El escritor
lo scrittore
EneroLas calles apenas iluminadas dejaban al paso de aquel chico un increíble escenario de descripción.
Tan solo ver aquel hermoso paisaje, sentir cada paso que daba, oler aquel particular olor a pino, escuchar los pájaros mañaneros, todo y más, resultaba completamente placentero a aquel chico.
Aquel pelinegro solía pasar por aquellas calles día con día, mañana con mañana.
Su hogar quedaba algo alejado del centro, no había vida, o eso parecía ser.
Así que con toda la tranquilidad del mundo, salía antes de tener que entrar a su cómodo trabajo para así poder ver aquellos bellos paisajes.
Todas las mañanas recorría aquel camino lleno de árboles, y de vida en general, mientras con cada paso, imaginaba vidas y distintas historias que abrían nuevos mundos, que creaban nuevas personalidades.
Se sentía orgulloso de ser él, tal y como era, tal y como pensaba, tal y como escribía.
Su porte y personalidad deslumbraba a cualquiera, y su carisma enamoraba.Aquella mañana en especial, era como cualquier otra. Curiosamente especial, extrañamente distinta a cualquier otra.
Las luces se apagan a la par el sol salía. Las personas corrían, de aquí allá, buscando sus coches, llevando a sus hijos a la escuela
Caminaba con toda la tranquilidad de un chico sin apuro. Casi como si no tuviera que ir a ningún lado, casi como si la calle estuviera vacía, y cada detalle fuera una dimensión.
A pesar de pasar día con día ahí, el miraba cada pequeño y minimalista detalle que encontrará, una flor, una mariposa, una hoja cayendo, cualquier cosa resultaba interesante para él.
La mañana iba con el rápido tiempo de siempre.
A punto de llegar a la estación del tren ligero acababa de imaginaba una bella historia de traición y misterio de una pareja que caminaba por ahí.
Sus ideas las escribía siempre en un bello sketchbook complets y totalmente decorado por su talentosa hermana.
Camino derecho hacia la estación del tren, entro a ella, mientras que se acomodaba contra una pared mientras que a su vez sacaba una libreta de tamaño reducido y empezaba a escribir en ella.
Era su diario. Su gusto por relatar cosas habían llegado hasta aquel punto, en donde cada que tenía tipo, describía lo que había vivido hasta ese momento.
Tenía que esperar el tren de las 7:33am.
A penas el reloj marcaba 7:13am. Así que no se preocupó y tranquilamente se acomodó a escribir un par de cosas que había visto, completamente concentrado.
Al darse cuenta de la hora, el rápidamente acomodo sus cosas en el suelo, y salió casi corriendo a aquel tren.
Se aseguró de llevar todo, su libro de ideas, su diario, sus bolígrafos y sin más, fue un día más a ese trabajo al que tanto amaba.
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𝙻𝚎𝚝𝚝𝚎𝚛𝚎 𝚎 𝚁𝚘𝚜𝚎
Teen FictionDonde un escritor sin nombre pierde su diario, y una chica común, roba sus rosas.