Nathan Jones, desde que terminó sus estudios y comenzó con su vida laboral, ¡él no se a descansando ni una sola vez! Porque su tiempo siempre lo consume su nuevo trabajo. No obstante, aquella infernal y estresante desdicha termina cuando su amiga lo...
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Los mensajes e incluso las llamadas no le interesaban, ya que, en este momento solamente esta preocupado de sólo una cosa.
Dejó su mano en su cabeza con el objetivo de apoyarse, y otra vez observó el reloj que se encontraba en la pared —aunque las horas transcurrían, aún no habían noticias de él—. Nuevamente se dejó caer en el respaldo de la silla y suspiro.
— Lo siento... —dejo salir de sus labios cubriendo sus ojos y haciendo puño su otra mano— Lo siento, Nathan...
Se arrepentía de no haberse encontrado en ese momento. Si tan sólo no se hubiese presentado en aquella reunión, esto nunca hubiera sucedido.
En sus pensamientos una y otra vez volvía a repetir aquella escena, en la cual, se escuchaba la voz del castaña que le hablaba a aquella mujer, y después, solamente unos gritos de pánico por el accidente.
— Perdoname...
Se sentía culpable por lo que hizo su hermana, ya que, en parte él es el responsable de que aquella actuará de esa forma, no obstante, ¿por qué ella le hizo eso Nathan? ¿por qué...?.
El de cabello negro mostró sus dientes ante la ira que poseía en estos instantes.
«¿¡Por qué mierda le hiciste eso Alisson!?» se desquito en sus pensamientos.
— Señor Dorian...
Al escuchar aquella voz, con lentitud observó a la pelirroja que había llegado.
La chica se agachó y dejó ambas manos en la palma ajena que se encontraba cerrada: — Todo va a salir bien —dijo esta con una sonrisa con el propósito de calmar a su jefe— sé lo aseguro.
Al escuchar y ver la expresión de su subordinada, su rostro cambio y se calmó. Sí, siente impotencia además de pena por todo, pero en este momento no puede demostrarlo.
La de orbes café se sentó a su lado y prosiguió a apoyarlo.
Aunque se distraía al ver a las personas que caminaban en el corredor además de los intentos de conversación de Andrea, aquel no podía evitar la tortuosa inquietud que se encontraba en su interior, sí, la que estaba en su pecho, tan dolorosa y a la vez tan fuerte...
— ¿Nathan, no tiene familia? —pregunto de repente.
— No, señor Dorian —contestó esta bajando su mirada y suspirando— su madre murió cuando estaba en la universidad, y su padre lo abandonó cuando tan sólo era un niño... Él no tiene a nadie en estos momentos.
El azabache al saber aquello, observó el piso.
«Así que aquel no tiene familiares... Pero Andrea esta equivocada, Nathan me tiene a mí...»
— Aún recuerdo la primera vez que lo conocí —expresó la joven— un nuevo, el cual, me convidó de su emparedado con el objetivo de tener mi amistad —soltó una par de risas con una pequeña sonrisa.