Capitolo Due

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La fotógrafa
il fotografo

Corría y corría, casi no llegaba.

Su reloj marcaba 7:43am. Y a pesar de que ya había perdido un tren, aún podía alcanzar el último que podía dejarla a tiempo en su trabajo.

Corrió aún más rápido, intentando llegar al andén de su esperado tren, cuando volteo a ver aquel gran reloj que colgaba de una gran pared. 7:23am

¿Qué había pasado?
Busco más relojes, no encontró ni uno.

– Disculpe señor. Sería tan amable de decirme la hora –
– Son las siete con veinticuatro minutos, señorita –

Agradeció de forma rápida, y suspiró. La alarma de su celular se había desconfigurado, y de igual forma el reloj.

Se sentó en el suelo, dejo rápido sus cosas, para sacar una bella cámara fotográfica de la mejor calidad, y colgarla de su cuello. A la vez dejando un sombrero a su derecha, y acomodando en su oreja izquierda una bella y delicada rosa recién cortada.

Tenía que esperar. Su cansancio se hacía presente.

Se había levantado tan rápido y había volado casi literalmente de su casa para llegar, a una hora que resultó ser una que no creía que era ¿Se podía explicar bien?

Empezó a observar a todos los presentes, le gustaba hacerlo, pues su imaginación volaba cuando observaba a chicos altos de bellos rostros, y chicas hermosas con cabellos deslumbrantes.

Algunas personas hacían que se inspirará, eso era algo que le satisfacía. Cualquier mínima cosa podía ser una obra de arte, a su parecer, por supuesto.

Volteo a ver a la derecha, vio una bella pareja de chicas que hablaba animadamente.
A su izquierda, un hombre algo grande de edad, se dedicaba a discutir con alguien por teléfono (se veía exaltado).
Miró al frente, cuando vio a un chico.

A su parecer, y -poca- estatura, el era muy alto. Vestido formalmente informal, y con unos anteojos de marco ancho, hacia que brillarán sus ojos ante la poca luz del lugar. Su cabello, hecho en un revoltijo le dejaba ver un aspecto más descuidado, que hacía que se viera más atractivo.

Aquel chico de cabellos marrones, estaba totalmente concentrado en escribir algo que parecía ser sumamente importante en una bella libreta.

La chica pelirroja no podía quitar su mirada de el. Parecía ser un ángel. Pensó que sería un perfecto modelo en un buen traje, mientras sujetaba una rosa.

Un estruendoso sonido advirtió la llegada de un tren ligero. El chico levantó la cabeza. Mirando sin ver, tomo sus cosas rápidamente y subió a aquel tren, sin percatarse siquiera de la pelirroja frente a sí.

La fotógrafa siguió a aquel curioso chico con la mirada, hasta que esté despareció de su vista.

- Debí haber tomado una foto de él cuando pude... - pensó al subir a su tren correspondiente sin darse cuenta de que llegaría casi una hora antes.

𝙻𝚎𝚝𝚝𝚎𝚛𝚎 𝚎 𝚁𝚘𝚜𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora