Capítulo Uno

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Otra vez el joven bebió de su trago para después ver a su alrededor

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Otra vez el joven bebió de su trago para después ver a su alrededor.

Debía admitir que el lugar no estaba mal, un poco refinado, pero a la vez, simple como cualquier club.

—  ¿Estás aburrido, verdad?

Aquel observó a la mujer y negó: —No, al contrario, sólo es que hace tiempo no venía a esta clase de lugares.

— Es verdad —suspiro— igual yo —dejó su bebida en la pequeña mesa de cristal y luego acomodándose en el sofá— En verdad este proyecto nos tienen ocupados...

— Sí —respondió él— y también la reunión de mañana.

— Ni me lo recuerdes, Nathan, no quiero ver el rostro de esa mujer ¡ay por dios! Maldita bruja. Se queja por todo y te insulta por simples detalles. Qué repugnante.

El de cabello castaño solamente observó a la chica y soltó un par de risas: — Aún no entiendo como la has soportado durante cinco años, Andrea.

Los ojos cafés de la joven otra vez miraron el objeto de cristal con el fin de agarrarlo y volver a beber: — Mucha paciencia, ese es mi secreto y pronto será el tuyo —sonrió—  y bueno, también es gracias al jefe que es todo un amor —acotó aquella para después ver al joven— ¡oh es cierto! Como sólo tienes pocos meses en la compañía aún no lo conoces porque él se encontraba de viaje.

— Sí, pero por lo que tengo entendido, mañana va a estar en la reunión ¿cierto?

La de cabello rojizo asintió y después habló: — Pero bueno, ¡no vinimos aquí a hablar de trabajo sino a pasarla bien! —exclamó levantándose del asiento con entusiasmo— voy buscar un poco de diversión y tú también deberías ir a buscar a alguien —le dio unas palmadas en el hombro y le giño para después alejarse con el objetivo de ir a coquetear en la barra de tragos—.

Bueno es verdad que hace tiempo no aparecía en lugares como estos, porque cuando entró en la universidad, no tenía tiempo para divertirse, y después, mucho menos cuando encontró un trabajo.

— Tks... —susurró al ver como unas jóvenes lo miraban— pero que molesto...

Sí, a Nathan no le interesaban las mujeres y mucho menos las de ese tipo —aquellas que coqueteaban a lo lejos y susurraban entre sí esperando que se acercará—.

Al pasar de unos minutos el solamente se dedicaba a observar a aquellos chicos que iban y venían. Bueno, Andrea dijo que también podría encontrar a alguien, ya que, aquí también pueden haber personas con su misma orientación sexual. Además, ¡es solo pasarlo bien por una noche! no hay de que preocuparse.

— ¿No te molesta si me siento aquí?

Nathan observó al hombre que se encontraba adelante suyo, al menos de veintiséis o veintisiete años, de cabello negro corto, de iris oliva y con un poco de jade en su interior, poseía un terno negro y con una camisa blanca desabrochado en el cuello, y sí, no evito ver los accesorios dorados que se encontraban en sus mangas.

— Por supuesto que no —contestó con una sonrisa—.

— ¿Es la primera vez que viene a este recinto? —preguntó el azabache acomodándose en el sofá para luego ver al más joven—.

— Sí —respondió Nathan— y por lo que veo, usted no.

— Es cierto, ya soy un cliente frecuente por aquí —comentó aquel—.

Ni siquiera se dio cuenta cuando comenzaron a hablar. ¡Como le sorprendía lo culto e igual lo interesante que es este sujeto!

Si no encontraba diversión está noche, bueno, se conformaba con una buena conversación.

— ... después de todo, siempre termina de la misma forma —habló aquel dejando el cristal en la mesa y soltando una par de risas junto a su acompañante—.

Nathan sonrió: — Es verdad...

El castaño dejo de hablar ya que un pensamiento invadió su cabeza «Andrea» hace minutos que no la veía. Aquel disimuladamente giró su cabeza con el fin de ver a aquella pelirroja, y sí, no se encontraba en la barra —lo había abandonado a su suerte—.

«Pero que buena amiga eres...»

El hombre al ver que su aconpañante se encontraba distraído, levantó su mano e hizo unas señas con el propósito de llamar a una de las meseras.

— Por favor traiga dos tequilas sol, para mí y mi acompañante.

La mujer asintió y con rapidez se dirigió dónde el barman.

— Oh por favor, no tiene que molestarse yo puedo...

— No es molestia, al contrario he estado disfrutando de su compañía. Y no te preocupes, yo invito.

Al llegar los tragos aceptó ante las palabras del hombre.

No podía negar que se entretenía, ya que, ¿quién no lo estaría con alguien tan simpático?

Cuando pasaron tres rondas, el joven desabrochó un poco su camisa y comenzó a moverla disimuladamente con el propósito de hacer aire fresco.

Sí, el cuerpo de Nathan estaba ardiendo.

— Si me disculpa... —dijo repentinamente a su contrario— debo dirigirme al baño.

El de ojos oliva expreso un "bueno" y se solamente se dedicó a ver a Nathan como se alejaba de una forma tambaleante.

Al llegar al baño, dejó ambas manos en cerámica del lavamanos y luego con sus dedos frotó sus ojos.

— Bebí demasiado —se susurró a si mismo—.

Su cuerpo comenzó a acalorarse y su respiración a acelerarse provocando que llegará al punto de estar... excitado.

— Mgh... —ante un pequeño gemido, de inmediato cubrió su boca y bajo su mirada. Se sonrojo al ver como su parte se encontraba despierta— Maldición...

 Se sonrojo al ver como su parte se encontraba despierta— Maldición

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Actualizado 27/11/23

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