámica o cristal, como fue el caso de un jarrón decorativo que anterior a todo ese desastre reposaba tranquilamente sobre la mesa del comedor.

Aquella situación es la que se encontró una mujer pelirroja de ojos azul marino al entrar en la estancia. Intentó tranquilizarse para no golpear a nadie, pues eso solo añadiría más leña al fuego, pero al ver como uno de los jóvenes morenos comenzaba a ponerse azul a causa de la falta de aire estalló.

-¡NAMIKAZE MINATO SUELTALE YA!-gritó y notó como todos en la sala se tensaban y paraban de hacer lo que estuvieran haciendo.

Su marido soltó al joven moreno, mirándole con terror en los ojos, mientras su hijo menor se acercó preocupado al de ojos negros.

-¿Estás bien Sasuke?-le preguntó preocupado a más no poder.

-Bueno... ten-iendo.... en cuenta..... que casi...me estrangulan... hasta morir.... supongo que.... Si...-logró responder con dificultar este, pues su voz estaba ronca y parecía que hacía un intento sobrehumano para conseguir que a sus pulmones le llegase el aire necesario sin comenzar a toser ni sentir ardor en la garganta.

Una mujer de la edad de la pelirroja corrió hasta el menor y le entregó un vaso con agua. Este agradeció y con ayuda de su querido novio rubio consiguió beberlo entero.

Por otra parte el moreno mayor, el novio del hijo mayor de los Namikaze, se sentaba acariciándose la cabeza pues había recibido un fuerte golpe en ella minutos antes y se sentía bastante mareado.

-Ita... ¿estás bien? ¿Duele mucho?-le cuestionó con preocupación en la voz y ojos el rubio mayor.

-Estoy bien... duele un poco, pero se me pasará.-respondió sonriéndole con cariño para tranquilizarle, pues no le gustaba nada ver esa expresión en el lindo rostro de su novio.

Con cuidado y gentileza el ojiazul ayudó al de ojos noche a levantarse del suelo, después de inspeccionar la herida y ver que solo había un pequeño chichón allí, fue que se tranquilizó.

Un silencio abrumador cubrió la sala después de esos leves intercambios entre Namikazes y Uchihas. Los rubios seguían preocupados por sus morenos y les ayudaron a sentarse en la mesa del comedor. Se sentaron cada uno junto a su ojinoche y revisaron que no tuvieran alguna herida.

La señora Uchiha miró la escena con una sonrisa dulce en los labios, pues esos lindos chicos realmente querían a sus hijos y, podía apostar su mano, a que estos también amaban con locura a los ojiazules pues solo hacía falta con ver esa mirada llena de un brillo de ternura y amor que cargaban.

-¿Por qué no se sientan y hablamos tranquilamente?-invitó el patriarca de la familia Uchiha al notar el tenso ambienta que procedía del matrimonio Namikaze.

Sin decir nada ambos se sentaron en la mesa frente a las dos parejas y el rubio mayor volvió a sentir impulsos de saltarles encima a los morenos cuando vio que uno acariciaba el rostro de su bebé, Naruto por ser el menor, y el otro la mano de su niño, el mayor en este caso.

Respuesta a una confesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora