Capítulo Seis

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— Dejen los vidrios en la parte trasera, por el momento aún no se van a instalar 

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— Dejen los vidrios en la parte trasera, por el momento aún no se van a instalar .

Despues de decir eso, Nathan, acomodó su casco blanco y después guió sus manos hacia el dibujo que se encontraba en el papel azul. Continuó observando con el propósito de guiarse para después dar las siguientes ordenes.

— Aquí están los cafés que me pidió, señor Dorian —se escuchó detrás suyo—.

La persona que había hablado entregó los objetos al nombrado y de inmediato se retiro. En cambio, Nathan, se dedicaba a ver los planos con el fin de hacer oídos sordos.

«¿Por qué este hombre se encuentra aquí? él no tiene nada que ver en este proyecto... » repetía una y otra vez Nathan en su interior. Desdé que llegó a la construcción y al enterarse que su jefe estaba aquí, de inmediato se extraño.

— Ten... —se escuchó a su lado provocando un pequeño susto— es capuchino de vainilla —continuó el mayor extendiendo su brazo para que aceptará—.

Nathan giro su cabeza y negó: — Muchas gracias pero, no me gusta la vainilla.

Bueno, el de orbes azules no quería nada de aquel, ya que, sabe perfectamente lo que esta tratando de hacer.

El hombre alejó el recipiente y después lo dejó en la mesa: — Debí haberte preguntado, pero bueno, le voy a pedir otro a...

— Por favor no te molestes —le interrumpió— además, no tengo deseo de consumir café.

Oh, eso sí que fue crueldad...

El de iris oliva dibujo una pequeña sonrisa de lado por aquella cortante contestación: — Yo pensé que querías, y más por el pésimo clima que hay hoy.

Bueno una cosa es segura, tenía mucho frío, ya que, como esto esta en plena construcción, se sentían las corrientes de aire en cada dirección, las cuales, acariciaban todo su cuerpo hasta el punto de congelarlo.

— Por lo que sé, en unas horas va haber un temporal —dio a conocer Dorian dando unos sorbos al capuchino espumoso— es por eso que he dado la orden que se pueden retirar más temprano.

— En invierno, siempre es así —comentó el joven dejando a un lado el lápiz y desplazando su mano por el detalle que corrigió—.

Después de eso, el silencio reino entre ellos dos. Ni uno de los dos se dirigió palabra alguna, porque por un lado Nathan no quería hablar con él por el hecho de que no quería acordarse de ese asunto, y por otro lado Dorian, se encontraba ocupado consumiendo su café y pensando.

— Hasta mañana señor Jones —una y otra vez se volvía a repetir esas palabras ya que cada trabajador lo expresaba con el fin de despedirse de su jefe.

— Hasta mañana —contestó el de ojos azules levantando su cabeza con una sonrisa para despedirse apropiadamente de las personas, y al terminar, volvió a mirar la hoja—.

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