El cuaderno perdido
il taccuino perdutoLa pelirroja se levantó de muy buen humor. Era extraño, pues normalmente se levantaba más bien con flojera, y un humor de perros, pero ese día no, ese día sería el mejor.
Tomo su cámara y la puso en aquella maletita tan curiosa que llevaba a todos lados. Su libro, su saco y el sombrero y salió caminando de su casa (ahora a buena hora).
Rápidamente tomó las llaves de su casa, y camino por la vereda, cerrando la puerta tras de si.
Con sus grandes esmeraldas, miraba todo cuanto podía ver, e intentaba prestar atención, a todo lo que le permitía su cerebro.
Siguió caminando, y llego a aquella casa grande de un leve tono azul. Y arrancó una rosa, que acomodó junto a su libro.
Esa casa era de un dueño desconocido, claro que sí. Pero a ella no le importaba ¿Qué mal le haría si arrancaba tan solo una rosa?
Lo único que no se daba cuenta, es que era una rosa por día.
Y tampoco se daba cuenta, que aún por imponente rosal, las flores se acaban, y no se sabe cuándo tiempo tarden en volver a crecer.
Siguió caminando ya sin pensar. Y llegó en un rato más s la estación del tren.
Aún recordaba a aquel chico de anteojos de marco ancho. Pero ese día no estaba ahí, mucho menos le tomo importancia.
Pero muy dentro de su ser, quería volver a verlo. Quizás esos lentes (que al final era lo único que recordaba) hacia que se viera más viejo, o menos atractivo. Pero sabía que sería alguien perfecto para fotografíar.
Buscó la gran pantalla con los destinos. Tan solo 15 minutos para que ella se fuera.
Regreso la mirada, y ahí lo vió.
Un cuaderno perfectamente decorado, tirado en el suelo, con un poco de polvo que seguro se posó encima de él cuando esté cayó. Por qué algo era seguro, esa libreta se había caído de alguien.
Sin agarrar nada, y descuidando todo, se paró a velocidad para tomar aquel sketchbook del suelo. "Antes de que alguien más lo tomara" a pesar de que lógicamente no iba a ser así.
Cuando lo tuvo en posesión, volvió corriendo a su lugar ¿Qué haría si robaban su cámara por culpa en una tinta libreta?.
El tren se adelantó, estaba frente a sí. Tomó todo asegurandose de no dejar nada tras de sí, como al chico que dejó la libreta, y subió.
Ella sabía de quién era la libreta, pues ya había visto a alguien escribiendo en ella. Pero no sabía el nombre.
¿Se la devolvería? Claro que sí, cuando terminara de leerla.
ESTÁS LEYENDO
𝙻𝚎𝚝𝚝𝚎𝚛𝚎 𝚎 𝚁𝚘𝚜𝚎
Ficção AdolescenteDonde un escritor sin nombre pierde su diario, y una chica común, roba sus rosas.